Palabras

Redacción

Por Redacción

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Entrar en un diccionario es como hacerlo en un antiguo museo con muchas vitrinas. Uno se asoma a esos interiores y se tropieza con la palabra y sus vestigios, retazos de su historia que cuelgan entre sus letras. Una luz pequeña pero suficiente alumbra la palabra “negocio” que siempre nos dijo lo obvio que no supimos ver: negación del ocio (neg-otium) casi como profetizando el futuro del ingenuo emprendedor. Un poco más adelante nos detenemos en “siesta” y camuflada entre sus letras está escondida “sexta”, la hora del mediodía para los romanos después de la cual ameritaba un descanso.

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