El día que remé parada sobre una tabla en el río Negro: así de linda fue mi primera experiencia de SUP

El Stand Up Paddle es un deporte acuático en el que se rema parado sobre una tabla. En Roca, Paso Córdoba te da la chance de hacerlo con una vista impresionante de las bardas y los árboles que rodean el río. ¿Qué se siente supear en este paraíso? Aquí, el relato de una experiencia a pura adrenalina.

Nunca imaginé que iba a estar parada sobre una tabla en medio del río Negro, con las bardas adelante, los sauces a mi izquierda y un remo en la mano. Era martes, el día estaba nublado y había una suave brisa que calmaba el fuerte calor de la semana. La aventura recién comenzaba.

El recorrido para llegar a ese desafío aventurero fue largo en mi mente, pero corto en kilómetros. Las bardas amarillas y verdes por su flora me conectaron con paisajes con los que siempre había soñado transitar.

Metros antes de llegar, me encontré rodeada de cientos de árboles. Eran grandes, verdes, con troncos finos, otros más gruesos. Los había visto por fotos a través de revistas, postales e internet. Parecían lejanos, pero no, tenía enfrente mío un paraíso inmenso por disfrutar. El aire se tornaba cada vez más y más fresco cuando me acercaba al agua.

Al llegar me encontré con Mario Alcazar, quien es el instructor de la actividad. Tenía lentes de sol, una malla, una calza y una remera ancha, perfecto para la ocasión. Al acercarme expresó ¡Melisa! Días antes habíamos hablado por mensaje para establecer el encuentro donde me pidió mis datos, entre ellos, nombre, apellido y dni para abonar los seguros correspondientes.


"Tienen permiso de reírse si me llego a caer",


Eran las 17 y hacían 29 grados, pude observar el agua turbia, no era como otros días, se tornó color marrón por la tarde. «Eso significa que más allá hay una tormenta y se está asomando», nos explicó el profesor. La inmensidad de las bardas y sus colores parecían invitarme para que descubra cada recoveco. Los sauces a mi izquierda parecían danzar al compás del aire.

Éramos nueve mujeres, la más grande tenía cerca de 50 años y la más pequeña unos 20 años. Todas me recibieron con una sonrisa.

Era mi primera vez supeando, estaba un poco nerviosa. «Tienen permiso de reírse si me llego a caer», les dije. «No sos la única», me respondieron.

Comenzó la actividad. Mario nos mostró la tabla con la que íbamos a suppear. Medía 3 metros de largo y era inflable lo que permitía que si nos caíamos o golpeábamos no nos lastimemos.

La punta (o nariz), era la parte a la que siempre debíamos mirar estando en el agua; el centro, donde siempre debíamos ubicarnos al medio para no perder estabilidad y equilibrio; y la cola.

Por debajo tenía una quilla, la cual debíamos evitar que se choque con rocas y ramas para que no se atasque, y por último contaba con una tobillera que nunca debíamos sacarnos hasta finalizar.

Luego fue el turno del remo. Nos explicó a qué altura debíamos tenerlo, lo medimos y modificamos según la estatura de cada una. Nos enseñó cómo agarrarlo: «Así lo tienen que sostener», decía: por arriba nudillos mirando al cielo y los dedos agarrándolo firmemente. También medimos la altura de dónde teníamos que poner el otro brazo.

«Para medirlo tienen que estirar el remo desde su pera y estirar los brazos», apuntaba. «Cuando están sentadas tiene que agarrarlo como si estuvieran tocando una guitarra», ejemplificó.

Conocidas las partes de la tabla y del remo fue hora de ponernos los salvavidas. Eran amarillo flúor. Debían estar bien ajustados, para sostenernos por si llegábamos a caer.

Era momento de ingresar al agua, mi respiración y mis latidos aumentaban cada vez más, estaba nerviosa, no quería caerme.

Me metí al agua, estaba fría, me llegaba casi a las rodillas. Observé la corriente y todo el trayecto que íbamos hacer. «Qué miedo», pensé. Acomodé mi tabla, me subí de forma tambaleante, me ubiqué en el centro, tal como nos dijo Mario, y de rodillas, sentándome sobre mis gemelos, empecé a remar. «Así se empieza, siempre sentadas, al comienzo y al final», decía el instructor.

Tragué saliva, ya no recuerdo cuántas veces. «Este es el momento en que todas empiezan a dar vueltas y se ríen de ustedes mismas», decía Mario.

De a poco me asomé a la parte más profunda, al medio del río. Sentía la corriente, empecé a remar con fuerza sentada. Primero hacia el este, unos metros, luego hacia el oeste, otros metros más.

Estando en el agua, de a poco, me sentí más segura. Me sentía una con la tabla, hasta que llegó el momento de pararme. Primero puse mis manos al frente de mis rodillas, mientras sostenía el remo, a lo largo de mis hombros, tomé aire y me paré.

La tabla se movía, mis piernas temblaban. En ningún momento dejaron de temblar. Miré al frente, pude ver cómo las ramas de los sauces llorones que estaban al borde del río se movían con la corriente. Sentía la brisa cada vez más fuerte, no veía el fondo, seguía marrón. A lo lejos, estaba el famoso puente de Paso Córdoba, era nuestro objetivo llegar hasta ahí ¿Cómo voy a hacer? me pregunté, mientras sentía las palpitaciones.

Medí el remo y acomodé mis brazos. «Los tenés al revés, Melisa», escuché a lo lejos. Mario estaba atento a cada movimiento. El brazo donde apuntábamos con el remo siempre debía estar abajo. Si lo tenía del lado derecho, el brazo derecho iba a estar abajo, si lo movía al otro lado, el brazo izquierdo iba a estar abajo. Pero yo, que tengo mala coordinación, me confundí casi todo el trayecto.

