Una cámara infestada de corrupción y desprestigiada

“¿Qué moral tiene el Senado para someter a juicio a Dilma?”, preguntó el jueves la senadora Gleisi Hoffmann, del PT y una de las más entusiastas defensoras de Rousseff. Muy poca, según la mayoría de los brasileños.

La organización Transparencia Brasil reveló que un 59% de los 81 senadores, que decidirán si la mandataria es destituida de su cargo, han sido condenados, acusados o investigados por crímenes en algún momento. El mismo porcentaje se repite en Diputados, que abrió el proceso .

Rousseff está acusada de manipular las cuentas del gobierno para disfrazar el déficit fiscal. Sin embargo, violar normas fiscales no sugiere que sea corrupta. No se puede decir lo mismo de los congresistas, que cuentan con un extenso prontuario que va desde acusaciones de malversación y compra de votos, hasta presunto homicidio. El presidente del Senado, Renan Calheiros, está acusado de recibir millones de dólares en sobornos en la trama de corrupción de la petrolera Petrobras. Otro “pez gordo” es el del senador Aécio Neves, investigado por supuestamente aceptar sobornos y una cuenta bancaria secreta en Liechtenstein. En la cámara baja, su expresidente Eduardo Cunha es acusado de beneficiarse del fraude a Petrobras y de ocultar cuentas en Suiza.


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