El río es el vínculo, la Regata la consumación del esfuerzo
Muy pronto Diario Río Negro dará a conocer un trabajo inédito, único y trascendental para honrar a la Regata más larga del mundo. A lo largo de sus 50 años de historia, travesía ha sido mucho más que una simple prueba de canotaje: es una celebración de la fuerza humana, la cultura regional y la conexión con la naturaleza.
Era una tarde calurosa aquel 15 de enero del 2020, en Choele Choel. Martín Mozzicafreddo había decidido bajarse del bote ese año. Iba a ser padre por tercera vez, de Raffaella. Su eterno compañero, Néstor Pinta, lo había sido también hacía poco, y por primera vez en 20 años la Regata lo encontraba fuera del agua.
Diario Río Negro lo entrevistó en el Balneario de la Isla 92, a la llegada de la cuarta etapa de aquel año que estaría signado por la pandemia un par de meses después, y dejó una frase que quizás encierre el sentimiento más puro y primario de todos los que habitamos esta tierra patagónica.
“Sin el agua no somos nada, sin este majestuoso río que no se ve en muchos lugares del mundo, no existiríamos. La Regata es el evento más emblemático de la provincia. Surca nuestro territorio y lo hace conocer. Y la vía de todo esto es el río, que es lo que nos da vida. Esto es un desierto y sin este río aquí no habría nada. Somos lo que somos gracias al río Negro. Es nuestro motor, la esencia rionegrina se debe a estas aguas”, nos dijo aquella vez quien ha ganado 15 veces la emblemática travesía, y que en enero del 2026 estará otra vez compitiendo junto a su eterno compañero, para la edición dorada de la Regata.

La simbiosis entre los palistas y el río está a punto de cumplir 50 años. En muchas ciudades por dónde pasa la travesía, la comunidad está tan estrechamente ligada al río, que el canotaje es una consecuencia lógica.
Subirse a un bote de pibe en Choele Choel, Luis Beltrán, Conesa, la comarca de Viedma- Patagones o en las costas del Limay en Neuquén, es un acto natural sin esfuerzos. Sería imposible no jugar a la pelota si de chico vivís enfrente de una canchita de fútbol en el barrio.
En muchos lugares donde la Regata es religión, el río es el santuario. Es el lugar sagrado donde se venera ni más ni menos que la vida, como dice Mozzicafreddo. En esas ciudades donde el río es el patio trasero de la casa, el deporte y la recreación forman parte de la cotidianidad de las personas.
“El río para mí es esto…”, dice Juan de la Cruz Labrín, a orillas del Limay en el Balneario Albino Cotro. En el gesto ampuloso de la leyenda del canotaje neuquino, se entiende perfectamente a lo que se refiere: el río es todo para él.
El seis veces ganador de la prueba señala un gran árbol que domina toda la orilla de enfrente y afirma: “ese lo planté yo, tiene 40 años…”, afirma con seguridad como para dar fe de lo qué significa este lugar para él . “Y en esta orilla estaba el Cuerpo de Bañeros Voluntario de Neuquén. Todo esto ha sido mi vida. Y sigue siéndolo”.

“Nunca me hubiera imaginado que la Regata estuviera a punto de cumplir 50 años y que aún hoy siga rodeada de gente que ha palpado este deporte. Todos los que algunas vez tomamos parte de esta prueba, deberíamos estar sentados en un bote en enero del año que viene».
Juan de la Cruz Labrín será uno los tantos protagonistas que tomarán parte del trabajo inédito, único y trascendental que está desarrollando el Diario Río Negro para honrar a la Regata más larga del mundo.


Era una tarde calurosa aquel 15 de enero del 2020, en Choele Choel. Martín Mozzicafreddo había decidido bajarse del bote ese año. Iba a ser padre por tercera vez, de Raffaella. Su eterno compañero, Néstor Pinta, lo había sido también hacía poco, y por primera vez en 20 años la Regata lo encontraba fuera del agua.
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