La estepa sobre rieles

Un viaje en tren une Viedma y Bariloche por la meseta rionegrina. ¡Para no perdérselo!

A las 16:30 entré con mi hijo a la estación de trenes de Bariloche, con toda la ansiedad de lo por descubrir.

La locomotora comenzaba sus movimientos para enganchar el vagón automovilero, que ya había subido el último vehículo.

Mientras, una multitud de todas las edades –con bolsos, mochilas y valijas, guitarras y alguno incluso en bicicleta– pululaba por el andén a la espera de la formación.

Cuando la columna de humo y el sonido de la campana anunciaron su arribo, me sentí niña de nuevo. Tenía seis años y llegaba con mi mamá a General Roca en el “Zapalero”.

“Soy el camarero de este vagón”, nos informó Mauro mientras nos ayudaba a subir los bolsos. “Este es su camarote. Cuando quieran me avisan y vengo a preparar las camas”, agregó.

Nos sentamos a esperar la partida, mientras se oía el revuelo de pasajeros, familiares y curiosos.

Otra campanada y el traqueteo anticiparon la partida. La ventanilla se volvió una sucesión de postales de inigualable belleza, con la cordillera como marco.

Unos minutos después un golpe a la puerta nos sorprendió. Nos informaban los menúes del comedor y horarios para la cena.

Enseguida salimos, curiosos, a recorrer el tren. Detrás del coche camarote estaba el comedor. Un matrimonio mayor tomaba té con tostadas y mermelada de frutos rojos mientras planificaban qué harían en Viedma hasta la vuelta, cinco días después.

El vagón siguiente parecía sacado de una película norteamericana: una seguidilla de habitáculos con bancos donde dos jóvenes guitarreros deleitaban a los pasajeros con sus canciones.

El siguiente, más ordenado, se conformaba de filas de butacas donde primaban el mate y la conversación.

Viaje de ensueño, sin dudas para repetir y recomendar.

La estación de Bariloche

Un vagón automovilero

Variedad de servicios

Dos turnos para cenar

Datos útiles para

un paseo inolvidable

La distancia:

Datos

Como en un viaje en el tiempo, la estación de trenes de Bariloche
–declarada monumento histórico nacional en el 2016– mantiene la arquitectura y decoración original, de la década del 40.
Entre los servicios está el transporte de vehículos. El costo para trasladar un auto es de $ 1.615 ida y $ 2.422 ida y vuelta. Únicamente pueden subirse o bajarse en Viedma, San Antonio Oeste y Bariloche.
El Tren Patagónico ofrece tres clases: primera –la más usada por jóvenes y mochileros–, pullman con asientos reclinables y camarote con dos literas, lavatorio, mesa, placard y portaequipaje.
El coche comedor tiene 12 mesas para cuatro personas cada una. Ofrece merienda, dos turnos para cenar –a las 21 y a las 23– y desayuno. Ideal para sentarse a tomar algo y disfrutar del paisaje.
El Tren Patagónico tiene sólo una frecuencia semanal: sale desde Viedma los viernes a las 18 y desde Bariloche los domingos a las 17.
El viaje dura casi 20 horas.
Pasajes: primera $ 930, pullman $ 1.094 y camarote $ 1.560 Hay tarifa diferenciada para residentes de Río Negro: primera $ 696, pullman $ 953 y camarote $ 1.300. 20% de descuento para jubilados, 30% para menores de 12 años y niños de 0 a 3 años sin cargo.
821 km
de trocha angosta separan la costa de la cordillera.

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