Un luchador medieval en Villa la Angostura

Federico Fischer y Sofía Cervera llegaron a la vivir a la villa hace un año y desde allí cuentan las características del deporte que aman.

En los bosques de Villa la Angosturas dos caballeros medievales luchan con sus armaduras, sus espadas, escudos, hachas y mazas. No es que estén filmando una película del Medioevo, son Feredico Fischer y Sofía Cervera, que entrenan un día cualquiera. Cordillera, cielo azul y la imagen de Federico con su kilt (especie de pollera) y su cinturón de campeón, de cara al paisaje patagónico impacta e invita a conocer más sobre su pasión.

Cuando la pandemia asomaba la cola Federico y Sofía comenzaban una vida nueva. En marzo del 2020 se mudaron de Mar del Plata a La Angostura. Él, tiene 29 años y se había enamorado del lugar una vez que fue de mochilero. Ella 31, de chica vivió allá y siempre quiso volver. Por eso, por años juntaron plata, ahorraron y dijeron “vamos”.

Federico ahora trabaja de entrenador físico en dos gimnasios y hace entrenamiento personalizado para luchadores y cualquier persona que quiera entrenar y Sofía es arquitecta.

Federico y Sofía trabajan para armar un club en la villa.

Cuando Federico tenía 8 años, comenzó a despabilar esta pasión por la lucha medieval. Miraba películas o jugaba a un jueguito y decía “que bueno los caballeros, las armaduras y los caballos”. Comenzó como una fantasía, un juego animado por El Señor de los Anillos, Calabozos y dragones, típicas cosas medievales fantásticas de esos años.

A los 15 o 16 se lanzó en el proyecto de armar una armadura, anillo por anillo. Era un pasatiempo, un hobby, y a los 19 años lo terminó. Leía manuales de lo que era la esgrima medieval, y el antiguo arte de manejar una espada.

Los combatientes usan armas sin filo y armaduras de la Edad Media, todas ellas reproducciones reales y existe un reglamento que marca las pautas.

Con un par de amigos en Mar del Plata, comenzaron a reunirse en plazas, llevaban palos, o unas espadas que improvisaban y armaron una especie de club de lucha medieval. En 2013, el deporte llegó a Argentina y fue como descubrir un tesoro. Lo llamó un chico de Buenos Aires y le propuso si le interesaba armar algo en Mar del Plata. De inmediato dijo: “sí, vamos con todo, estaba esperando ese llamado”.

No se trata de una recreación ni un espectáculo pactado, sino de una lucha feroz de muy alto nivel, con un gran desgaste físico.

El Combate medieval histórico (HMB por las siglas en inglés), como deporte nació en Europa del Este hacia fines de los noventa. Es de contacto pleno, con armas, golpes y armaduras reales.

“Las armaduras y espadas son de esa época y todo debe tener un fundamento histórico, no se puede ir disfrazado de elfo, o de orco. Todos los escudos, hachas, cascos, deben haber sido usadas en las peleas de la edad media”, explica Federico.

Hay categorías individuales y grupales. Hay duelos de uno contra uno, combates de 3 contra 3, 5 contra 5 y más. En el 2019, que fue el aniversario de los 10 años del mundial de este deporte se hizo 150 contra 150, en Servia.

Viajar y luchar

Federico habla con pasión del deporte y dice que una parte importante está marcada por el lema Fight and travel porque hay que viajar para pelear, porque nunca encuentran mucha gente en las ciudades que viven que haga esto.

El Combate medieval histórico es un deporte de contacto y lucha, con un fuerte rasgo histórico. Tuvo su origen en Europa del Este en lo 90’ y luego se expande por el mundo.

Uno de los últimos viajes, lo hizo a Buenos Aires en marzo para pelear en el Circuito Arena de Fuego (CAF). Luchó por 9 minutos en un uno contra uno y ganó el Campeonato de peso pesado en la categoría Profight K.

También estuvo en Praga en 2016 como representante de la selección argentina, en el 2018 en Roma peleando a los pies del Castillo de Santa Severa. En el mundial de Escocia representó a Argentina en un palacio hermoso. Ese año, con su equipo viajó a Moscú, Rusia a pelear con el club Hydra.

Fede ganó el campeonato de peso pesado, categoría Profight K.

“No hay fechas fijas, pero hasta la pandemia, se hacía un torneo cada mes y medio”, relata Federico y recalca que no va solo, ya que Sofía también compite y se destaca en el uno contra uno.

En este momento, hay 20 clubes en el país, Buenos Aires tiene mucha concentración, Córdoba tres, Mendoza dos y son Sofía, quieren formar uno en Villa La Angostura. “Ya tenemos preparada la primera charla, pero la idea es empezarlo a armar el próximo mes”, dice.

Integran el Club Hydra que está en Buenos Aires, con amigos que conocen desde que empezó el deporte. “Es como un rejunte de peleadores con experiencia de todo el país”, dibuja Fede.

Está en el club Hydra que reúne luchadores con experiencia de todo el país.

Un deporte completo

Las peleas duran unos minutos, los luchadores dan golpes reales y soportan el peso de su armadura. Federico sostiene que una armadura ligera puede pesar 28 kilos, la de él pesa 32.

“Cada uno la adapta lo mejor que puede a su estilo. Si quiero estar más cubierto, pongo más peso, si se que me puedo mover más rápido, tal vez puedo dejar desprotegida una zona. Para los marshalls, que son los árbitros, tenés que estar todo cubierto de metal. Al fin y al cabo te están pegando con un fierro”.

Por lo general las armaduras, se las hacen ellos mismos. El deporte, no solo requiere que estén muy entrenados, también les enseña a cortar cuero, trabajar con el metal a coser. Es parte de la competencia, porque si se rompe algo hay que tener la habilidad de arreglarlo para seguir peleando.

Cuando viajan a algún mundial, compran armaduras de buena calidad, que son caras. También algunos herreros nacionales con los años incorporaron experiencia en el desarrollo del armamento y creció mucho el deporte.

Luchar, convertirse en artesano, peleador es lindo y postulan que hay lugar para todos. Si alguien no quiere pelear puede ser escudero, artesano, estar de apoyo, en el comité de historicidad o marshalls.

“El combate Medieval es una parte muy importante en mi vida. Me delimitó el camino y me enfocó en la profesión que hago. De tanto entrenar descubrí que eso me interesaba, entrenarme, entrenar a otros. Es un deporte muy lindo y tengo mucho para agradecerle”, concluye.


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