Los valores que cimentaron las bases del diario y se mantienen vigentes

Desde 1912, Río Negro selló su compromiso con la verdad, la defensa de la vida y de la libertad. Fueron su insignia y su norte en los momentos más difíciles y violentos del país, y se reflejaron en sus editoriales, sus investigaciones y sus convicciones.

Desde el primer día, aquel 1° de mayo de 1912, el Diario Río Negro selló un camino de compromiso con la verdad, la defensa de la vida y de la libertad. Ese espíritu guió no sólo sus investigaciones, sino también sus convicciones y su coraje en la defensa de los derechos humanos en tiempos de violencia política. Y ese espíritu se mantuvo y se mantiene aún hoy, 110 años después.


No trae compromisos ni personales ni de círculo; por eso, libre de todo impedimento y ajeno a las finalidades mezquinas, Río Negro será el reflejo de los anhelos de la comunidad. Nos cuidaremos de ser observadores imparciales, consignando los hechos tales como sean, haciendo las observaciones que de ellos lógicamente fluyan, sin apasionamiento, sin jactancia y también sin temor, sin debilidades, seguros de cumplir así con un deber del que nada podrá desviarnos”, escribía Fernando Rajneri en la editorial que salió publicada en el primer número de un diario que llega hoy a las 26.505 ediciones.


En ese largo camino, el diario no temió enfrentarse con los poderes locales, territoriales, nacionales.
Su línea editorial siempre cuestionó los abusos policiales, como lo demuestra, allá por 1917, la amplia cobertura del asesinato del periodista neuquino Abel Chaneton o las muertes de la Semana Trágica en 1919 en el sur del país. Y como lo demostró también cada vez que el diario alertó sobre el espiral de violencia que se inició en la década del 70.


En agosto de 1972, por ejemplo, el diario señaló su inquietud por la conducta del Estado en materia de represión, y puso en duda la versión oficial sobre la muerte a balazos, en plena madrugada, de 16 guerrilleros que estaban detenidos en la Base naval de Trelew.
Los muertos formaban parte de un grupo de 25 guerrilleros que días antes se habían fugado de la cárcel de Trelew. Seis de ellos, los más importantes jefes del grupo, habían logrado tomar un avión comercial con destino a Chile. Los 19 que quedaron en tierra fueron detenidos. Sólo tres se salvaron.

En la madrugada del 22 de agosto de 1972 en Trelew, 16 guerrilleros fueron asesinados.


En su editorial, Río Negro definió el hecho como la matanza de Trelew. Y bajo el título “La sombra en la pared”, publicó: “No es difícil advertir las dudas que despiertan en el país la relación de sucesos y el temor de que se trate de una acción de masiva represalia que convertiría el hecho en un terrible crimen sin precedentes en la historia del país”. Y más: “La sospecha de que se trata de una represalia indiscriminada se extiende como una mancha de aceite, como una ominosa mancha en la pared, que parece quebrar toda esperanza de pacificación y amenaza sumergir a la Argentina en una encrucijada peligrosamente imprevisible. Si el gobierno (el régimen militar de la Revolución Argentina) realizara y permitiera una investigación exhaustiva sobre los hechos, podría rehabilitarse un mínimo clima de convivencia. La hipótesis desoladoramente improbable, serviría para aventar la sospecha de que en la Argentina, los presos políticos no tienen siquiera el tratamiento que los países beligerantes reservan a los prisioneros de guerra”.


Río Negro fue el único diario de la Argentina que no sólo reconoció que había una guerra interna en el país, sino que acreditó a los miembros de las organizaciones armadas detenidos el estatus de prisioneros de guerra. Para el resto de los medios, en ese momento, eran “delincuentes subversivos”. Lo que ahora quizás parezca un detalle, era en aquellos años un signo de coraje.


Sin triunfalismo


Sin dudas, el enfoque que el diario le dio a la Guerra de las Malvinas es una muestra de esos valores que fundaron los cimientos de la editorial. Río Negro no se subió en ningún momento a esa ola triunfalista que se respiraba en los primeros días de la Guerra con Gran Bretaña.

El diario se pronunció a favor de la paz y la negociación y percibió claramente que la dictadura militar buscaba apelar a una causa largamente arraigada en la cultura argentina, para utilizarla con un fin perverso: la perpetuación en el poder del proceso de facto que ya venía afectado por la impopularidad.
El punto de vista del diario Río Negro fue claro, decidido e impopular de cara a una inmensa mayoría social ganada por un patriotismo que excluía toda duda sobre la razón del proceso en marcha. Mandaban las emociones. Pero no al diario.

De la euforia a la triste realidad: la guerra de Malvinas y la rendición.


Como muestra, el 24 de abril, cuando gran parte del país saludaba la decisión militar y mientras la armada británica se acercaba al archipiélago, el diario señaló: “Un esfuerzo combinado del pueblo y del gobierno argentinos para preservar la paz debiera ser tan imperativo e inmediato como la renovación de las gestiones de las naciones amigas para encontrar caminos y perspectivas para un arreglo satisfactorio, cuya necesaria flexibilidad supone claramente que no puede ser un triunfo total para ninguna de las partes, excepto por el hecho de que la preservación de la paz es un verdadero triunfo para todos”.
Río Negro no pasó en puntas de pie por la historia del país. El diario fue protagonista esencial de la denuncia sobre las sistemáticas violaciones a los derechos humanos.


