Una neuquina de viaje por el mundo más desigual

Los derechos de las mujeres siguen brillando por su ausencia tanto en países del Norte de África, Asia y Oriente Medio. Laila Salazar recorre las calles con su cámara, retrata y denuncia algunos signos de violencia, marginalidad e injusticia.

Laila Salazar mira el mundo por el que viajó. Busca entre las imágenes a las mujeres que capturó con su lente. Vuelve a través de ellas a las calles de Asia, África y Oriente Medio. Se encuentra con esas miradas profundas que callan, piensa en las injusticias y pide libertad.

Es neuquina y el año pasado, junto a su pareja Gabriel dejaron sus trabajos, vendieron todo y salieron al mundo. Los dos hacen fotografía y querían descubrir otras culturas. Primero fueron a Barcelona, siguieron por Francia, Italia, Croacia y decidieron dejar Europa. Buscaban un choque más fuerte y lo encontraron.

Se movían por plataformas para buscar alojamientos en casas de familia. Enviaban solicitudes y desde Estambul, Turquía, un nativo fanático de Ricardo Darín los invitó a pasar una estadía.

Al llegar a Turquía

En los diálogos con el turco que los alojaba, Laila comenzó a ver que allí, una mujer de buenos modales es la que espera el matrimonio, al candidato con buena posición económica. En ese país, el 90 % de la población es musulmana. El islam es la primera religión y al salir a la calle es uno de los primeros baños de desigualdad que vivió y retrató con su lente.

Estambul, Turquia: Mujeres se cubren las cabeza y se dirigen a su Mezquita a rezar a Alá. Foto Laila Salazar

“Cuando suena la llamada, hombres y mujeres se dirigen a rezar a Alá. Muchas mujeres a mi alrededor cubren su pelo, y esperan atentas el ingreso de los hombres. Todas ingresaremos, después de ellos. Deberemos arrodillarnos en la parte de atrás, dejando las primeras filas reservadas a los hombres. La mujer se cubre para evitar miradas vulgares e impiadosas, porque si no invita al hombre a tener actitudes obscenas”, escribe.

Venta de Hidjab en el mercado. Foto Laila Salazar.

Hoy recuerda y dice que antes de salir de Argentina estaba al tanto de los femicidios y le parecían una atrocidad, pero no militaba en ninguna agrupación feminista. Cuando llegó allí empezó el viaje con un dedo acusador encima y «me empezó a hacer ruido el lugar de la mujer en el mundo». 

De ahí se fueron a Tailandia

Al llegar asistieron a una ceremonia Budista y las cosas no mejoraron.

“Día soleado, calor agobiante, caminamos en silencio; primero una fila de hombres vestidos de color ladrillo, después mujeres con el pelo rasurado vestidas de color claro. Al final venimos nosotras, también vestidas de blanco. Aunque nos despojamos de todo, no existen bienes materiales que puedan distinguirnos, ni siquiera nuestras ropas, un gesto acusador nos divide”, escribe.

Chiang Mai, Tailandia. Ceremonia Budista. Previa al año nuevo Tailandes.
Foto Laila Salazar.

Reflexiona y cuenta que al budismo está idealizado. Que se asocia a lo espiritual, al amor, pero la igualdad cuando estuvo ahí no la sintió. Las mujeres no llegan a ser monjes, tienen una condición anterior, se tienen que rasurar el pelo y su rol es limpiar, cocinar o atender al monje.

Y vuelve a narrar sus recuerdos: “Nos reunimos todos ante la mirada del gran Buda, meditamos las 24 horas, despojándonos de lo material para reconocernos seres iguales. Al salir el sol, nos levantamos a ofrendar a los monjes los alimentos recibidos. Nosotras debemos reverenciar al monje, caminar unos metros de rodillas a la luz de la mirada de los hombres.

Forest Monastery –Tailandia: Meditación Matinal mediante caminata guiada por los Monjes. Foto Laila Salazar.

«Cuando la mesa está servida nos dividiremos en dos filas, los hombres comenzarán a pasar primero, se servirán de la mesa más larga, más variada en alimentos y después pasaremos nosotras”, dice.

