Entre pronósticos y realidades, lo que dejó la visita del papa Francisco

La visita del papa Francisco a Chile tuvo pronósticos que no se cumplieron. Mientras miles de fieles esperaban la misa en Temuco, los mensajes hablaron de “un éxodo de argentinos” en los días previos; “una indiferencia por la figura del papa” durante el evento; y de una “falta de compromiso con algunos temas”, después. Pero cuando los medios construyen escenarios que no tienen que ver con lo real ¿Qué responsabilidad le cabe al acontecimiento?

El lunes se dijo que para pasar la frontera habría que hacer kilómetros de cola. Al llegar a las 9 de la mañana al Pino Hachado aparecía la primera reanimación de la teoría de Albert Einstein “todo es relativo”.

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El gobierno de Neuquén montó un Operativo de Emergencia con ambulancias del SIEN y filas de baños químicos, refuerzos de policías y gendarmes. Feriantes habían instalado puestos de comida. Todos estaban dispuestos a atender a miles de personas que nunca llegaron.

Desde ahí el discurso se dio vuelta y afirmó que “nadie iría a la misa”. Pero en Temuco, ciudadanos de la región, esperaban a su líder espiritual. Casi todos eran católicos practicantes y es cierto, su presencia no era masiva. Pero ¿es masiva la comunidad católica en ese país?

“Los chilenos no quieren a Francisco”, señalaba otro discurso y afirmaba que la figura del papa argentino no es respetada por los chilenos. Según la encuesta realizada por GFK Adimark el número de chilenos que se considera católico viene en picada. En 2017 bajó a un 59% de la población, mientras creció el número de ateos y agnósticos.

Al recorrer las calles, en diálogo con la gente, los creyentes celebraban sus mensajes. Los demás, no se mostraban en acuerdo, ni desacuerdo, solo criticaban que el estado use fondos públicos para la organización.

Para los medios chilenos la visita costaría 7 millones de dólares, que serían financiados por aportes voluntarios de los fieles, empresas y organizaciones. Pero el Estado también puso recursos y eso repudiaban los chilenos no católicos.

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El papa defendió a migrantes y mapuches. Durante la misa dijo que todavía debían trabajar para aceptar al otro en estos temas, que no tienen superados.

Las sociedades nunca son ideales, y no siempre los tocados por la gracia de Dios eligen el bien. Pero una voz superior pudo juzgar en estos días lo que el papa dijo o cayó, lo que la gente sintió, si fueron muchos o pocos, como si alguien tuviera la vara justa para medir las cantidades precisas y las verdades absolutas.

“Esta celebración la ofrecemos por los que sufrieron y murieron y los que cada día llevan en sus espaldas el peso de las injusticias”,

dijo el papa Francisco en relación a los crímenes de la dictadura chilena.

Dos tipos de violencia,

una fue silenciada

En plena tensión por el conflicto mapuche, la etnia más importante de Chile, que denuncia discriminación, abusos y reclama la restitución de territorios, en Argentina la mayoría de los medios tituló que el papa dio un mensaje “duro contra el uso de la violencia en las reivindicaciones indígenas”.

Pero Francisco habló también de otra violencia que fue silenciada. Dijo: “en primer lugar, debemos estar atentos a la elaboración de ‘bellos’ acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, necesarios, pero que al no volverse concretos terminan borrando con el codo, lo escrito con la mano”, aseveró. Planteó: “esto también es violencia, porque frustra la esperanza”.