De a poco iba sintiendo cómo iba perdiendo el miedo. No le presté más atención a la profundidad, perdí el miedo a caerme. Sentía como me abrazaba el chaleco salvavidas y estar unos minutos previos con la tabla me dio seguridad.

«Vayan acá por el costado, que allá hay corriente», gritaba el instructor. Pude observar que no todas iban por ese camino, Mario, también. «Si las agarra la corriente dejen que las lleve, no fuercen», agregó.

Pronto remaba de lado a lado, miraba al frente y me impulsaba. A unos 20 metros estaba el puente, se hacía cada vez más grande. Tenía confianza y me sentía segura. Así, remada a remada, aproveché que la corriente iba a mi favor y llegué hasta él, lo bordeé para volver en dirección al punto en el que comenzamos.

A lo lejos veía a mis compañeras, unas más cerca, otras más lejos. Algunas concentradas, otras sin poder aguantar la risa que les brotaba desde adentro del pecho.

«¡Pude chicas!», le grité a las mujeres que también lo estaban logrando. Una a una a su ritmo lo fueron atravesando. Me sentía emocionada, feliz y orgullosa. No creía poder lograrlo. Enfrentar los miedos es un reto que puede ser duro, pero Mario y todas ellas hicieron que sea divertido, emocionante.

Otra vez la corriente en contra. Pude ver desde mi tabla como el puente se iba haciendo cada vez más pequeño. Era hora de seguir, pero con más fuerza. «Remá solo del lado derecho ahora, Meli», indicaba Mario. Estaba a unos metros, viéndonos a todas, pero al mismo tiempo parecía estar muy cerca, su atención era increíble.

Seguí el trayecto, todavía me quedaban un par de metros para llegar al punto de partida. Iba atenta a los árboles, sus hojas y ramas. No debía acercarme tanto para no estancarme.

Confiada y firme iba charlando con el grupo. Algunas ya estaban cansadas, la corriente no tenía piedad. Faltando 5 metros para llegar ¡Pum! Me caí sobre la tabla sentada, miré a Mario y me reí. «Seguí así sentada hasta que llegues a la orilla», me indicó.

Choqué las tablas de mis compañeras, remé del lado contrario para alejarme hasta que llegué. Me saqué la tobillera y bajé y acomodé la tabla.

Volvimos al césped, se sentía suave. Me saqué el chaleco y dejé el remo. Era hora de partir, pero muchas de mis compañeras decidieron quedarse para disfrutar de la tarde y unos mates.


Sobre la actividad


El emprendimiento pone a disposición todo lo necesario para que la persona pueda acercarse, conocer, disfrutar, compartir y aprender sobre la disciplina: tablas, equipos, medidas de seguridad y los seguros correspondientes.

Se manejan a través de los turnos que son instancias de una hora donde explican lo necesario para poder pararse en la tabla y disfrutar de la disciplina, donde no es necesario tener experiencia previa ni tampoco saber nadar, porque toman todas las medidas de seguridad correspondientes, para que la persona que va solo se dedique a disfrutar y a estar predispuesto o predispuesta a aprender algo nuevo. Tienen un valor de 2700 pesos.

Por otro lado, para quien quiera profundizar en el aprendizaje, puede tomar el pack de clases del sup de nivel inicial, donde indagan un poco más en la seguridad, en la técnica y en la lectura de los indicadores correspondientes para que, en caso de tener equipo o para participar de alguna travesía, lo hagan de manera más segura, y sobre todo la práctica para afianzar el equilibrio.

La actividad está destinada a personas de 13 años de edad en adelante sobre todo por una cuestión de condición física, las tablas miden 3 metros como mínimo, por lo que están preparadas para adultos y como el recorrido que realizan no tiene demasiada dificultad, pero es prolongado (por lo menos una hora) generalmente la persona que lo haga debe tener un desarrollo físico que les permita manejar ese equipo.

Contacto: Roca Sup en las redes o al celular del instructor 298 4707273

Cómo llegar al Brazo Verde en Paso Córdoba

Sobre Ruta 6 hay una bicisenda que se extiende hasta Paso Córdoba para que los ciclistas puedan transitar el recorrido de forma más segura. Es así que el equipo de Turismo de Roca presta bicicletas los días sábado y domingo, al comienzo de la ruta, para quienes elijan realizarlo por ese camino. Para más información podés comunicarte con la Oficina de Informes al (0298)154646319.

También podés llegar a través de las líneas de colectivo que ofrece la ciudad de Roca, en la dársena 2 sobre 9 de Julio e Italia. Sale a partir de las 7 de la mañana hasta las 9 y media de la noche. Para acceder a Paso Córdoba debes bajarte antes del puente, sobre Ruta 6. Por ese mismo lugar pasa a la vuelta desde las 6.15 de la mañana hasta las 22 de la noche.

Al llegar podes pedir una bicicleta en el trailer de Turismo para recorrer los últimos metros hasta Brazo Verde, también podes caminar.

Una vez llegados al trailer, deberán tomar el camino a mano derecha.

La actividad de SUP se puede complementar también con la de otros prestadores de Turismo. Un día podes ir a suppear, luego ir a hacer trekking o cabalgatas y terminar tu día mirando el cielo y conociendo los Astroturismo. Otro día podes ir a pescar y luego ir a remar.

Para informarte sobre los lugares y las distintas actividades podés mirar el catálogo de Roca Turismo, donde también encontrarás los contactos de los prestadores.


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