Tren Maya, apuesta polémica

Mark Stevenson *


El ambicioso proyecto ferroviario del gobierno mexicano amenaza a las propias comunidades indígenas a las cuales debiera beneficiar, aseguran expertos.


El ambicioso proyecto del Tren Maya de México está pensado para traer desarrollo a la península de Yucatán, sin embargo, a lo largo de la costa del Caribe amenaza al pueblo indígena maya por el cual fue nombrado y divide a las comunidades a las que debía ayudar.

Uno de los tramos controvertidos corta una franja de más de 110 kilómetros a través de la jungla entre los centros turísticos de Cancún y Tulum, y pasa sobre algunos de los sistemas de cuevas subterráneas más complejos y frágiles del mundo.

Es uno de los proyectos emblemáticos del presidente Andrés Manuel López Obrador, y ha generado objeciones de ambientalistas, arqueólogos y espeleólogos, quienes hicieron protestas para impedir que las retroexcavadoras derriben árboles y dejen limpia la delgada capa de suelo.

Sin embargo, para los habitantes del pueblo Vida y Esperanza, en Quintana Roo y formado por unas 70 casas y 300 personas -a mayoría mayas-, el tren pasará justo frente a sus puertas. Temen que contamine las grutas que les proveen de agua, ponga en peligro a sus hijos y corte su acceso al resto del mundo.

A unos kilómetros de las hectáreas de árboles derribados donde se supone que correrá el tren, el arqueólogo y espeleólogo Octavio del Río señala la cueva Guardianes que se encuentra directamente debajo del trazo. El techo de piedra caliza de la cueva tiene sólo entre 60 y 90 centímetros de espesor en algunas partes, y seguramente colapsará bajo el peso de un tren a alta velocidad. “Corremos el riesgo de que todo esto quede enterrado y esta historia se pierda”, dice Del Río.

López Obrador califica a críticos como Del Río como “pseudoambientalistas” financiados por gobiernos extranjeros.

Como con sus otros proyectos emblemáticos, incluido un nuevo aeropuerto en la capital y una enorme refinería en el Golfo de México, el presidente eximió al tren de los estudios de impacto ambiental, y el mes pasado invocó un asunto de seguridad nacional para seguir adelante con la obra, lo que anuló las restricciones judiciales contra la obra.

Muchos críticos dicen que la obsesión de López Obrador con los proyectos amenaza las instituciones democráticas de México. Pero el presidente responde que él solo quiere desarrollar la parte sur del país, históricamente pobre.

Sin embargo, los mismos mayas son personas que se ganan la vida a duras penas en el lecho de piedra caliza del bosque tropical seco. La antigua civilización maya alcanzó su apogeo entre el 300 y el 900 d. C., en la península de Yucatán y en partes adyacentes de Centroamérica, y son conocidos principalmente por construir sitios con templos monumentales como Chichén Itzá.

Los descendientes de los mayas aún viven en la península, muchos hablan ese idioma y visten ropa tradicional, además de conservar los alimentos, los cultivos, la religión y las prácticas de medicina tradicionales, a pesar de la conquista española en la región entre 1527 y 1546.

* Periodista de AP


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