Un día el Limay llegó hasta la ruta 22 de Neuquén

Las inundaciones y crecidas de los ríos ocasionaban serios trastornos en el Paraje Confluencia. El tren que trasladaba al presidente Roca hacia la Confluencia quedó varado en Chelforó.

No fue tarea sencilla domar la bravura de los ríos Limay y Neuquén. En tiempos en que todavía estas tierras eran el Paraje Confluencia, se sufrió una de las más intensas y devastadoras inundaciones de las que se tenga registro histórico.
Según los archivos del Museo Paraje Confluencia, en 1899 ambos ríos se desbordaron y el agua alcanzó a una amplia superficie de terreno.


“Si bien la ciudad todavía no existía y solo había un pequeño caserío ubicado en la zona más alta del paraje, la inundación afectó parte de la zona productiva. La crecida provocó que el agua del río Limay llegara hasta el sector donde actualmente se encuentra la multitrocha y dejó alrededor de 20 personas desaparecidas”.

Las crónicas de la historia recuerdan que ese año, el entonces presidente de la Nación, Julio Argentino Roca fue invitado a participar del acto de inauguración de la línea del ferrocarril y del puente que permitió finalmente que las vías cruzarán el río Neuquén y comunicaran la confluencia neuquina. Cuando venía en camino se anotició de la crecida que tenía en jaque al paraje y no pudo llegar. Su tren quedó varado en Chelforó, localidad rionegrina que se ubica a la vera de la ruta 22, en la costa norte del río Negro.

Años después, luego de que se produjo el traslado de la capital desde Chos Malal al Paraje Confluencia y se lo rebautizó Neuquén, las inundaciones continuaron siendo una preocupación dominante de los gobiernos locales.
A los desbordes de los ríos se sumaron los temporales de lluvia que complicaban aún más el panorama. Desde las bardas el agua caía con fuerza por su desagüe natural derribando todo a su paso.

Un exferroviario dejó en el museo su recuerdo de aquellas épocas tan difíciles- “Las Colonias del Ferrocarril estaban un metro más abajo que la calle Independencia. Cuando venía el agua de las bardas, tenías el agua casi hasta la ventana. Además del agua, el problema era el barro que también bajada desde la barda”, se registró en un documento.
Aníbal Cavo agregó que “en el barrio ferroviario se construyó un paredón de hormigón para detener el agua”. Pero poco sirvió para tales fines.

En la década del 70 se construyeron las represas sobre los ríos Neuquén y Limay que permitieron controlar su caudal. Pero cuando se pensó que las inundaciones dejarían de ser una complicación, en 1974 y 1975 el agua de lluvia volvió a hacer de las suyas. “Los servicios públicos, los comercios y las oficinas de la administración pública estuvieron una semana paralizados”, recuerdan desde el museo neuquino.


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