El fallo que hizo historia



En materia de libertad de prensa, en septiembre de 2007 Río Negro fue protagonista de un fallo que hizo historia: la Corte Suprema de Justicia de la Nación condenó a la provincia de Neuquén por darle un tratamiento discriminatorio al quitarle la publicidad oficial luego de que el diario publicara una información que disgustó al entonces gobernador Jorge Sobisch.

NEUQUEN…20- Noviembre- 2014…POLICTICA…ENTREVISTA A JORGE SOBISCH.


El diario había presentado el 22 de enero de 2003 un amparo, después de que el gobierno neuquino de Sobisch retirara la publicidad oficial como represalia por la publicación acerca de varios videos tomados con cámara oculta en los que el mandatario y su sobrino, el diputado Osvaldo Ferreyra, ofrecían al legislador opositor Jorge Taylor incentivos económicos a cambio de que diera quórum para tratar la designación de vocales “amigos” en el Tribunal Superior de Justicia.


El fallo de la Corte en el caso “Río Negro c/Provincia de Neuquén reconoce que no existe un derecho natural de los medios a recibir pauta oficial. No obstante, advierte que la publicidad no puede ser utilizada para limitar la libertad de prensa otorgándola o retirándola en razón de los contenidos publicados.


El fallo sentó un importante precedente en la defensa de la libertad de expresión en la Argentina y en el continente y tuvo amplia repercusión en el país y en el exterior. Y de hecho, en 2011, la Corte usó como antecedente el caso Río Negro al hacer lugar a un recurso extraordinario o presentado por Editorial perfil en reclamo porque no había recibido publicidad oficial.


Investigaciones especiales



Poner el ojo en la corrupción, en las irregularidades, fue el norte que guió las investigaciones más profundas del diario.


En 1995, una serie de investigaciones sobre los graves hechos de corrupción que abarcaron el período del gobernador Horacio Massaccesi, y en especial el proceso de vaciamiento del Banco de la Provincia de Río Negro, ocurrido entre 1988 y 1994, se convirtieron en el libro “Manzanas amargas” que lleva la firma del entonces director del diario, Julio Rajneri. Muchísimos años después de la investigación del diario, llegaron las condenas en 2004 a altos funcionarios.
Otras investigaciones de corrupción destacadas en Río Negro fueron la compra de aviones con elevados sobreprecios, y la causa de los casinos, que determinó las condenas de un funcionario, un empresario y un intermediario.


El ingreso de los nazis en la Argentina siempre fue un tema relevante para el diario Río Negro. Criminales de guerra, ejecutores del Holocausto, fugitivos autores de las peores atrocidades y que tras la caída del régimen de Adolf Hitler intentaban pasar desapercibidos como ciudadanos comunes y corrientes en ciudades de nuestro país con fuerte presencia de la colectividad alemana, como Posadas en Misiones, Villa General Belgrano en Córdoba, o Bariloche en Río Negro. Pero no siempre lo consiguieron, en gran medida por el incansable trabajo del centro de investigación judío Simon Wiesenthal y la acción de la Justicia.
Uno de los casos más emblemáticos se desarrolló en la década del ’90 con la captura, extradición y doble juicio en Italia de Erich Priebke, capitán de las temibles SS alemanas que vivió casi 40 años una vida “normal” en Bariloche, un proceso que fue seguido en detalle por Río Negro en todas sus etapas.
En mayo de 1994, detectado y entrevistado por un equipo de periodistas de “Prime Time Live” de la cadena estadounidense ABC, admitió su participación en la masacre de las Fosas Ardeatinas, el asesinato de civiles en Roma desatado como un ataque partisano previo.

El momento de la extradición Priebke, ex capitán de las SS que vivió 40 años en Bariloche.


Priebke confesó que “siguiendo órdenes superiores” fue parte del fusilamiento de 335 italianos (75 de ellos judíos) en venganza por la muerte de 32 alemanes y un niño a mano de la resistencia antifascista italiana. Priebke fue el encargado de confeccionar las listas de quienes serían ejecutados y controló el operativo..
Río Negro fue el único medio nacional que tuvo un enviado en el juicio en Roma, Ítalo Pisani, quien logró una entrevista exclusiva en la cárcel militar, donde Priebke admitió que el obispo austríaco Alois Hudal fue clave en su escape a la Argentina.


Primero absuelto y luego condenado en un segundo proceso por la masacre, el fallo contra Priebke fue considerado un ejemplo mundial. En sus editoriales, Río Negro advirtió sobre el doble estándar de condenar a criminales de guerra por hechos ocurridos 40 años atrás y no a líderes nacionales y han cometido atrocidades similares. Y también señaló que “se engaña (el ministro del interior de ese momento, Carlos) Corach si cree que tal alarde de eficiencia contribuirá a mejorar la reputación nacional. Ya es imborrable la imagen de Argentina como refugio de criminales nazis, que recibieron una bienvenida amistosa de los primeros gobiernos peronistas y a esta altura la entrega de un sobreviviente octogenario no contribuiría en nada a modificarla”.


Otro claro ejemplo es la extensa y profunda publicación sobre “Los barones de la fruta”, que en 2015 demostró cómo Rubén López y Juan Lescano manejaron “de manera fraudulenta” los fondos del Sindicato de la Fruta y de la Obra Social.


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