El capataz que quiere aprender a leer y escribir antes de jubilarse

Carlos tiene 59 años, y cuando su hijo lo anotó para que haga la primaria se resistió. Pero ahora disfruta de poder descifrar las palabras y de hacer las cuentas gracias al programa implementado por la sociedad forestal en la que trabaja desde hace tiempo.

Como los niños que no quieren empezar primer grado, Carlos García también se resistió a sus 59 años a ir a la escuela. No lloró ni pataleó, pero sí rezongó cuando le dijeron que estaba inscripto en el programa de alfabetización. “No quería ir a la escuela”, masculló el capataz del vivero de Corfone en ese momento crucial. “Mire, padre, ya está anotado”, le respondió uno de sus hijos, también empleado en la empresa maderera neuquina. “Ahora vaya y aprenda a leer y a escribir”, le ordenó.

“Desde marzo estoy luchando con esto”, contó García a “Río Negro” entre mate y mate, en el aula donde la maestra Flora lo ayuda a él y a otros 19 compañeros a que terminen el ciclo primario. Se trata de un programa implementado por la sociedad forestal en todas las filiales de la provincia, tanto para la realización personal de los trabajadores como para su desenvolvimiento en el ámbito laboral.

García es uno de los pilares de la compañía en esta cruzada, sobre todo por el respeto que despierta entre sus compañeros. “Yo les digo tenés que venir, y vienen al aula. Tenemos que aprovechar. Y al verme a mí, vienen mis compañeros también. Una sola vez hubo uno que se retobó. Estaba enojado porque la maestra lo había corregido. Ella lo fue a buscar hasta la casa y todo. Cuando lo vi le dije que no tenía que tomárselo a mal. Ahora ya volvió a estudiar. Es muy buena la maestra, no hace diferencias con ninguno”, aseguró.

También conocido como “Fifo” y como “La bruja” por su habilidad como arquero en el equipo de fútbol Lonquimay, el hombre de piel curtida, sonrisa amplia y mirada transparente asegura que estudiar la “da más confianza para hablar con los jefes. Antes no me animaba tanto. También cuando viene gente a comprar las plantas , me siento más cómodo y les hablo de las cosas que sé”.

La apuesta de la empresa por García empezó mucho antes de que se iniciara el programa. Desde los 7 años trabajaba en un puesto de la estancia Chacayal, adonde lo habían mandado para que ayudara y donde cuidaba chanchos, gallinas, ordeñaba vacas, hacía manteca y picaba leña . Pero en 1982 decidió volver a Junín con lo puesto y encontró trabajo en Corfone. Trabajó en las plantaciones, como regador, en el aserradero y en el vivero, hasta que un día –10 años atrás– le dijeron que iba a ser capataz. “Pero yo no tengo estudios”, les dijo. “Usted va a ser capataz igual”, le insistieron. “A usted, la gente lo respeta y sabe perfectamente todo lo que hay que hacer”.

“Muchas veces me hizo falta que los compañeros me ayudaran a anotar las cosas y a hacer los papeles. El personal siempre me apoyó. Antes, cuando pasaba lista a la mañana, me acordaba el orden en que estaban anotados de memoria para ir poniendo presente o ausente. Ahora hay algunos nombres que ya puedo leer aunque siento que tengo la mano dura para escribir todavía. En matemáticas en cambio voy bien: vengo contando pinos y clasificando plantas desde hace mucho”.

“Una sola vez hubo uno que se retobó. Estaba enojado porque la maestra lo había corregido. Yo le dije que no tenía que tomárselo a mal”

Carlos García, quien fue como abanderado al desfile del 25 de mayo.

Más aulas

Un aula con alumnos de todas las edades

Las clases comenzaron el 13 de marzo. Este programa es llevado adelante por Corfone SA y el Consejo Provincial de Educación.

En Junín de los Andes hay alumnos de todas las edades, desde recién ingresantes a la empresa hasta el propio García, quien ya inició sus trámites de jubilación. “Va a ser un momento difícil ese porque estoy acostumbrado a estar acá, pero igual estoy tranquilo porque sé que voy a poder seguir viniendo los días de clase”, explicó el capataz.

Datos

“Una sola vez hubo uno que se retobó. Estaba enojado porque la maestra lo había corregido. Yo le dije que no tenía que tomárselo a mal”
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localidades más están integradas a este plan de alfabetización: Loncopué, Aluminé y Las Ovejas.

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