La historia de una adolescente recuperada de coronavirus en Las Lajas

"Por ser jóvenes pensamos que nunca nos va a tocar", aseguró María, de 18 años. La localidad del centro de la provincia ocupa el tercer lugar en cantidad de casos.

«Por mi no tenía miedo, pero si por mi nene y por mis papás», contó María, de 18 años, una de las dos jóvenes de Las Lajas que fue diagnosticada por Covid-19 y recibió el alta el domingo pasado.

La localidad del centro de la provincia ocupa el tercer lugar en cantidad de casos, después de Loncopué y la ciudad de Neuquén.

«A veces nos tomamos a la ligera las cosas, por ser jóvenes pensamos que nunca nos va a tocar, y ahora me tocó vivirlo en carne propia«, aseguró María. Hasta ayer en la provincia había doce personas con coronavirus que tenían entre 10 y 20 años.

Ella contrajo la enfermedad por tener contacto estrecho con un paciente confirmado. «En ese momento no sabíamos nada, ni esa persona, ni yo», indicó.

Precisó que los síntomas que tuvo fueron tos seca y congestión nasal, y no le dio fiebre.

Cuando la persona positiva informó al personal de salud que había tenido contacto con María le hicieron el test que confirmó el diagnóstico.

A diferencia del primer paciente recuperado de la provincia, que estuvo internado en una clínica privada, María realizó el aislamiento en su casa, en la que vive con su hijo, de dos años, y sus padres.

«Tenía mucho miedo porque ya son personas mayores. Después mi nene es paciente de riesgo, porque de chiquito tenía problemas en los pulmones y tenía que tener mucha precaución con él», planteó. Se le hizo hisopado a los tres y las muestras arrojaron que ninguno tuvo Covid-19.

Las Lajas, una ciudad con una población de 4.959 habitantes según la proyección de la dirección de Estadística y Censos, vivió días convulsionados tras el aumento de casos positivos.

«La pasamos mal en el sentido de que nos señalaban mucho, nos miraban mal, nos tiraban piedra a la casa. Nosotros tenemos un quiosco y tenían miedo de pasar por la vereda, y daban toda la vuelta por la calle de tierra, porque tenían miedo. No lo denunciamos porque bueno, lo tomábamos como que «tienen miedo» y reaccionan de diferente forma. Lo dejamos ahí, y que ellos siguieran con su maldad», afirmó María.

Y agregó: «así como hubo gente que nos criticó, hubo gente que nos trató súper bien y estuvo todo este tiempo. Algunos vecinos, amigos de mis papás, gente que no conocíamos y nos preguntaba que necesitábamos, las iglesias también.»

Durante el primer tiempo se abastecieron del quiosco. «Llegó un punto que el pobre se quedó sin nada», señaló María, y ahí desplegaron una estrategia de compras.

«Cuando necesitábamos algo llamábamos a alguna persona que se nos ofrecía, y con las precauciones que se debía tener le dábamos la plata, la envolvíamos en una servilleta, la dejábamos en el nicho de gas, y ellos la agarraban y después nos dejaban la mercadería», explicó la adolescente.

Destacó el acompañamiento del plantel del hospital de Las Lajas: «nos atendieron súper bien, se preocuparon por nosotros, nos venían a ver. Con decirle que me preguntaban si mi nene estaba aburrido y le traían juguetes, porque el encierro ya lo estaba agobiando mucho, pero siempre estuvieron muy preocupados, al igual que la policía».

María cursa cuarto año del secundario y estudia auxiliar de enfermería en Zapala. Cuando termine quiere seguir la carrera de enfermería.

«A mí todo esto me hizo tomar consciencia, ser más responsable, hacer caso cuando los médicos dicen «no salgas, no recibas visitas, no tomes mate», hacer caso porque ellos son los profesionales y lo dicen por el bien de uno», agregó.


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