“¿De qué inclusión estamos hablando?”

Soy mamá de un niño con síndrome de Down. Hace años vengo trabajando para lograr una inclusión real y de calidad. Es un trabajo muy duro, ya que no es para nada fácil que pueda ir a una escuela común, fueron años de lucha, una especie de peregrinaje, para llegar a la meta: el fin de la primaria.

En nuestro trayecto tuvimos que derribar muchísimos obstáculos. En su paso por la primaria nos encontramos con muchos “No estoy preparada/o”, “No sé”, “No me enseñaron”… en fin, un sinnúmero de peros. Eso sumado a los miedos de algunos padres que creen que la discapacidad contagia, que no es “bueno” para sus hijos estar o compartir actividades con un niño con síndrome de Down. Sí, así de duro y real es… los mitos y los prejuicios siempre ahí, iban con nosotros a la par. Me enojaba y mucho, y no podía entender por qué tanto de tanto.

Por más duro que era el camino seguíamos igual sorteando obstáculos. Si miraran a la persona y no al síndrome seguramente todo sería más fácil, sólo hay que enseñarle de la manera que él aprende y darle las herramientas para prepararlo para una vida lo más autónoma posible, y que pueda continuar su formación académica y laboral para que tenga una vida plena, acorde a sus capacidades y su potencial y no acorde a sus limitaciones, como la sociedad suele mirarlo por tener un síndrome.

Y ahora estamos en el inicio, o mejor, tratando de dar inicio a lo que para otros sería lo más “normal”, pero para nosotros no es tan así, la segunda etapa de nuestro recorrido: la secundaria.

Pues bien, acá estamos sin poder dar inicio, ya que si bien el lugar “está” es como que “no está”, porque para que él pueda ir a la escuela debe tener un acompañante terapéutico –es lo que exige la resolución 803 del Ministerio de Educación–. La mayoría de los AT no están formados en lo pedagógico, excepto que tengan una formación académica más amplia.

Creo que la ministra no lo ha tenido en cuenta a la hora de darle curso a esta resolución. Hay mucho jóvenes sin poder asistir a las escuelas, y más a los secundarios, ante la falta de este recurso humano que solicitan desde las respectivas instituciones.

Y no sólo no pueden ir al colegio por no tener el AT que solicitan, sino también porque escasea y mucho la falta de humanidad que hay ante estas situaciones.

Mientras tanto seguimos acá esperando el lugar que lo reciba como a un alumno más, como se merece él y todos los niños y jóvenes de mi querida ciudad.

Ana María Rodríguez

DNI 18.700.444

“Y ahora estamos

en el inicio, o mejor, tratando de dar

inicio a lo que para otros sería lo más ‘normal’, pero para nosotros no es tan así”.

Ana María Rodríguez

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“Y ahora estamos
en el inicio, o mejor, tratando de dar
inicio a lo que para otros sería lo más ‘normal’, pero para nosotros no es tan así”.

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