“La Escuelita”: Una víctima dijo que uno de los acusados estaba donde lo torturaron

“Vi sus rasgos, sus rulos…, dos segundos fueron suficientes para que me acordara toda la vida”, aseguró ayer Félix Oga al identificar ante el tribunal al subcomisario Jorge Soza, como el jefe en la delegación de la Policía Federal el día que recibió golpes y picana, cuando tenía 21 años.

La audiencia por torturas a Oga y Alipio Quijada reabrió ayer el quinto tramo del juicio por delitos de lesa humanidad, en la dictadura del 76.

Hubo una gran participación de vecinos de Catriel, integrantes de la cátedra del seminario de derechos humanos de la Facultad de Roca (UNC) y sobrevivientes del centro clandestino que funcionó en esta ciudad.

Los acusados vieron la audiencia por sistema de video desde Buenos Aires, Viedma y Marcos Paz; mientras que Soza no se presentó la sala como en los encuentros anteriores y se mantuvo en la sala contigua al tribunal.

Oga fue secuestrado de la casa de sus padres en Catriel, horas después de haber compartido el almuerzo con Luis Mendoza, quien también fue detenido el mismo 27 de marzo de 1976 (por una comisión del Ejército e Inteligencia) y ambos quedaron en la comisaría local, hasta que inició su periplo de detenciones que se extendieron por más de un año.

En 1976 Oga estudiaba ingeniería en Neuquén, pero se había ido a la casa de sus padres porque tras el golpe se suspendieron los exámenes. Relató las torturas en la U9, los golpes y los tormentos en la delegación de la Federal, el tiempo de cárcel en Bahía Blanca, en Rawson, hasta que fue liberado en septiembre de 1977.

“Quiero que se haga justicia para que uno no vuelva a repetir que pregunte dónde está mi hermano, mi amigo, o como nos pasa ahora: dónde está Santiago Maldonado”, le dijo el testigo Luis Mendoza al juez Eugenio Krom cuando le consultó si tenía algo para agregar a su testimonio.

“Por mi celda en la U9 en esos días pasaban muchos presos que no volvían más: de Cutral Co, de Neuquén, de distintas partes”, dijo Francisco Tropeano, el contador cipoleño que en 1976 estaba en la cárcel federal como preso político.

En el único momento en el que a Tropeano le flaqueó la voz por el recuerdo de sus peores días de encierro fue cuando describió que “venia muy golpeado, era jovencito, le levanté la camisa y me horroricé”, dijo en referencia a las marcas de la tortura que Oga llevaba en la espalda tras su paso por la delegación de la federal.

Agregó que también cree haber sido golpeado por Soza.

A sala llena se desarrolló la audiencia que tiene en el banquillo a exjefes militares y de las policías de Río Negro y Federal.

oscar livera

Hoy a las 17 se conocerá

el veredicto de un juicio que se realiza en Bahía Blanca, en el que se ventilaron casos de víctimas de Viedma

y la región.

Un militar presionó a las víctimas

“Le dije a Farías Barrera (acusado por delitos de lesa humanidad) que si no había hecho nada podía enfrentar a un tribunal”, señaló Francisco Tropeano, consultado por la visita que recibió del militar tras la reapertura de las causas. Dijo que lo buscó para pedirle “que hablara bien de él”. Cuando la defensora oficial Gabriela Labat le consultó si se había sentido amenazado por el militar o tenido que mudar tras la visita, el dirigente comunista dijo: “Me sentí presionado para que dijera cosas, dijo que en el traslado de presos desde Rawson, él les aflojaba las esposas”.