Un repertorio de sentimientos

Arévalo realizó la última función de «Diario de un loco» en San Martín.Su labor le dio la distinción como mejor actor dramático en un festival. Ahora explora textos y prepara el desafío de otro unipersonal.

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- «Diario de un loco» fue una exploración de sentimientos, de reacciones, de vivencias y empatía entre público y actor. Así lo confirmaron las más de 20 representaciones de la adaptación propia del cuento de Nicolás Gogol, que realizó aquí Horacio Arévalo.

Su labor le valió la mención al mejor actor dramático en el Festival de Teatro Patagonia 2000, que se realizó en la ciudad de Neuquén. La obra, que vio la luz en San Martín de los Andes, paseó por la provincia y se repondrá el próximo seis de abril en Piedra del Aguila.

Pero para Arévalo, la del fin de semana pasado fue la última representación en San Martín. Este hombre inquieto, que combina la pasión por el teatro con la bicicleta en trabajos de mensajería, ya se dispone a bucear en nuevos textos para lanzarse a la puesta de otro unipersonal, con temática de estricta actualidad.

Arévalo, de 62 años, es actor desde los 18. Director, escritor y actor, paseó por escenarios de todo el país, sets de televisión y locaciones de películas. Fue asistente de dirección de Inda Ledesma, Hugo Moser y Rodolfo Ledo, entre otros. Desde hace cinco años reside en San Martín de los Andes.

«Diario de un loco» me obligó a trabajar mucho desde las acciones para llegar a una gran diversidad de sentimientos; es una obra de estructura dramática muy fuerte, con mucha profundidad, con vigencia temática a pesar de estar ambientada en el siglo XIX, que te lleva a explorar los estadíos del personaje en un ida y vuelta con el público», dijo Arévalo a este diario.

El balance, claro, es más que positivo. Y sin duda, la elección de la obra fue acertada a pesar de que el cuento de Gogol tiene tras de sí muchas adaptaciones e interpretaciones, incluso de actores de cartelera internacional. De algún modo, ese dato fue un desafío adicional para Arévalo.

«No fue difícil adaptar el cuento… Gogol era además un gran dramaturgo, de modo que prácticamente escribía con acciones. Tuve que expurgar un poco el componente literario y surgió la obra…», dijo.

El tránsito de estadíos psicológicos que propone el personaje, multiplica la diversidad de reacciones, que fueron visibles en la sala de la Biblioteca Nueve de Julio, donde se puso la obra. «Al principio, intimida, pero luego el público va desde risas a grandes emociones; mucha gente me decía después de la obra de su conmoción. O me encontré con gente desprevenida, que no conocía el tenor del texto, que no sabía si reírse o no, para no perderse lo que seguía… Fue muy emotivo y ese es el mejor pago que puede recibir un actor», comentó.

Ahora vendrán nuevas propuestas que Arévalo estudia. Lector obsesivo, cualquiera que escoja tendrá como denominador común el compromiso, siempre presente en la vida de este «prepotente» del trabajo.


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