Luego de la ceremonia, en las calles, las injusticias insisten. La prostitución infantil y de adolescentes es una plaga nacional en Tailandia. Mujeres, niñas, transexuales y ladyboys en Bangkok están obligados a prostituirse para escapar de la pobreza. Como es ilegal, bares o centros de masajes son algunos de los prostíbulos camuflados. El país se sitúa así, como uno de los destinos elegidos para el “turismo sexual”.

Pucket, Tailandia: Centro de Masajes, Tailandia es reconocida por el turismo sexual, explotando principalmente a mujeres, niñas, transexuales y ladyboys. Foto Laila Salazar.

A la India.

En la India el espacio público está marcado como territorio de los hombres. Para las mujeres las estadísticas son lúgubres. Hay un alto riesgo de violencia sexual y de esclavitud laboral. La violación y asesinato de una estudiante en un autobús de Delhi en 2012 hizo de la violencia contra la mujer una prioridad nacional, pero las cosas no cambiaron demasiado desde ese entonces.

Varanassi, India: La ceremonia del primer baño del día en el río Ganges, y el agradecimiento. Mujeres por un lado, y los hombres por otro. Foto Laila Salazar.

Laila, por las calles de New Delhi, toma la imagen al caer la tarde cuando, según describe, se ven las mujeres van al mercado de las calles alejadas del centro y en Varanassi presencia una ceremonia frente al río Ganjes.

“Los hombres llenan las calles durante todo el día. El calor consigue agobiarme, las miradas también, cubro mis hombros aunque puedo dejar mi pelo al viento. Un humo invade las veredas y escalinatas y nos invita a bajar al río. Algunas pocas privilegiadas de otras tierras -cuyo pasaporte nos avala- nos sentaremos a un costado a observar”, escribe.

New Delhi, India: Al caer la tarde, las mujeres salen de sus casas al mercado que se despliega en las calles alejadas del centro. Foto Laila Salazar.

Según sus palabras, allí los hombres despiden los restos de algún familiar e incineran sus cuerpos. El Karma hará su recorrido final ante la diosa Shiva y el ciclo estará terminado cuando las cenizas sean esparcidas en esas aguas pero una diosa será la única mujer invitada. Las demás, por pasionales, por llorar y sentir de manera expresiva, deberán quedarse en casa.

Varanassi, India: Mujeres Indias turistas recorren la diosa Shiva (Río Ganges)
Foto Laila Salazar.

Marruecos, África del Norte

Se quedaron en una casa de familia, sin poder intercambiar palabras por la dificultad con el idioma. En ese país dio un taller de fotografía para musulmanas, coordinado por una ONG que les enseña inglés para que trabajen con el turismo y aporta a su empoderamiento.

Laila con dos mujeres musulmanas. Foto Laila Salazar.

“El atardecer irrumpe en este día con fuerza, el Zoco (mercado) ruge fuerte ante el bullicio de turistas y las familias negocian el precio de una vasija. La posibilidad de la mujer queda reducida al matrimonio y a la crianza de los hijos, bajo la custodia del hombre que provee en el hogar”, escribe y avanza por esas calles.

La violencia contra las mujeres fue calificada como pandemia global por la ONU y por el Banco Mundial y los países de Norte de África, Asia y Oriente Medio son los que registran los peores índices

Naciones Unidas

En Marruecos, más de la mitad de las mujeres sufre violencia, según la encuesta nacional realizada por el Ministerio de Familia de 2019. En la última década hubo avances legales, sin embargo, el número de víctimas aumentó. Una de las razones es que toman coraje y se atreven a contar sus casos.

Casablanca, Marruecos: Pasillos y construcciones típicos de Casablanca. Foto Laila Salazar.

En las fotos recupera ese espacio, en el que algunas luchas toman forma. “Unas pocas heroínas e intelectuales abren las puertas de una vieja casona, de los pasillos del Zoco e izan la bandera del libre pensamiento de la mujer. No usan pantalones, llevan sus Hidjab”, dice y cuenta que militan para concientizar sobre los derechos de la mujer.

Ahora, desde Plottier, su ciudad a la que volvió hace pocos meses, sus palabras e imágenes se cruzan y escribe un deseo: “La libertad no es utopía, somos todos y cada uno de nosotros los responsables de crear un mundo basado en el respeto a la vida, al amor, sin distinción de género. Libres nos queremos”.

Laila comparte las fotos de sus viajes en su página Nada Original: cuando has visto a alguien correr por los sueños ajenos?


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios