Yo quiero a mi bandera 6-7-03
Bienvenido sea el debate en una sociedad que apunta a mejorar constantemente su calidad de vida.
La discusión madura de ideas conduce siempre a un enriquecimiento de proyectos y consecuencia de ello es un mayor rédito tras alcanzar el objetivo.
La reflexión obedece a que, por estos días, Roca se da el triste lujo de desaprovechar al debate como fuente de iniciativas globales que beneficien a toda la comunidad.
¿De qué estamos hablando? De la carencia de fortaleza evidenciada durante las últimas semanas en reclamos sobre cuestiones que deberían interesar, sino a todos, a la mayoría de los que viven en esta ciudad.
Dos ejemplos concretos muestran cómo, por diferentes razones, la voz roquense suena débil y difusa sobre el escenario provincial.
El primer caso, la lucha para que se reconozca a la comuna como productora primaria de hidrocarburos. «Que no salgo en la foto con el intendente, que el Concejo emitió una declaración autónoma, que los legisladores ya están al tanto y prometieron acciones, etcétera, etcétera» Mientras la dispersión de declaraciones agobiaba, el mejor camino que se pudo transitar fue el trazado por una legisladora de otro circuito, que incorporó a esta ciudad en su proyecto y permitió que las aspiraciones de Roca sean tenidas en cuenta al momento de debatir la Comisión de Asuntos Municipales si la comuna ingresa al lote de los que perciben mayores regalías.
Las primeras estimaciones hablan de un incremento de entre 600 y 800 mil pesos al año por ese concepto, pero las cifras parecen no convencer a autoridades y dirigentes para llevar sus diferencias a una misma mesa, intercambiar opiniones el tiempo que sea necesario y posteriormente mostrar hacia afuera una imagen cohesionada y uniforme Nadie buscó una postura «de la ciudad». Lo único visto fueron posicionamientos «del Ejecutivo de la ciudad», «de los concejales de la ciudad», siempre teñidos de electoralismo.
Segundo ejemplo: la posibilidad de traslados de dependencias en el ámbito del Poder Judicial, desde Roca hacia Cipolletti.
Hasta el momento, las únicas opiniones conocidas son las del Concejo Deliberante y el Colegio de Abogados, que se oponen a lo que entienden será un desguace de los tribunales roquenses.
Ahora bien, ¿qué piensa la Cámara de Comercio? ¿qué piensan las asociaciones civiles? ¿y los demás profesionales de la ciudad? Sólo en su propio ámbito lo saben.
Eso sí, cuando la inseguridad toque alguna de esas puertas seguramente habrá gritos y quejas por «el pésimo servicio de justicia», «la ineficiencia de los funcionarios» y «la necesidad de cambios urgentes».
Entonces, por qué no hablar ahora que está dada la oportunidad Y hablar no quiere decir apoyar, porque la apatía generalizada ni siquiera brindó a ediles y profesionales del derecho la posibilidad de ratificar que están previniendo un perjuicio o de modificar su postura, si se demuestra que el traslado de algunas dependencias junto a las causas originadas en el Alto Valle oeste no provocará un desequilibrio a Roca.
La necesidad de un debate multisectorial aparece por encima de la representatividad que tienen los concejales. Sólo luego de ello podrá decirse con seguridad que «Roca se opone a perder sedes judiciales». De lo contrario, la queja será parcial, en riesgo de ser catalogada de interés localista y carente de solvencia para imponerse ante órganos superiores del ámbito provincial.
Claro que hay más ejemplos en la ciudad sobre la dispersión de esfuerzos por un mismo objetivo. Fricader es uno de ellos, con idénticas gestiones del gobierno municipal y provincial la semana pasada ante el directorio del Banco Nación, apenas con unas horas de diferencia.
Individualismo, resignación tras la falta de acompañamiento a proyectos propios, desencanto con la clase política. Algunas de las tendencias, entre muchas más, que forjaron este presente con intereses disgregados y poco espacio para el crecimiento comunitario Roca tiene cada vez menos claro de qué color es su bandera y lamentablemente un año electoral no parece ser el mejor momento para entender cuánto se pierde cada vez que se dice «no» a la búsqueda de consenso entre quienes transitan por caminos diferentes.
Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar
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