Cuando el verde de los arbustos marca el límite

Pueden tanto vestir cercos como ser la figura principal en espacios verdes si dejamos que se expresen según su naturaleza. Te los presentamos: ellos son los “eleagnus”, los pequeños arbustos que nos ayudarán a darle un marco a nuestro jardín.

Después de una semana de temperaturas altas y sol radiante, es inevitable pensar que se acerca la época de salir a nuestro patio a disfrutar un poco de aire libre, una alternativa que en los últimos meses se complicaba más por el frío.


Para continuar con las recomendaciones en esta época donde intensificaremos cada vez más el cuidado del jardín, nos toca repasar un punto fundamental de cualquier espacio verde: los cercos, o cuando el mismo verde aparece para marcarnos los límites.

Las especies arbustivas son muy cultivadas por su follaje persistente y brillante. También, por su rusticidad y adaptación a distintos tipos de climas y suelos, aunque los prefieren fértiles y con buen drenaje.

En este caso hablaremos de los “eleagnus”, que son un tipo de arbusto ideal para formar cercos o setos verdes ya que tienen un crecimiento vigoroso que los caracteriza y soportan muy bien la poda.

“Si estamos por decidir hacer un cerco vivo, es necesario antes considerar algunas cosas” comenta Marianela Gasparini, ingeniera agrónoma de Roca, “como por ejemplo la altura del cerco, y la función que cumplirá en nuestro espacio elegido”.

Hay tres tipos de eleagnus, por ejemplo con ribetes amarillos en el centro.


Además, la especialista explica que también es fundamental definir si lo haremos “como protección, privacidad y/o estética”, puesto que por ejemplo en este último caso dependerá si buscamos flores, colores y estilos.

Una vez decidido esto es importante conocer la calidad de suelo, agua y las temperaturas mínimas del lugar.

En nuestra zona, el crecimiento de los arbustos con el riego adecuado puede oscilar entre los 25 y 50 centímetros.

“Todas las especies que cultivamos en el vivero van desde una altura de 10 centrímetros hasta que alcanza un valor comercial de 30 centrímetros; y la especie que presenta mayor desarrollo en el año es el eleagnus”, explica la experta.

El gran aguaribay que está en el vivero “Las Varas” tiene más de 80 años, y luce hermoso.


Al mismo tiempo, asegura que “su hoja persiste todo el año, son gruesas y flexibles, por lo cual el viento no las daña. Su porte es firme, resiste muy bien las podas severas y permite dar al cerco la forma deseada”.

Gasparini aconseja no dejar de podar el arbusto en otoño porque se producen tallos largos sin hojas generando huecos. Esta planta tolera los suelos compactos y con presencia de sales y la sequía eventual, pero nunca un suelo encharcado con problemas de drenaje; por lo que es importante prestar atención a estos detalles para promover un buen crecimiento .

La luz del sol destaca el color amarillo. Las escamas que tienen las hojas dan una textura áspera al tacto, el envés es de color blanquecino y la luz directa del sol hace un efecto de brillo sobre las hojas destacando la especie. Las flores pequeñas que son de color blancas y fragantes aparecen en verano.

Esta planta se cultiva todo el año pero si se hace a fines de otoño la planta entra al invierno al lugar definitivo, desarrollando el sistema radicular y su brotación en el momento adecuado.

El eleagnus es una gran opción para la hora de armar cercos verdes.


Para utilizar en cercos se debe plantar a una distancia no menor de 1 metro entre plantas. Si es solitaria como arbusto decorativo, la forma deseada se le dará con la poda.

“Además existen muchas otras especies que toleran nuestras condiciones climáticas y podemos lograr cercos muy vistosos: crataegus, jazmín de leche, jazmín amarillo, ligustrina, olea texana, laurentino, laurel de flor, fotinia, ciprés de leyland y thujas” ejemplifica la experta.


Una tarea hecha en el vivero



Marianela, junto a su marido Osvaldo Peralta (ambos ingenieros agrónomos) iniciaron esta tarea allá por el 2014 con las flores de corte, la flor que va a la florería, y en 2016 abrieron al público el vivero “Las Varas”, en calle Gobernador Viterbori 2683, de Roca.

En “Las Varas” hay mucha pasión por las plantas.


“El trabajo en el vivero es iniciar el esqueje y estacionarlo durante un año adaptando la planta a la zona, temperaturas, clima y al agua con sal de las perforaciones de nuestra zona”, explica Gasparini, al tiempo que asegura que “la planta que sale del vivero se va adaptada”.

Los ingenieros, considerando que los perímetros de los lotes son muy grandes y para muchos se encarece demasiado, decidieron ofrecer al público la opción de esquejes más pequeños “a aquellos que no les interesa esperar dos o tres años para que crezca la planta, ya adaptados a la zona”.


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