Emilio Peroni, una vida marcada por el tango

El hijo pródigo de Cipolletti comenzó su relación con la música a los siete años. Siendo joven, una beca lo llevó a Europa y desde entonces nunca paró de viajar.

¿Qué ocurre al combinar en una misma noche al tango con el flamenco y la música clásica española? Probablemente la respuesta a esta pregunta la puedan responder las decenas de cipoleños que asistieron el sábado pasado al Centro Cultural Municipal, adonde se presentó el hijo pródigo de Cipolletti, Emilio Peroni, acompañado por el director de Cultura, Miguel Ángel Barcos, la voz de Jorge Román y orquestados por el grupo de cámara de la Escuela Superior de Música y el trío Anthelia.

Como si esto fuera poco, para imprimir movimiento a los acordes que regalaron los pianos de Peroni y Barcos, Nicolás Strack y Wanda Do Brito bailaron muchas de las piezas que se interpretaron.

Emilio comenzó a incursionar en la música desde los siete años, en la Escuela Superior de Música de Neuquén, adonde cursó 17 años entre capacitación y posgrado. Tras recibir una beca continuó su aprendizaje en Roma, luego en Barcelona y desde allí pego el salto al norte de Alemania, en la fría ciudad de Rostock, ubicada al norte del país teutón, donde sumó tres posgrados más a su trayectoria como músico y pianista mientras trabajaba como acompañante en las clases de piano y viajaba por otros países brindando conciertos.

Así conoció el continente asiático, Kuwait, Filipinas y también recorrió el Viejo Continente, interpretando grandes obras de la música clásica y de unas de sus grandes pasiones, el tango. “El estilo de vida del artista es diferente a una persona que tiene un trabajo fijo y no se mueve de su ciudad. La posibilidad de expresarte y hacer arte, y de viajar y llevar la cultura a otro país es mágico”.

Peroni retornó de su periplo europeo hace poco menos de tres años, retomando la docencia en la escuela que le dio sus credenciales, primero como acompañante en las clases de piano y más adelante como titular, además de ejercer la jefatura de varias capacitaciones que la institución ofrece. “Al final de mi estadía en Europa tenía muchos conciertos en Argentina: venía dos veces por año a tocar en Rosario, en Bariloche, San Martín, Córdoba y obviamente en Neuquén, y también en Chile, por lo que tenía todos mis contactos regados y vigentes”, argumentó para explicar su regreso.

En el Alto Valle, Emilio encontró a la cultura “muy crecida, acompañada de un movimiento de gente de Neuquén, Cipolletti y Roca”. En ese sentido sostuvo que la creación de la Orquesta Sinfónica de Neuquén, sumada al crecimiento de la Casa de la Música y también a la creación del Centro Municipal de Danza, colaboró en generar “gente muy ávida de cultura, desde un estudiante que quiere aprender arte hasta quienes se han vuelto consumidores de cultura”, consideró.

“Me siento muy bien de haber vuelto aquí”, expresó y contó que planea seguir viajando, ya que tiene fechas en Chile, en Bolivia, en Estados Unidos y en Europa durante este año.

“Me produce mucho placer la elaboración de una pieza. El broche de oro es presentarla ante un público que guste de esa música, ahí se cierra el ciclo”.

Emilio Peroni vive, desde muy joven, la música como una pasión.

Datos

“Me produce mucho placer la elaboración de una pieza. El broche de oro es presentarla ante un público que guste de esa música, ahí se cierra el ciclo”.

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