Las diferencias entre liberales y libertarios, emergen como nunca antes tras la derrota en Buenos Aires

El traspié electoral en Buenos Aires caló hondo. El dólar saltó al techo de la banda, y las principales críticas al programa llegan desde el liberalismo económico.

Economistas, especialistas de mercado, políticos opositores e incluso funcionarios de las propias entrañas de la Casa Rosada, daban por hecho que los cambios de política económica llegarían luego de las elecciones legislativas nacionales de octubre. No obstante, la elección de concejales y legisladores provinciales en Buenos Aires, cambió el escenario.

La estrategia desplegada por La Libertad Avanza consistió en nacionalizar la elección y arrastrar al propio presidente al barro del conurbano para capitalizar su potencia discursiva, convirtiendo una compulsa que hubiese sido políticamente menor en cualquier otro contexto, en un verdadero plebiscito sobre el rumbo económico.


El resultado adverso se transformó así en todo un mensaje a los mercados, que comenzaron a otorgar mayor probabilidad a una derrota del gobierno nacional en octubre.
Esa posibilidad equivale a pensar que las reformas estructurales que Javier Milei prometió para la segunda mitad de su mandato, quizá encuentren más escollos legislativos de los que se pensaba.


En ese marco, desde el liberalismo económico comienzan a escucharse voces que critican el rumbo y que ponen en relieve las inconsistencias del programa de estabilización. Liberales que se distancian de los libertarios, y que señalan las diferencias entre ambos campos conceptuales.
Esas diferencias se presentan con un matiz determinante en lo fiscal, emergen con fuerza en lo monetario y se hacen por demás visibles en lo cambiario.

Gestión o desmantelamiento


El diagnóstico de base del programa económico, está claro: el Estado incurre el déficit fiscal crónico, para afrontar ese déficit acude a la emisión monetaria, y cuando la tasa de crecimiento de la masa de dinero es mayor a la tasa de crecimiento del producto, sobreviene la inflación. Al respecto, no existen ateos entre liberales y libertarios.


Las diferencias emergen en las formas de abordar el problema. Los libertarios se declaran anarco capitalistas, y sostienen en consecuencia que el Estado es la causa de todos los males económicos y sociales, y (utópicamente) debe ser destruido.


El equipo económico que conduce Luis Caputo tiene en su haber el haber logrado equilibrio fiscal durante el primer mes de gobierno, y el haberlo sostenido en 19 de los 21 meses que lleva la gestión libertaria. En base a los datos del Ministerio de Economía, de punta a punta en 21 meses el Estado nacional achicó su gasto consolidado por el equivalente al 5% del Producto Bruto Interno (PBI). El otro 10% al que siempre refiere el presidente, corresponde a los pasivos remunerados del Banco Central (BCRA).

Los economistas que se dicen liberales, apoyan explícitamente el rumbo elegido por Milei, pero no creen que el Estado deba ser destruido.


Al mismo tiempo, la cartera que conduce Federico Sturzenegger ha avanzado de forma sostenida en la desregulación y eliminación de trabas burocráticas sobre distintos procesos económicos y productivos, y el ministro se ufana de haber reducido la planta de trabajadores públicos en 50.000 puestos.


No obstante, el Estado está lejos de ser desmantelado. Al menos en la forma en que conceptualmente planteaban de antemano las ideas libertarias.
Allí radica una diferencia central. Los economistas que se dicen liberales, apoyan explícitamente el rumbo elegido por Milei, pero no creen que el Estado deba ser destruido.


Quien lo puso palabras recientemente, fue el diputado nacional Ricardo López Murphy. En diálogo mano a mano con RÍO NEGRO durante la convención de IAEF llevada a cabo en Bariloche, el reconocido economista expresó: “Nosotros somos del liberalismo tradicional, el de Alberdi, el del preámbulo de la Constitución. Ese liberalismo requiere la existencia del Estado, al revés de lo que piensa el presidente”.

