Gramíneas ornamentales: el detalle de los jardines

Con sus distintos colores, tamaños y texturas, otorgan movimiento y color a los espacios verdes. Hay especies que crecen bien en la región. Desde el vivero Paisaje, de Bariloche, explican cómo se cuida.

Las gramíneas ornamentales, tan vistosas y pintorescas, decoran los espacios verdes y naturales aportando una belleza absoluta.


Habitualmente se plantan en canteros, combinadas con herbáceas perennes. Si bien no todas las gramíneas se pueden cultivar en zonas frías, en la región de Río Negro y Neuquén las especies que mejor funcionan son los Carex, Festucas, Calamagrostis, Stipas, Anemanthele, Cortadeira, Imperata, y Pennisetum.

“Hace años, se han instalado las gramíneas ornamentales en los jardines, proporcionando una estética muy natural, por sus sutiles follajes que aportan movimiento, distintas texturas y colores a los canteros”, explica Silvia Truncellitti dueña del vivero “Paisaje”, de Bariloche.


¿Cuáles son las que mejor se adaptan a nuestros suelos?



Stipa tenuíssima “pony tails”: esta hermosa gramínea alcanza a medir unos 60/70 cm de altura. El nombre científico es Nassella tenuissima. Sus hojas son muy delgadas y largas, de hasta 70cm de longitud, de color verde. Son tan finas, que tiene un aspecto plumoso. Las flores se agrupan en inflorescencias en forma de espiga. Al igual que todas las gramíneas son de crecimiento muy rápido.

“Su follaje tiene un movimiento suave y sutil cuándo la atraviesa el viento”, describe Silvia a Río Negro.

Aunque es resistente a la sequía necesita del riego, en la primera época de plantación y hasta que sus raíces hayan desarrollado bien. También requiere de un muy buen drenaje. En otoño, su follaje va cambiando a tonos más dorados y se cultiva al sol.

El interior del vivero de Silvia y Carlos, en Bariloche.


Stipa arundinacea bronze o anemanthele lesoniana: Supera al metro de altura y es muy resistente a las heladas y a situaciones de sequía. También se recomienda para ser plantada en grandes maceteros y formando macizos de intenso color otoñal en canteros o aisladas. Prefiere el sol pleno. “es todo un espectáculo de color amarillo naranja en el otoño”, señala la experta.

Carex buchananii, una atractiva gramínea por su follaje rojo bronce durante todo el año. Alcanza aproximadamente 60 cm de altura y es ideal para borduras o para combinar con otras gramíneas o herbáceas en canteros para lograr contrastes de colores. Prospera mejor al sol y de muy fácil implantación en suelos fértiles y bien drenados. Es conveniente evitar tanto los excesos de humedad como de sequía y durante el verano se pueden podar las hojas muertas.

El género Carex es rico en formas y colores y al igual que las gramíneas aportan ligereza y movimiento al jardín con sus penachos movidos por la brisa más leve.

Se pueden plantar en solitario o agrupadas para formar masas compactas presentando una enorme variedad de formas de follaje, desde las finas hojas hasta las de grandes hojas brillantes.


Según la floricultora, otra de las gramíneas introducidas recientemente en nuestra zona es el Grass Luzula Nivea. Originaria de los Pirineos y los Alpes, esta gramínea de gran resistencia a las heladas, además de destacarse por su belleza.

Además, conserva intacto su follaje en pleno invierno y tiene una inflorescencia muy bonita color blanco nieve. Llega a una altura aproximada de 60 centímetros.


Un vivero con 37 años de marcada trayectoria…



El vivero Paisaje, está ubicado en Av. Bustillo Km 15,500, de Bariloche. Además de contar con gran variedad de plantas, sus fundadores le dieron el toque paisajístico para apreciar la vista natural en su recorrido. Tiene una cascada con una longitud de 70 m, construida por Carlos y Silvia, aprovechando muy bien la altimetría del terreno.


Allá por 1982 llegaron a Bariloche Silvia Truncellitti y Carlos Gatti junto a su pequeño hijo. “Si te quedabas los 2 primeros inviernos -como se decía en aquella época- te quedabas para siempre; así compramos la tierra y comenzamos a producir las primeras plantas y a proyectar los primeros jardines. Mi marido arquitecto se dedicó al paisajismo y yo floricultora éramos la dupla perfecta”, agrega.

En 1993 se instalaron en el lugar donde residen hoy. “En aquel año tuvimos el privilegio de reconstruir y diseñar los jardines del Hotel Llao Llao al reinaugurar el hotel por tercera vez”, señala Silvia.


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