Don Vali y Cebucho, el jinete y el novillo que son furor en las fiestas del campo en Buenos Aires

En 9 de Julio, a 262 km de la ciudad de Buenos Aires por la ruta 5, donde sobran gauchos y caballos, está dupla arrasa: la invitan a todos los desfiles y celebraciones. Don Vali rescató a su querido compañero tras nacer en un camión cargado de vacas de descarte hace 13 años y desde entonces andan juntos. Hasta Maru Botana se sacó una foto con Cebucho.

En 9 de Julio, provincia de Buenos Aires ,a Carlos Valinote todos le dicen Don Vali. A la tarde sale a pasear con Cebucho, el novillo de 1150 kilos. Fotero Patagónico

Son pocos los que resisten la tentación: al verlos, la mayoría detiene la marcha para pedirle una foto a Don Carlos Valinote cuando lo ven arriba de Cebucho cerca de la estación de servicio en las afueras de 9 de Julio, la ciudad ubicada a 262 km de la Capital Federal sobre la ruta nacional 5. Aquí, donde sobran gauchos con tanto campo, Don Vali, como todos los conocen, ya anda por los 78 y hace capote con el animal de 1150 kilos que crió guacho y no se le despega nunca: si él corre, Cebucho lo sigue, si él frena, Cebucho se queda al lado, si él le rasca la cabeza, Cebucho levanta la pata. «Nunca se le pegó ni con una rama, así salió. Es mansito, tranquilo, compañero», dice orgulloso.

Don Vali trabajó toda la vida de albañil, tiene cinco hijos, cinco nietos y 14 bisnietos. Y pese que ya se jubiló, como no se aguanta sin hacer algo, sale con su hijo Mariano, que es gasista y no le puede decir que no, algo que sí hacen sus hermanas, el doctor y Graciela, su compañera de toda la vida. «Es que me gusta hacer cosas, no me aguanto quieto», dice. «Mi hijo me paga la semana y listo. A la tardecita quedo libre, agarro a C.ebucho y nos vamos a pasear, lo ando todos los días. Me hubieran dicho que me cuidara a los 30», agrega y se ríe con ganas.

Suelen andar cerca de la YPF, en la rotonda. Ahí, donde juega de local, lo vio hace unos días Luis Pereyra (Fotero Patagónico en las redes) que volvía de su Entre Ríos natal en colectivo rumbo a Puerto Madryn, el lugar que eligió para vivir hace 37 años, cuando el ómnibus paró para cargar combustible. También jubilado, con tiempo para hacer lo que más le gusta: sacar fotos.

Fue verlo, agarrar la cámara y bajar: en tanto andar, era la primera vez que se le presentaba la oportunidad de fotografiar a un gaucho bonaerense sobre un toro, que fue lo primero que pensó al ver a esa mole. Al acercarse a charlar, supo que Cebucho es un novillo capado, cruza de madre cebú y padre Hereford de esos que brillan en La Rural porteña.


Cebucho, rescatado de un camión

¿Cuál es la historia de Cebucho? La cuenta Don Vali, entusiamado.

-Siempre me tiraron los animales. Y una vez pasaron unos camioneros que vendían vacas viejas de descarte. Me fijé a ver qué tenían. Me querían vender otro ternerito primero -comienza su relato.

-¿No tenés un cebú?- preguntó él. Le señalaron al fondo del camión, donde el bebé Cebucho pugnaba por salir del vientre de su madre. «Se veía el hociquito y una pata nomás. Lo ayudé. Y desde entonces vive conmigo. Ya pasaron 13 años», cuenta.

¿Cómo fueron los primeros días de la dupla? «Estaba sin calostro y lo alimenté a base de leche y huevo batido. Y fue ganando peso mi ñatito. Yo lo ensillaba y subía, la cincha me empezó a quedar corta. Un día dije ‘voy a salir para la ruta’. Y nunca paró. Ahora está pastando en el quinta de mi hijo, acá a cuatro kilómetros, lo dejo atado. Cuando hay un cumpleaños los chicos pasan y se hacen la foto, él nunca tiró a nadie, es mansito ya le digo. El otro día vino una chica que cumplía 15, se fue contenta», agrega.

Entre quienes pararon a hacerse la foto en la ruta está Maru Botana, que se animó a subirse a Cebucho, porque no todos se arriesgan, por ejemplo la reina de belleza de Chubut que bajó de un Andesmar con la sonrisa dibujada y cuando le dijeron que lo monte dijo no, mejor la foto parada al lado.

Maru Botana y su foto con Cebucho.

Otro que se detuvo fue un piloto de Ford hincha de River que le vino justito a Don Vali que es de Chevrolet y de Boca como Cebucho, aclara.

«El domingo qué van a ganar ustedes si corren en karting», lo toreó de entrada Don Vali, en plan gastada permitida. «¿Qué decís ignorante? El domingo gana Ford, viejo», le respondió el corredor en el mismo tono. «¿Estás seguro? Mirá cómo tenés los ojos rojos de tanta tierra por venir detrás del Chivo», chicaneó Don Vila.

El intercambio siguió y terminó con una sonrisa y un apretón de manos, con la promesa de volver a verse los tres en la estación. «Lo estoy esperando para la foto, ya va a venir», le manda mensaje Don Vali.

El cura párroco de Bolívar también se animó.

Se le amontonan las anécdotas, la que cuenta ahora tiene que ver con un conocido jinete que pasaba en un auto junto a un conductor amigo que frenó cuando los vio. Metió marcha atrás.

-Maestro, ¿me puedo sacar una foto? -preguntó el jinete. Don Vali asintió con un leve movimiento de cabeza. Se bajó del auto, lo miró a Cebucho y le pidió a su amigo que le alcanzara la fusta y el casco. «Se subió y parecía que estaba corriendo una cuadrera con Cebucho«, se ríe Don Vali al recordarlo.

Otra que se sacó una foto notable fue la hija del carnicero del barrio. Arriba de Cebucho giró la cabeza para el clic y quedó una gloria. «Justo mueve el pelo, parece una publicidad, tiene el rebenque en la mano, como si lo domara», comenta Don Vali contento. El padre de la chica publicó una foto en Facebook y llovieron los me gusta. «Al Cebucho lo llevó de 9 de Julio al mundo», agrega.

Don Vali y Cebucho en uno de los tantos desfiles.

A medida que empezaron a circular las imágenes lo empezaron a invitar a desfiles de pueblos y ciudades cercanas, a las fiestas. Y los pedidos de fotos pasaron a incluir al intendente, al cura y hasta un diputado que le prometió que después le mandaba la foto. «Todavía la estoy esperando», dice.

«Estuvimos en la Fiesta del Puré, en la Fiesta del Lechón, no sabe lo que era eso. Y todos querían la foto. En el desfile de Carlos Casares se le subían de a tres. Y Cebucho ni mú. Lo mismo en Bolívar», se ríe Don Vali, que para subirse se para en un banquito sobre unos durmientes contra el alambre en la quinta de Mariano. Eso sí, tiene que ser rápido porque Cebucho ya sabe y quiere salir. Y si hay que ir lejos, lo lleva en un carro a remolque. «Lo ve y viene solo. Difícil no encariñarse. Pero le digo una cosa: sigue siendo una criatura», dice Don Vali.

Es una tarde de primavera en 9 de Julio y se despide: se va dar una vuelta con Cebucho, que no se inmuta cuando los camioneros los saludan a puro bocinazo. Antes, cuenta que ayer cumplió años su ciudad. Y que el domingo los esperan en el desfile. «Qué lindo va a estar», dice Don Vali.


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