Los artistas callejeros copan la calle Mitre

Transitar por calle Mitre en plena remodelación puede deparar gratas sorpresas. La cuadra entre Quaglia y Villegas parece ser la elegida por músicos trashumantes. Un domingo comparten espacio con caricaturistas y pintores que ofrecen propuestas de arte al paso, o un telescopio que promete viaje espacial a través de una galería galáctica. Un mimo saluda, ataviado con traje de gala.

Ezequiel Gutiérrez reside aquí desde hace casi un año. Proveniente de Buenos Aires, dicta clases de trompeta y ejecutar el instrumento sobre pistas grabadas en la calle “despierta interés en potenciales alumnos”. Además “trabajo con amigos en circuitos de bares. Me gusta el lugar, la gente, se puede trabajar”, dice.

El jazz que interpreta introduce a las improvisaciones de Cristian Knuf, que recorre la región con el bolso que contiene tachos de plástico, “una cacerola, una flanera, platillos de batería y un palillo con tapitas de metal como pandereta. Todos elementos reciclables, que están en casa. En el estuche llevo todo, como una cocina”, describe.

Hace un mes que recorre calles de El Bolsón, Villa La Angostura y esta ciudad. Variedad de escenarios en los que “la gente se copa, aprecia el arte, está bueno que vengan a escuchar. Soy baterista, estoy haciendo algo para viajar. Con estos elementos simulo los timbres y, combinándolos, son la base de todo”.

Los aplausos brindados por nutrido auditorio son renovados cuando Emilio, de 20 años, suma el sonido de su saxo de madera. “Toco en la esquina pero me llamó el sonido de la bata. Conozco lo que está haciendo Cristian y vengo un rato para tocar con él, por el arte más que por la gorra. De hecho le pedí tocar un rato pero le dije: la gorra es tuya”.

Su instrumento es el “saxo alto (bronce) desde hace unos cinco años, pero acá toco uno de madera, quena y flautas. Soy de Urquiza (Buenos Aires) y ahora vengo de El Bolsón. Como tengo pensado ir a Chile, estaré unos días y seguiré a Villa La Angostura”. Habiendo tomado clases con un profesor durante tres años, “después decidí improvisar. Actualmente estudio Escritura, una nueva carrera de la Universidad Nacional de las Artes. Básicamente es lo que me gusta, estar cara a cara con la audiencia, recitar poemas en vivo y participar en ciclos de música”, señala.

Cuando el diálogo con Cristian concluía, un pedido. El padre de Juliana (de unos seis años) le solicitó unos minutos más de música para consolar el llanto de la niña ante la interrupción del recital. “Ahí toco especialmente para vos”, respondió el baterista.