Agregó luego: “Nosotros creemos que la primera función del Estado, la única que es insustituible, es el monopolio de la fuerza. Necesitamos Estado para que haya transacciones voluntarias y pacíficas, sean mercantiles o de las otras”.


La distancia conceptual puede resultar mínima, pero se convierte en determinante ante el apoyo que el gobierno necesita reunir en torno a iniciativas legislativas de alto impacto fiscal como el presupuesto universitario, la emergencia pediátrica, la emergencia en discapacidad o los haberes previsionales. Y más aún en torno al inminente debate del Presupuesto 2026 que el Poder Ejecutivo presentará mañana lunes.

¿Emisión cero?


Hemos venido emitiendo ya antes de julio a una tasa muy alta. Cuando subió Milei, la base monetaria era $8 billones, hoy es $44 billones. Todos los agregados monetarios se multiplicaron por 4. Tal es así que el 8 de julio pasado la base monetaria era $33 billones y el 10 de julio era $44 billones. El 33% era un día”. La intervención pertenece a Miguel Ángel Broda, reconocido macroeconomista liberal argentino.


El especialista visitó a Joaquín Morales Solá en LN+ previo a las elecciones bonaerenses, y agregó: “Lo que gatilló este último mes y medio fue que teníamos muchos vencimientos de deuda del Tesoro y no sé a quién se le ocurrió emitir $15 billones para pagar las LEFI, que podían haber sido pospuestas en el tiempo. Es cierto que hay un ‘riesgo kuka’. Pero ese riesgo ha sido potenciado por lo desordenado, dicho de una manera muy agradable, de la política macroeconómica de los últimos dos meses”.

“Hemos venido emitiendo ya antes de julio a una tasa muy alta. Cuando subió Milei, la base monetaria era $8 billones, hoy es $44 billones».

Miguel Ángel Broda


Lo que Broda critica en duros términos, es la pata monetaria del programa de estabilización del gobierno. Lo hace atacando el corazón conceptual de la narrativa libertaria: si la emisión es la única causa de la inflación, y en realidad el gobierno de Javier Milei está emitiendo, entonces la lucha contra la inflación no es tal y como el gobierno pretende presentarla.


Dicho de otra manera, y teniendo en cuenta que según el propio presidente Milei existe un rezago de entre 18 y 24 meses entre la emisión monetaria y su impacto real en precios, lo que Broda está anticipando es que el gobierno está fabricando inflación futura. He aquí otra diferencia radical entre liberales y libertarios.

Los liberales atacan el corazón de la narrativa libertaria: si la emisión es la única causa de la inflación, y el gobierno está emitiendo, la inflación continua.


Un reciente informe de la consultora Equilibra que dirige el economista Martín Rapetti, suma un dato más que interesante al debate. El estudio compara los últimos tres planes de estabilización que se implementaron en Argentina: el Plan Austral en la segunda mitad de los ‘80, el Plan de Convertibilidad a inicios de los ‘90, y el que lleva adelante la gestión Milei. La imagen refleja la variación mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) durante los primeros 21 meses de cada programa.


Salvando la enorme distancia que existe en relación al contexto global, al ambiente político nacional, y al punto de partida de cada uno de los programas, el punto de quiebre se aprecia al décimo mes de implementación.


A partir de ese ‘rubicón’ se observa que el Plan Austral comenzó a generar nuevamente una aceleración de precios que osciló entre el 4,6% y el 8,8% mensual.
El programa actual en tanto, se estacionó desde el décimo mes de aplicación en tasas mensuales de inflación de entre el 1,9% y el 3%, sin lograr perforar el 1,5%, y amesetándose entre el 1,6% y el 1,9% en el último cuatrimestre.


El Plan de Convertibilidad ideado por Domingo Cavallo en cambio, generó un virtual derrumbe de la tasa mensual de inflación a partir del décimo mes de aplicación, llegando al mes 21 con un registro de 0,3% mensual.


