La polémica por las truchas danesas terminará con un criadero en Santo Tomás

Hace casi un año, la AIC alertó que podían poner en riesgo el alto estatus sanitario de Alicurá. La cría continuó en el Limay, pero será trasladada.

La llegada de las truchas danesas, que con sus dos kilos buscan competirle el mercado al salmón, generó una polémica que terminará con la construcción de un criadero en Santo Tomás, un pequeño pueblo cercano a Piedra del Águila, localidad donde esperan que la planta de procesamiento de pescado se active a fines de febrero.

La polémica se inició en febrero del año pasado, cuando la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) advirtió que las ovas podrían poner en riesgo el alto estatus sanitario del embalse Alicurá, que permite criar sin antibióticos ni fármacos.

Desde el Gobierno neuquino manifestaron que prestaban atención a la preocupación, pero aclararon que la llegada de las truchas de Dinamarca tenían la habilitación de Senasa y de Río Negro, porque el criadero, o «hatchery», está del lado de esa provincia.

En ese momento, empezó a trascender que una posible solución sería que las ovas hagan la cuarentena en la cuenca de Santo Tomás, que no tiene comunicación directa con otros cuerpos de agua.

Pandemia y cuarentena mediante, el proyecto continuó en ese camino, como confirmó el ministro de Producción e Industria de Neuquén, Facundo López Raggi, en charla con RN Radio 89.3. Adelantó que esperan terminar el hatchery en marzo o abril.

A la par también hay movimiento en la planta de procesamiento de pescados de Piedra del Águila. Según el ministro, estaría activa a fines de febrero. El intendente Julio Hernández contó que se está trabajando en la activación de las máquinas, lo que conlleva contrataciones puntuales.

Hernández detalló que la empresa contrató a unas 20 personas para el criadero y empleará a otras 40 cuando comience a faenar. Se espera que en su máxima capacidad, prevista para el 2023 antes de la pandemia, contrate a unas 140.

El proyecto, en una primera convocatoria se asignó a una empresa de capitales argentinos cuya concesión se deshizo. En la segunda se hizo un acuerdo por 20 años con Mar Andino, una firma con base en Chile y Perú. La firma compró Idris Patagonia para poder trabajar en Argentina y se asoció con Aquaculture Patagonia Argentine para el hatchery.


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