Un país fracturado que no halla la salida

Bangkok se desbarrancó ayer una vez más camino al caos. Varios tanques recorrían las calles de la capital tailandesa, mientras miles de manifestantes vestidos de rojo llamaban a un levantamiento.

La última esperanza del país, el joven primer ministro Abhisit Vejjajiva, de 44 años, «ha fracasado» apenas cuatro meses después de su investidura, apunta el diario «Bangkok Post». El sábado, los manifestantes asaltaron una cumbre regional con una docena de jefes de Estado y de gobierno de los países vecinos en el balneario de Pattaya, y forzaron la cancelación del encuentro, obligando a evacuar en helicóptero a los jefes de Estado y gobierno llegados al lugar, sobrevolando la turba de opositores. Un bochorno sin precedentes.

Después, su propia salida del palacio. La supervivencia política será ahora difícil para Abhisit.

Tras tres años de tumultos políticos, Tailandia se precipitó este fin de semana más aún hacia la crisis. La esperanza de que el joven y preparado Abhisit, un egresado de Oxford, consiguiera cerrar el profundo abismo existente entre las masas de tailandeses empobrecidos y las élites tradicionales ha demostrado ser obsoleta.

Las escenas de caos público son habituales en Bangkok en los últimos tres años. Pero hasta diciembre de 2008 los manifestantes que atacaban las oficinas del gobierno, que bloqueaban las calles y que llegaron a paralizar el país con la ocupación de los aeropuertos iban vestidos de amarillo. En ese clima de tensión, el mayor tribunal del país ordenó la disolución del entonces partido del gobierno y dejó el camino libre para la llegada de Abhisit.

Ahora son los «camisas rojas», los seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra y de su gobierno derrocado en 2006, los que se lanzan a las calles. Por el momento no hay una solución a la vista. (DPA)


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