Una inteligencia “ciega”: ¿torpeza o racismo?

BERLÍN.- La serie de asesinatos neonazis que el próximo lunes comenzará a ser juzgada en uno de los juicios más esperados desde la posguerra en Alemania sólo fue posible gracias a la escandalosa ineficacia de las fuerzas de seguridad. Pero ¿en qué medida fue casual esa ceguera? ¿Hubo algo más que simple torpeza? El trío neonazi Resistencia Nacionalsocialista (NSU) asesinó a ocho inmigrantes turcos, uno griego y una policía del 2000 al 2007 sin despertar la más mínima sospecha en los servicios secretos y la policía, que incluso investigaron durante años a las familias de las víctimas creyendo que se trataba de crímenes de la mafia turca. Sólo la muerte de dos miembros de la NSU en noviembre del 2011 reveló que se trataba de asesinatos racistas y destapó un increíble entramado de caos en las estructuras policiales, menosprecio político al riesgo de la ultraderecha, complicidad de agentes infiltrados y destrucción de pruebas que impidió frenar antes los crímenes. “Considerar que en la investigación sólo hubo accidentes es burlarse de las víctimas”, denunció a la agencia DPA en noviembre el representante de la comunidad turca en Alemania, Kenan Kolat. Pensar que únicamente hubo errores inocentes “subestima hasta qué punto está extendido el racismo institucional en Alemania”. Sebastian Edathy, presidente de la comisión de investigación creada por el Parlamento para aclarar los fallos de la investigación y depurar responsabilidades, consideró que Alemania “no tiene una policía o una inteligencia racistas, pero sí elementos racistas en ambos cuerpos”. En diálogo con periodistas extranjeros en Berlín, Edathy detalló tres causas que impidieron frenar a los asesinos: falta de cooperación entre los 36 organismos de seguridad nacionales y regionales de Alemania, “menosprecio masivo” del peligro que representaba la extrema derecha y el hecho de que la policía se aferrara durante años a la teoría de la mafia de inmigrantes. Edathy admitió que en este punto funcionaron prejuicios racistas y citó a un alto mando policial explicando que no había pistas sobre la supuesta mafia porque “ocultar la verdad a la policía forma parte de la mentalidad turca”. “Ese hombre nunca debió llegar a ser policía”, lamentó el experto. Obsesión por el islamismo Obsesionados con el islamismo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, los gobiernos y la seguridad alemanes se centraron en prevenir esa amenaza y descuidaron la de la extrema derecha. O, como se dice en Alemania, quedaron “ciegos del ojo derecho”. “No sé si ese ojo estaba ciego, pero sin duda no vio bien”, admitió Edathy. Por eso, al presentar sus conclusiones en agosto de este año, la comisión también propondrá una amplia reforma de la seguridad alemana para lograr más coordinación, más capacitación y más límites al accionar de los agentes infiltrados, algunos de los cuales tenían vínculos con el trío asesino y son sospechosos de haberlo encubierto. Hasta entonces, el escándalo ya cambió la cara de la seguridad alemana. El entonces presidente de los servicios de inteligencia, Heinz Fromm, dejó el cargo en julio del 2012 después de que se destapara que los servicios secretos habían destruido actas sobre el caso. En los meses siguientes renunciaron también sus pares de Turingia, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Berlín, mientras diversos estados federados creaban también sus propias comisiones de investigación. En septiembre del 2012 comenzó a funcionar también por primera vez un banco de datos único de neonazis, para centralizar información de las 22.400 personas consideradas de extrema derecha en el país, incluyendo 9.800 supuestos neonazis. La presentación de las conclusiones de la comisión y el megajuicio a la única superviviente del trío neonazi y a cuatro cómplices, que podría durar más de dos años, serán los próximos pasos en la superación de lo que la propia canciller Angela Merkel calificó una y otra vez de “una vergüenza”. Edathy tampoco esconde su visión de lo ocurrido. Para el experto, se trata ni más ni menos que “del peor error de los servicios de inteligencia alemanes desde la posguerra”.

Almudena de Cabo DPA


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