Un «León» que también rugió en la 'Visera'

El ex volante central de Boca jugó en Cipolletti en 1984.

Hoy, muchos lo cuentan como una leyenda. Abren las comisuras y dejan escapar palabra tras palabra.

Fue la noche del 23 de diciembre de 1984. Boca de Bariloche le ganaba 1 a 0 a Cipolletti con gol de Oscar «Pinino» Más y con eso le bastaba para jugar la final rumbo al Nacional.

Pero de pronto, a falta de pocos minutos para el final, todo quedó en penumbras y contra el alambrado se erigió la figura de un pibe veinteañero que agitando los brazos como un barrabrava le exigió a la 'Visera de Cemento' que se venga abajo.

¿El final? El 'albinegro' empató a dos minutos del final -con gol del pequeño Edgard Cifuente-, pasó a la siguiente ronda y nunca nadie se olvidó de ese muchacho de un rubio artificial.

Hoy, Blas Armando Giunta dirige a Estudiantes de Buenos Aires, que estuvo a punto de salir campeón de la Primera B Metropolitana. Antes había dirigido a San Miguel, cuando el «Trueno» del oeste militaba en la B Nacional.

Las leyendas urbanas son así. Parece mentira, pero Blas Armando apenas jugó con la 'albinegra' cuatro meses. Fueron ciento y tantos días que por estas tierras se lo tildó «el loco». Y él las vivió así.

«En Cipolletti viví un gran momento. Estaba tapado en San Lorenzo, fui a jugar allá -responde desde Buenos Aires- y me encantó. Conocí gente de gran valor humano», exclama. Parece un embajador del fútbol. Habla con mucho respeto y cuidado, y no da la impresión de ser aquel endemoniado '5' de Boca.

– ¿Que recordás de esta zona?

– La gente. Pero sobre todo un partido de noche. Se cortó la luz faltando cinco minutos, perdíamos y nos quedábamos afuera. Recuerdo que de ellos (Boca de Bariloche) jugaba 'Pinino' Más. Levantamos esa maravillosa hinchada, les hicimos un gol en la última jugada y clasificamos.

– ¿Es cierto que cuando dejás de jugar lo que más extrañás es el vestuario?

– A mí no me pasó. Yo extraño la hinchada, sentir el aliento en la cancha. Ser técnico es raro, diferente. Empieza el partido y estás al costado, no podés hacer nada, y por momentos te sentís indefenso, inútil.

– ¿Y en las canchas ajenas, cómo te tratan?

– Hay gente que me quiere y otr que me odia, viste. Hay que adaptarse, pero a veces se me sale la cadena, los quiero matar. Lo que pasa es que hay tipos a los que la esposa no los deja hacer nada en la casa y se desquitan conmigo.

– Hoy no es fácil ser técnico…

– No, para nada. Estamos poco protegidos por la AFA, en todos los aspectos. Muchos colegas pierden tres partidos y le cortan la cabeza, y para colmo no les pagan. Te caes y te pisan. Es una locura, pero es así.

A los hinchas de Boca quizá le duela. Pero él dice que tiene su alma partida en dos: un pedazo en Boedo y el otro en los rincones de Caminito. Aún así, por momentos, en la Visera parece escucharse el «Giunta, Giunta, Giunta…».

 

Sebastián Busader

 

«Un loco de verdad»

CIPOLLETTI (AC).- Si de leyendas urbanas se trata, Blas Armando Giunta tiene varias. Como en aquel partido entre Boca y Ferrocarril Oeste, cuando fue a buscar una pelota al vacío y sin pensarlo quedó desparramado en el suelo. Con alma y vida, le había entrado un 'rockerito' vestido de arquero, al que le decían «Mono». El gladiador bostero se levantó y sólo le dijo: «¿Qué hacés pibe, querés morir en este instante?». Aún hoy Germán Burgos lo cuenta con un escalofrío corriendole por la espalda.

En Cipolletti, la del partido con Boca de Bariloche quedó para la posteridad. Y otra anécdota que se cuenta en los pasillos ocurrió de regreso a la ciudad, luego de ganarle la final a Comodoro Rivadavia en Bahía Blanca y haber logrado el pasaje al Nacional del '85. El técnico de ese entonces, Horacio Harguindeguy, tenía una cábala bilardiana: usaba zapatos blancos en todos los partidos. Grave error el del entrenador dormirse durante el viaje, justo cuando cruzaban el puente sobre el Río Colorado. Con la picardía y la frescura que lo pintaba de cuerpo entero, Giunta lanzó por la ventanilla los zapatos de Harguindeguy, que terminaron en el fondo del río. «Cuando se despertó, lo quería matar», recuerdan los memoriosos.

«El loco era así. Un personaje con todas las letras, pero un jugador y una persona bárbara. Un ganador nato», recuerda el «Ruso» Strack, quien compartió la mitad de cancha con Blas Armando. (S.B.)

 

Diego, el amigo

CIPOLLETTI (AC).- Blas Armando compartió con Maradona vestuarios, viajes y una amistad que el tiempo no se ha devorado. Habla desde la bronca. Al '10' lo quiere como a un hermano. Por ello dice que el ambiente del fútbol le dio mucho, pero le quitó más. «Este mundo te come. Para colmo a Diego lo quieren alejar del fútbol, cuando es lo que lo puede salvar».

-Vos jugaste con Diego. ¿Te dolió mucho lo que le sucedió?

– Fue un dolor en el alma. Le tenía que suceder esto para que siente cabeza. Es un ser espectacular y hay que ayudarlo. El fútbol tiene que ayudarlo, y no dejarlo de lado. Debe trabajar en este ambiente para sentirse bien.

– Entonces, ¿no te sorprendió todo lo que ocurrió?

– Claro que no. Fueron más de 20 años de estar en los primeros planos y este mundo te come, es despiadado. Fue el tipo más conocido del planeta. Qué querés…

– ¿Sus compañeros lo aconsejaban?

– Siempre nos decía que no aceptaba consejos. Atrás del nombre Maradona hay un muchacho espectacular

– ¿Seguís en contacto con él?

– Hablo con la mujer. Claudia (Villafañe) siempre estuvo en los momentos difícil. De Coppola no hablo porque no se. Pero lo de ella es para elogiar. (SB)


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