Astapro y una oportunidad que no se detiene ni siquiera en pandemia

La Asociación, que cumplirá 44 años en junio, brinda un contexto de capacitación constante para jóvenes y adultos con discapacidad. Allí logran adquirir conocimiento en diferentes oficios, y luego se los acompaña durante la inserción al ámbito laboral.

Astapro surgió como “Asociación Civil de Taller Protegido” el 12 de junio de 1977, debido a la preocupación de muchos padres sobre el futuro de sus hijos una vez egresados de la escuela especial. En junio de este año, la asociación cumple 44 años.


En aquel entonces, los padres de varios adolescentes comenzaron a reunirse y a realizar pequeños grupos de trabajos, para que los jóvenes se mantuvieran ocupados y entretenidos después de haber finalizado su pase por la escuela especial. Aquel esfuerzo llevó a que el Municipio les done el terreno en el que actualmente se encuentra el taller. Con sacrificio y poco a poco, lograron construir y levantar el edificio donde funciona la asociación, el cual lleva el nombre del señor Caso, uno de los tantos padres que junto con las familias trabajaron en este gran desarrollo.

“Fueron muchos los padres que trabajaron para la Asociación. Al principio empezaron con pocos alumnos y actualmente concurren 45 chicos” comentó la actual presidenta de la comisión, Edith Martín.

Los trabajos que se realizan en los talleres son variados. Allí, los alumnos fabrican distintos productos generando una entrada importante para el taller, ya que son muy requeridos. Estos productos se compran en el mismo taller, y se pueden encargar entre las 13 y las 17 al teléfono 4420199.

También realizan trabajos de madera de todo tipo, desde cosas pequeñas hasta muebles. Fabrican hermosas y confortables casas para perros, refugios para gatos y casitas para pájaros. Edith comenta que “el bordado mexicano, que realizan algunas de las alumnas, es verdaderamente para admirar”.

Con la presencialidad, se daba un clima de camaradería y trabajo en equipo.


Como se puede comprobar, el gran potencial de los alumnos de Astapro no tiene límites. En muchas ocasiones en casa necesitamos cosas de utilidad y desconocemos que en este taller podemos adquirirlas y, a la vez, colaborar con esta institución que desde hace más de cuarenta años viene realizando un gran trabajo.

Los alumnos también se encargan de la producción de dulces caseros, los cuales hacen con la fruta donada por empresas de empaques de la zona, y el mismo producto es utilizado para la merienda en el taller. Edith cuenta que en años normales se realizan muestras dos veces por año.

El trabajo de los profesores es inagotable, para que los alumnos (además de desarrollar y descubrir su potencial) puedan generar independencia para resolver sus problemas y generar sus propios recursos. En uno de los tantos talleres tratan sobre jardinería y huertas orgánicas, y los productos que se sacan de la huerta se utilizan para las comidas diarias que se ofrecen en el taller.

Desde este año, cada tallerista organizó grupos de 8 alumnos y les manda de 2 a 3 trabajados por semana o cada 15 días, dependiendo de la complejidad. Se retira todo el material en el taller, donde cada alumno obtiene su bolso con los elementos que va a necesitar. Algunos de estos trabajos se los quedan los alumnos, y otros se dedican a fabricar juguetes para entregarlos a merenderos y demás lugares, en el día del niño.

Algunas de las artesanías que se producen en los talleres de Astapro.


Los chicos cobran $3.300 todos los meses, y es un convenio de Astapro con el Ministerio de Trabajo. El taller es el intermediario entre cada alumno y el Ministerio para que se integren dentro del plan. La asociación tiene convenios con IUPA en dibujo, folklore y música, que por el momento están suspendidos por cuestiones de la pandemia.

“Esta semana nos notificaron del hospital para vacunar a todos los concurrentes y talleristas. Una vez que tengamos las segundas dosis y pasados los 15 días, podremos realizar otras formas de trabajo, ya que a los chicos les cuesta mucho no encontrarse en las clases de sus talleres porque es su medio de comunicación más importante”, asegura su presidenta, quien además afirma que en muchos hogares hay padres que trabajan todo el día y no pueden acompañar a sus hijos.

“El objetivo del taller es la reinserción de las personas con discapacidad. Hemos visto como muchos padres se sorprenden de los trabajos que realizan sus hijos, con resultados maravillosos. Algunos jóvenes que se encontraban encerrados en sus casas y solos, otros chicos que estaban en la calle y se han recuperado… Es una tarea muy dura, pero vale la pena”, señala Martín.

Los concurrentes son egresados de las escuelas especiales y pueden asistir a los talleres todos a partir de los 18 años. “Nuestros alumnos no tienen techo para aprender y realizar sus trabajos, pueden estar hasta cuando ellos mismos quieran o decidan”, cierra Edith.


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