Una plaza colmada, para que reinen la paz y la justicia entre los cipoleños

Más de 1.500 vecinos en el acto convocado por el Consejo de Iglesias Evangélicas

CIPOLLETTI (AC).- Una masiva cantidad de vecinos se plegó ayer desde las 16.30 en la plaza San Martín al llamado del Consejo de Iglesias Evangélicas. Pidieron que en Cipolletti «reine la paz, la justicia, la libertad, la solidaridad y la convivencia armónica».

«No hay que pensar que la solución es salir huyendo hacia otras provincias», enfatizó el pastor José Penizzotto, vicepresidente de esa institución cristiana. Lo dijo frente a más de 1.500 fieles y personas sin ese compromiso cristiano que acudieron para unirse en la exigencia y la oración.

Del encuentro participaron el presidente del Consejo, Luis Buck, pastores de las aproximadamente 30 iglesias de la ciudad y representantes de otras entidades similares de la zona.

Estuvieron también, aunque en distintos sectores de la plaza, el intendente Julio Arriaga y el diputado Guillermo Grosvald.

Hubo banderas, símbolos, carteles, cánticos, oraciones y enfáticos mensajes de unidad. Un gentío protagonista y consecuente con la consigna «Te pido paz para mi ciudad» enmarcó una jornada donde la línea referenció el pedido a Dios para que marque el camino, y a las autoridades con el fin de que asuman sus responsabilidades.

«Nuestra ciudad ha venido siendo sacudida por hechos de muerte que han provocado un profundo dolor, gran desconcierto y, este último mes, ha sembrado una sensación de miedo, pánico y una angustia enfermante en toda la población», señaló Penizzotto en la declaración oficial del plenario.

En busca de soluciones de fondo, el texto reclamó al pueblo de Cipolletti «que vuelva a Dios» porque «es tiempo de reflotar y establecer nuevamente los principios éticos y morales, el respeto mutuo, la solidaridad y la unidad, los que forjarán una comunidad con identidad propia y un futuro próspero».

Trabajo para los desocupados, educación de los niños y jóvenes, respeto a la dignidad de los docentes rionegrinos, para que haya hospitales «equipados como corresponde» y oraciones por las familias, ancianos, productores, comerciantes y todos los ámbitos del quehacer cotidiano resultaron contenidos por los mensajes.

Para las familias de las víctimas -«muy dolidas, que tienen preguntas sin respuestas»- se elevaron preces implorando «protección» y que frente a determinadas «estrategias humanas» se imponga «la verdad por sobre la injusticia».

La plaza, por casi dos horas, fue un inmenso anillo de gente que -tal como dijo un religioso- «no quiere resignarse a la calamidad. Debe terminarse esta potestad de muerte que pesa sobre Cipolletti. La oración y la unidad es el camino que llevará a la verdad y la justicia».


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