“¿Quién mueve el ligustrín?”

Estamos asistiendo en estos tiempos a una inusitada virulencia de las facciones que habitan la casa del Señor “5”. El montaje de operaciones de prensa, de lluvia de arrepentidos y el inocultable culto a la verdad de Carrió no dejan dudas. La batalla de los medios el oficialismo la gana silenciando voces o, en el mejor de los casos, ahogando económicamente a las pequeñas empresas de comunicación que se sustentan con parte de las pautas oficiales. La avanzada del gobierno no tiene freno ante la negativa del papa Francisco de aceptar la “donación” del gobierno, en donde claramente expone una actitud no solo de rechazo a ese tipo de ayudas sino que agrega que mediante esta maniobra el presidente pretende enjugar los yerros de su gobierno con sus políticas de hambre y exclusión.

En este camino de desencuentro hay que inscribir las palabras de la canciller Malcorra: “El gobierno argentino pretende una relación estrictamente protocolar con el Vaticano”, que junto a los hechos demuestran la tirantez de las relaciones. También es bueno decir que la funcionaria pretende ser la cabeza del concejo de Naciones Unidas y que su alineamiento carnal con los yanquis y en especial con los republicanos en nada deja tranquila a la Santa Sede en su prédica por la paz del mundo.

Hoy en la Argentina existe un montaje de operaciones que ya no solo sugieren sino hacen que el ciudadano común haga suyo el discurso de la clase que hoy gobierna. La influencia de la TV y de las radios que bombardean diariamente la mente de los argentinos con noticias contrarias al anterior gobierno transforman esa información en un juzgamiento mediático producto de la impotencia por resolver los problemas coyunturales de cada uno de nosotros. Es más fácil echarle la culpa de lo que está pasando al gobierno que ya no está y que solo atina a defenderse. Sin lugar a dudas, seguramente habrá funcionarios que han delinquido pero bajo ningún aspecto podemos ser nosotros los que juzguemos con los elementos que nos da la prensa adicta. No podemos poner en la misma bolsa a López y al papa.

Hace algunos días comenté sobre cómo se vinculaba visualmente la figura de la Iglesia católica en una nota en donde se hacía alusión a una coima por parte de un sindicalista de los portuarios a un empresario de un astillero. En ella se veía muy bien que detrás de la figura del sindicalista había una foto del papa con él.

Lo cierto es que no nos podemos asombrar de nada, debemos tener memoria de que quien gobierna estuvo sospechado de escuchas ilegales y ha usado empresas fantasma, y de que su presidente en el banco más importante de la república ha litigado contra su país y se ha beneficiado con el cobro de los fondos buitre.

Pero en la Argentina se habla de López.

No me quiero olvidar de decir que esta matriz, la estructural, no se va a poder cambiar en un período presidencial, lo que están haciendo en esa materia va a costar al menos dos generaciones.

Todo esto que estoy escribiendo espero que, aunque concuerden, sirva para el debate que la sociedad se debe. El rol de los medios es gravitante en este entramado de políticas de entrega de la soberanía. El camino de sumisión de la Argentina a los designios yanquis es total y absoluta. La manipulación de la realidad y el embobamiento de las personas a través de los escándalos de la farándula (Tinelli, Gran Hermano) y las operaciones arteras de prensa por parte de Lanata, Fantino, Longobardi y otros como Majul que hace años hablaban en contra de los que hoy son sus patrones ponen a los medios alternativos y a las redes sociales como únicas alternativas para contrarrestar todo el peso mediático esgrimido por el gobierno.

Luis César Pérez

DNI 10.106.687

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