La comparación alimenta la crítica que los liberales hacen a los libertarios: más allá de la redefinición de agregados que pretendió llevar adelante el gobierno en 2024 al hablar del congelamiento de la “Base Monetaria Amplia”, los propios números del BCRA señalan que la emisión monetaria está más viva que nuca en la gestión Milei.

Inconsistencia cambiaria


Tras devaluar un 118% al asumir, el gobierno libertario implementó un esquema de crawling peg al 2% mensual. El tipo de cambio oficial se devaluaba un 2% cada mes, mientras la inflación aún registraba tasas mensuales de dos dígitos.


Existen pocas cosas más lejanas al decálogo liberal, que fijar el tipo de cambio permitiendo a los agentes económicos a estimar de antemano la devaluación y estructurar una rueda de ganancias vía tasa de interés en pesos.


El esquema fue largamente criticado por los economistas ortodoxos, que señalaban la necesidad de liberar el tipo de cambio y acumular reservas.
Cuando el atraso del tipo de cambio era más que evidente, lejos de retroceder, la gestión Milei decidió redoblar la apuesta y llevar el crawling peg al 1% mensual. El experimento duró un mes.


En abril de 2025 junto a la apertura parcial del cepo cambiario, se establecieron las actuales bandas de flotación. El esquema suponía ‘libre flotación’ dentro de las bandas ubicadas inicialmente en $1.000 y $1.400, y estipulaba que la autoridad monetaria debía comprar cuando la cotización se ubicara por debajo de la banda inferior, y vender cuando se ubicara por encima.

Los ortodoxos sugerían desde abril levantar el cepo cambiario y liberar el dólar. El gobierno en cambio jugó todo al dólar atrasado hasta octubre.


Dada la meta de acumulación de reservas firmada con el FMI, el BCRA bien pudo haber acumulado reservas desde abril. Por el contrario, y pese a la sugerencia de los liberales cercanos ideológicamente, el gobierno se negó a comprar dentro de las bandas.
La única excepción fue la operación realizada a mediados de julio, cuando el Tesoro adquirió US$1.800 millones con el tipo de cambio a $1.280.
El desenlace posterior al desarme de las LEFIs en la segunda quincena de julio, ya es conocido.


El gobierno terminó claudicando a fines de agosto y anunciando la intervención del Tesoro “dentro de las bandas”. El único poder de fuego para esa intervención eran los US$ 1.800 millones que se compraron en julio, de los cuales quedan poco más de US$ 1.400 millones. Agotado ese monto y con el tipo de cambio sobre la banda superior (hoy $1.471), solo resta que el BCRA comience a vender reservas.


Los ortodoxos sugerían desde abril levantar definitivamente el cepo cambiario y liberar la cotización. Con el diario del lunes y a la luz del escaso paso a precios que ha tenido la corrección cambiaria de julio y agosto, no era descabellado. El gobierno decidió en cambio jugar el todo por el todo al dólar atrasado, al menos hasta las elecciones de octubre.


La jugada no solo salió mal desde lo cuantitativo, sino también desde la dinámica de la cotización.
Según el balance cambiario del BCRA, la estrategia implicó una salida de capitales por Formación de Activos Externos equivalente a US$ 14.400 millones, y la cotización cerró la semana posterior a las elecciones en Buenos Aires ubicada literalmente sobre el techo de la banda.


La crítica liberal se termina materializando mas temprano que tarde. Con el riesgo país por encima de 1.000, el mercado de deuda voluntaria seguirá cerrado, y el precio de no haber acumulado reservas será que el Tesoro deberá comprar dólares para afrontar vencimientos. Eso a la vez, implicaría más emisión (y la rueda volvería a comenzar).


Economistas, especialistas de mercado, políticos opositores e incluso funcionarios de las propias entrañas de la Casa Rosada, daban por hecho que los cambios de política económica llegarían luego de las elecciones legislativas nacionales de octubre. No obstante, la elección de concejales y legisladores provinciales en Buenos Aires, cambió el escenario.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora