Una charla indiscreta y un policía atento, las claves para esclarecer un crimen

El caso Mérgola llegó por fin a la etapa de juicio oral. Ocurrió el 9 de julio del año pasado, y se esclareció en pocas horas por una serie de casualidades.

Un descuido, una palabra de más, una mirada despierta, cierta dosis de perspicacia y el azar a veces se combinan para que un homicidio se esclarezca en cuestión de horas. Es lo que parece haber sucedido en el caso del asesinato de Ernesto Daniel Rodríguez, por el cual comenzó a ser juzgado hoy Maximiliano Mérgola en Neuquén. Lo que eran piezas dispersas de un rompecabezas encajaron de golpe, articuladas por un suboficial de oído atento y mirada aguda que fue el último en llegar, pero el primero en ver el cuadro completo.

El caso Mérgola es bien conocido por las demoras en llegar a juicio, tantas que fue necesaria una ley para extender la prisión preventiva del imputado más allá del año que autoriza el Código Procesal Penal.

El homicidio ocurrió el 9 de julio del año pasado, alrededor de las 5 de la madrugada. En la audiencia de hoy, en la que se cumplió de manera estricta el protocolo de seguridad sanitaria, se conocieron las circunstancias que rodearon el caso aunque todavía sigue sin saberse el móvil del crimen.


El padre y el amigo


El 8 de julio a las 22 aproximadamente, Maximiliano Mérgola (18), su padre y un amigo de ambos estaban bebiendo en la Avenida Olascoaga, en una zona cercana al balneario Río Grande.

Maximiliano discutió con el amigo de su padre (en esa época estaban alojados en su casa, no tenían dónde vivir), se separó de ellos y comenzó a caminar hacia el Bajo.


Arrestados


Un poco más tarde, a las 23, un patrullero de la Comisaría Segunda demoró a Mérgola padre y a su amigo invocando una contravención (ebriedad, disturbios en la vía pública, alguno de esos artículos que dan facultades discrecionales a la policía) y ambos terminaron en la Alcaidía de la unidad.

El homicidio de Ernesto Daniel Rodríguez, como se dijo, ocurrió a las 5 de la madrugada en la esquina de Santa Cruz y Montevideo. Lo mataron a golpes en la cabeza con un trozo de cordón cuneta, nunca se supo por qué.

Pero el cuerpo quedó oculto entre el cordón de la vereda y un automóvil abandonado, al amparo de la oscuridad de esa época del año.

El lugar del hecho. El cuerpo quedó entre el auto y la vereda.

Entre las 5:30 y las 6, Maximiliano Mérgola fue detenido por intentar robar un minimercado ubicado a pocas cuadras de allí. Los policías lo atraparon alertados por vecinos, y lo llevaron demorado a la comisaría Segunda, en Olascoaga y Montevideo.

Lo alojaron en la Alcaidía, donde se reencontró con su padre y el amigo.

El policía a cargo de la custodia de los detenidos, que entró a trabajar a esa hora, fue clave para unir todos los puntos de la historia. Declaró en último término en la audiencia de hoy.

Sabía que Mérgola padre y su amigo estaban detenidos por una contravención, y el hijo por un intento de robo. También reparó en que tenía manchas de sangre en las zapatillas.

Cumpliendo el protocolo, trasladó a los tres hasta el departamento Sanidad y Judiciales, en la calle Ministro González, para que los revisen y los fichen como paso previo a dejarlos en libertad.


La conversación


Maximiliano Mérgola en una de las audiencias. (Imagen Zoom)

Mientras esperaban que el médico los atendiera, el custodia escuchó que Maximiliano le contaba a su padre: «lo hice mierda, lo cagué a palos, le dí un par de piñas, agarré un ladrillo y lo golpeé».

El padre le respondió «vos te vas para la 11», en alusión a la Unidad de Detención, pero el hijo lo tranquilizó: «no creo que me pase nada, no tengo antecedentes».

El policía escuchó la conversación sin saber a qué se referían.

La charla siguió, Maximiliano Mérgola contó más detalles sobre la pelea que había tenido. Por estar esposado no podía imitar el gesto de dar golpes de puño, de modo que lo hacía con los pies, como si le pisara el rostro a alguien.


La esquina obligada


Terminado el trámite en Sanidad y en Judiciales, emprendieron el regreso a la comisaría Segunda. El recorrido los obligó a pasar por Santa Cruz y Montevideo, donde se toparon con un operativo policial: acababan de encontrar el cadáver de Ernesto Daniel Rodríguez.

El custodia relacionó enseguida el crimen con la indiscreta conversación de los Mérgola. Apenas llegaron a la comisaría Segunda informó al jefe de guardia sobre lo que había escuchado, y Maximiliano Mérgola se convirtió en el principal sospechoso del homicidio.

El amigo de su padre confirmó la historia en la audiencia de hoy. Aportó más detalles: mientras estaban en la Alcaidía de la comisaría Segunda, los Mérgola conversaron «sobre una pelea que había tenido con un pibe en la calle» al que «le había pegado en la cabeza con una piedra».

El testigo también confesó que tenía miedo por su integridad física. Conoce a los Mérgola, y ellos saben dónde ubicarlo a él. La fiscalía no le ofreció protección.

Zvilling y Zabala, dos de los jueces presenciales. Estefanía Saulí estuvo por Zoom.

Los demás policías que declararon en la audiencia de hoy conocían un fragmento de la historia. El que permitió unir las piezas fue el custodio que, con un poco de fortuna, dedujo de una vez la solución del caso.

Si el homicidio y la detención se hubieran producido en comisarías distintas, quién sabe cuánto se hubiera demorado en armar el rompecabezas.

El juicio continuará mañana con 7 testigos y el viernes serán los alegatos.


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