Una vida dedicada al periodismo

“En mis 34 años de periodista en el diario ‘Río Negro’ resaltan dos enormes desafíos.

El primero, cuando con expectativas y el corazón latiendo a mil entré en la vieja agencia de la Galería Roca, en Cipolletti, y el buen amigo, Agustín Mosteiro, me dio un abrazo y me anunció que el doctor Julio Raúl Rajneri había confirmado mi ingreso como colaborador. Al poco tiempo quedé efectivo en planta.

Fue un esperanzador amanecer en el contexto de un pasado complicado y un presente que hasta ese momento se planteaba como más complicado aún, pues la noticia llegó languideciendo el invierno de 1976, con el golpe militar más violento de la historia argentina en plena avanzada. En mi familia había una hermana presa por su militancia peronista y otra, muy jovencita, desaparecida. Estuvo y la asesinaron en el centro de tortura La Perla, en Córdoba.

El segundo desafío se planteó hace pocos días, cuando me pidieron esta nota.

Algo tuve claro de entrada, aunque en medio de un mar de dudas, de idas y vueltas y de sufrir el síndrome de la página en blanco: nada de cientos de fechas, nada de miles de nombres, nada de especificaciones medulosas, porque sintetizar en una nota todo lo vivido sería una misión imposible.

Sí, decidí acentuar la convicción de que todo lo que hice fue con, por y para la gente, en algunos casos arriesgando el cuero en averiguaciones sobre privaciones de libertad que me costaron un año de exilio –1979 al 1980– por una amenaza con base cierta y ominosa perentoriedad.

‘Vos das suerte’, disparó sin anestesia y con una sonrisa entre cariñosa e irónica el gran fotógrafo y mejor amigo Néstor Pullozi, años atrás, filosofando sobre nuestras experiencias conjuntas y acerca de que fui protagonista de las tres grandes inauguraciones de los edificios más arquitectónicamente bellos y funcionales de la empresa. Por caso, en Roca primero, en Neuquén después y por último en Cipolletti, trabajando en esas tres grandes jurisdicciones.

Me voy a permitir la licencia de nombrar, a vuelo de pájaro, algunos de los sucesos que dejaron sus improntas en mi historia de prensa.

Presencié, en plena dictadura, la visita al diario en Roca del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. La secuencia de Esquivel con ‘Buby’ Rajneri salió en tapa y tuvo rebote nacional e internacional. El Nobel llegó rápido, porque estaba siendo vigilado.

En 1978 colaboré en la cobertura de la estadía y partido que la selección nacional de fútbol dirigida por César Menotti, con Diego Maradona ya joven estrella, disputó en la Visera de Cemento, previo al Mundial que ganó ese mismo año.

En Chos Malal, escuché y así lo escribí, aquel mítico ‘a vos no te va tan mal, gordito’, reflejo didáctico del entonces presidente Raúl Alfonsín de cara al grito hostil de un manifestante.

En Neuquén fui partícipe de la cobertura de la recorrida de reconocimiento de la trágica ‘Escuelita’ en tierras del Ejército, de parte de ex detenidos, organizaciones de derechos humanos y personalidades de la zona.

Testimonié actos de gobierno de presidentes, gobernadores, intendentes, concejales y funcionarios de variopinta índole y rango.

Tuve llagas en los pies caminando un buen trecho sobre la Ruta 22 en la gran movida de los obreros de la construcción, la mayoría con base en Piedra del Águila en su bajada impresionante hacia la capital neuquina con Godoy a la cabeza.

Participé en la cobertura de la investigación de los crímenes horrendos en Cipolletti, contra mujeres indefensas, muchos de los cuales siguen impunes.

Cubrí con un equipo el primer embarque de fruta del Alto Valle en el puerto de Madryn. De regreso, casi la muerte. Yo manejaba. Veníamos volando para escribir y graficar en imágenes las novedades del día. En la curva de Godoy, mordida de banquina, vuelco brutal, seis tumbos, corte de raíz de un poste de teléfono y, milagro. Todos ilesos. Tenía un leve mareo, pero no dije nada. Paró un auto y se bajó el ya fallecido doctor Rodríguez Ferrari. Me llevó a una conocida clínica en Cipolletti, me hizo placas y, por suerte, no había nada, aunque aún hoy cuando llega el recuerdo, llega con él un ligero dolor de cabeza.

Siempre estuve con la gente. Con los más menesterosos y marginales de toda marginalidad, con desocupados, con políticos vencedores y vencidos y sus partidos, frentes y alianzas hechas y deshechas; con empresarios y sus inquietudes, con empleados públicos, con militantes de derecha, centro e izquierda; con productores en sus tractorazos, con vecinos emprendedores –vi nacer desde sus cimientos el nuevo edificio de la Biblioteca Rivadavia y la constitución de la Escuela de Medicina–, con deportistas, gremialistas, con mujeres en lucha, con estudiantes movilizados, con referentes vecinalistas, con profesionales, legisladores, jueces, clubes de servicio, deportistas, escritores, organizaciones no gubernamentales. Con la gente.

No hay pirámide invertida en esta nota, ni redacción con estipulaciones de facultad, porque está escrita desde el corazón y no desde la cátedra. Por eso, tal vez, las imprecisiones, para las que pido humildemente clemencia.

De manual, las definiciones sobre el ‘Río Negro’ citan, entre abundante datificación: ‘Se centra en la defensa de los derechos humanos y de los intereses de la región, tiene un fuerte nexo con sus lectores y ha realizado investigaciones regionales, nacionales e internacionales’. Y sigue: ‘En muchas ocasiones desafió la opinión generalizada, como cuando criticó la invasión militar a Malvinas. Durante el gobierno militar 1976-1983 fue uno de los pocos medios de comunicación del país que publicaron informaciones referidas a desapariciones de personas y violaciones a los derechos humanos’.

Todo está confirmado por los hechos.

Por lo expuesto y mucho más, en la celebración de los cien años, me siento orgulloso de pertenecer”.

oFICIO

El cafecito y el “Río Negro”, en las mañanas de Beby.

Rastreando las calles siempre en busca de información.

Durante 34 años corrió detrás de las noticias en toda la región. Integró la agencia Cipolletti.

“Sintetizar en una nota todo lo vivido sería una misión imposible”.

Julio “Beby” Salto


“En mis 34 años de periodista en el diario ‘Río Negro’ resaltan dos enormes desafíos.

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