Una familia de crianceros que resiste la presión inmobiliaria

Están, canal de por medio, de un barrio privado de Neuquén. Ellos estaban antes de la urbanización. Cocinan con leña y alimentan a una jauría de perros que son su compañía.

Alicia Ñancu usa el apellido que era de su mamá porque su padre era un dragoneante, casado, y “no estaba bien visto” que le pusiera el apellido a la nueva familia que formó cuando se vino al sur, adonde lo trajo su destino de militar. Su padre era de San Luis.

Hoy Alicia sigue en el puesto que era de su padre y en el que vivió con su mamá, canal de por medio con el coqueto Rincón Club de Campo, el barrio cerrado donde vive la plana mayor de la política neuquina, del Poder Judicial y parte del empresariado de la región.

Los separa un alambrado y una vida más humilde: cocina con leña afuera de su casa el alimento de sus perras para gastar menos garrafa, por ejemplo.

“Mi bisabuela fue cautiva, la compraron en Buenos Aires (Azul) y la trajeron de esclava a los 14 ó 15 y tenía rasgos afro, de mulata; mi mamá era de Catan Lil; y yo llegué al puesto acá cuando tenía un año, porque a mi papá en el 50, en tiempo de Perón, le entregaron la tierra para que la trabaje”, explicó Alicia, a sus 71.

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En 2014 el Deliberante autorizó que esta zona se vendiera a los ocupantes “preexistentes” y desde entonces Alicia Ñancu y su familia tienen conflicto con otros compradores inmobiliarios y con su propia sangre, que también vendió lo que era la parte de la casa materna, dijo.

En su vivienda hay fotos de su padre en el puesto y alguna de las últimas de su madre, antes de que falleciera en 1993.

Cinco terrenos

El 12 de abril el Deliberante autorizó los indicadores urbanos para esos 5 terrenos, linderos y vecinos con el barrio cerrado.

La autorización incluyó a Marta Palacios, que vive a no más de 20 metros del lugar. Palacios compró y reformó lo que según Alicia, era la casa de su madre y que un sobrino vendió en momentos en que habían apoderado a un abogado para que arreglara los papeles.

Según explicó la concejal María Eugenia Ferrareso, con la aprobación para que el lugar tenga los indicadores, se inició el camino para que cada uno de los poseedores en el lugar, puedan mensurar y escriturar. En la última ordenanza (13792/18) se excluyó a un comprador inmobiliario que inicialmente había sido alcanzado por la medida.

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Los papeles muestran 5 terrenos a la vera del canal, y una calle en paralelo que luego se transformará en la línea municipal, explicó Ferrareso. Esa arteria limita con el área protegida de Parque Norte.

“Ellos son preexistentes al barrio cerrado y al área protegida; por eso se les autorizó a la venta, ahora pueden hacer su mensura y la municipalidad deberá delimitar la calle. Cada terreno tendrá los servicio en la línea municipal, así lo indica la ley”, sostuvo Ferrareso.

Desde Cerros Colorados

El valle inferior del río Neuquén se caracterizó hasta los 80 por ser una zona poco atractiva para el desarrollo inmobiliario debido a que, cuando el río crecía por las lluvias en la zona norte de la provincia, se inundaba.

El lugar que tomó nombre de quien era un antiguo poblador y que se dedicaba a la crianza de ganado menor, tuvo su explosión luego de la semirregulación del río y del complejo Cerros Colorados que tomó el agua y la embalsó en los dos grandes lagos artificiales: Los Barreales y Mari Menuco.

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El barrio Rincón de Emilio, de hecho, tiene una defensa de un terraplén y quien transita sobre ella, en determinadas épocas puede observar que la cota del río está en un nivel superior a la base del barrio. Todavía no se solucionan los deslaves de las bardas hacia el valle.

“Se trata de pobladores preexistentes al barrio cerrado y a la denominación de área protegida de Bardas Norte”.

María Eugenia Ferrareso es concejal del Movimiento Popular Neuquino.

Dos datos

“Me amparé en la ley de pueblos originarios”

Alicia se muestra orgullosa de su estirpe mapuche y no dudó en apelar a sus raíces para defenderse del avance de la urbanización hacia el puesto, que peligrosamente llegó a las puertas de su casa cuando se le autorizó la venta de la zona a un comprador inmobiliario.

La ordenanza que se sancionó el 12 de abril pasado corrigió aquello, y sólo podrán escriturar quienes fueron los poseedores veinteañales, dejando afuera a un comprador particular al que se le había permitido en venta más de 7.000 metros cuadrados.

“Era como una batalla de ahogados, vi tanto atropello que me amparé en la ley de pueblos originarios y nos conformamos en Lof Mapuche”, explicó.

Reconoció que “ahora dicen que la gente se vuelve mapuche para tener tierras, yo soy mapuche y no me van a sacar de esta tierra que era de mi padre y de mi madre. Mi hermano le puso el apellido Fernández a sus hijos por su señora, porque le daba vergüenza ser Ñancu. Yo lo llevo con orgullo; soy nieta de Vicente Ñancu y Juana Huarque”.

No siempre vivió de puestera. Cuando se casó, su esposo era chofer y vivieron en Gregorio Alvarez; ella estudiaba auxiliar de contador hasta que “mis papás enfermaron y dejé de estudiar; me volví al puesto y fui cadete, trabajaba en farmacias, fui cocinera y planchadora incluso trabajé con gente muy poderosa acá al lado, que no querían pagar ni aguinaldos ni vacaciones”, recordó con picardía.

Cuando vivía su padre, en el puesto se producía para proveer a los comercios de Neuquén, que aún era un pueblo. “Mi papá cosechaba azafrán que vendía al hotel Confluencia y otros negocios, había zapallos, melones, sandías, papas, cebolla y ajo”, destacó.

El contraste entre el oasis creado artificialmente y la aridez de la barda que niega bienestar.
Mauro Pérez

Con los nuevos indicadores esperan mensurar y lograr servicios

Con los indicadores
se podrá activar la denominación catastral de la calle y la línea municipal para regularizar y entregar la escritura.

Datos

“Se trata de pobladores preexistentes al barrio cerrado y a la denominación de área protegida de Bardas Norte”.
13.792
es el número de la ordenanza que fijó los indicadores urbanos similares a los de Rincón de Emilio.
5
son los terrenos en los cuales se excluyó la posibilidad de regularizar a los que no sean pobladores preexistentes.
Con la ordenanza que estableció indicadores urbanos para los cinco terrenos lindantes al barrio cerrado “lo que espero es que en un corto plazo, tengamos la mensura y nos puedan hacer el boleto de compra venta para pagar y obtener la escritura”, dijo Marta Palacio, otra de las residentes en el lugar.
Agregó que en corto plazo “esperamos también la apertura de la calle, porque eso nos permitirá tener otros servicios: hoy el medidor está en el patio de la señora Ñancu y el servicio no es bueno por el empalme de más de 20 metros” que hay entre el medidor y su vivienda.
Agregó que logró contar con gas luego de pagar una obra y obtener una servidumbre de paso de la conexión que viene del barrio cerrado.
Con los indicadores
se podrá activar la denominación catastral de la calle y la línea municipal para regularizar y entregar la escritura.

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