Una organización de Bariloche construye estufas seguras y eficientes para quienes no tienen calefacción

En dos años de trabajo, llevan construidas 24 estufas que son destinadas principalmente a mujeres solteras con hijos, con deficiente calefacción.

Después de la pandemia, Albano «Nano» Geliberti se quedó sin trabajo. Y sin casa. Con su pareja y su pequeño hijo, la familia terminó habitando un colectivo que les prestó una amiga. Lograron adaptarse como pudieron a la situación, hasta la llegada del invierno cuando empezaron a padecer las bajas temperaturas de Bariloche.

En ese momento, Nano se comunicó con un conocido de El Bolsón para que lo asesorara en la forma de construir una estufa que pudiera instalar adentro del micro. «Pero estaba en la lona en ese momento. No tenía un mango. Entonces para poder comprar los materiales armamos un taller y aquellos que querían aprender ponían unos pesos y con eso compramos los materiales«, contó este bioconstructor de 38 años.

Esa estufa, recordó Nano le cambió tanto la calidad de vida que, cuando logró «acomodarse» económicamente, decidió dictar talleres comunitarios y se lanzó a construirlas, a través de la organización de Bariloche La Tercera que lleva adelante varios proyectos sociales, como grupos de compras comunitarias.

De a poco, se fueron sumando otras personas a la iniciativa. «Abordamos la pobreza energética y por eso, construimos estufas seguras, saludables y eficientes para casas que no tienen acceso a la red de gas», explicó María Saez, una ingeniera química que trabaja en Invap y decidió sumarse a la organización.

Sucede que hoy, muchas familias recurren a métodos de calefacción nocivos para la salud (generando problemas respiratorios), además de inseguros (pueden producir incendios en las viviendas) e ineficientes (aumentan el costo de calefaccionarse). El objetivo, añadió María, fue «reemplazar sistemas precarios de calefacción por una estufa que gasta la mitad que la compra de leña, reduce el riesgo de incendios, no deja gases nocivos en las viviendas y además, es bonita«.

El proyecto lleva dos años y dos meses en los que se han construido 24 estufas. Las necesidades llegan a la organización a través de los centros de salud que sugieren personas en situación de vulnerabilidad ante la falta de calefacción.

La Chuncana lleva ladrillos. Foto: gentileza

El grupo de Bariloche realiza dos tipos de estufas. La Chuncana Andina requiere 200 ladrillos comunes y 10 refractarios y mantiene el calor durante 12 horas. Tiene un tiraje seguro y consume la mitad de leña que una salamandra para generar el mismo calor. «Los ladrillos retienen el calor y lo irradian. La combustión y la temperatura que alcanzan son más altas que las que tenemos a través de una salamandra o en una estufa de hierro fundido. Son eficientes«, resumió Nano que coordina el grupo.

Otro diseño, «la Estufa Isleña», se hace a partir de un tacho de 200 litros de aceite reciclado que se corta y en su interior, se arma una cámara de combustión con ladrillos y mortero de arcilla. Permite cocinar en su parte superior. Es ideal para comedores, centros comunitarios o lugares donde no hay pernocte. «Esas estufas tienen un costo menor. Muchas veces, los lubricantes nos donan los barriles», explicó.

La estufa «Chuncana», un diseño de Córdoba, cuesta alrededor de 300 mil pesos. «Si tenés en cuenta que el metro cúbico de leña sale 60 mil pesos y dura una semana, el impacto económico es grande. Se gasta la mitad. Las familias beneficiarias no pagan la estufa: se hacen eventos como peñas, venta de locros o empanadas y se reciben aportes económicos», acotó Saez.

Unas 30 personas participan en el proyecto Estufas de La Tercera. Foto: gentileza

En el último invierno, gran cantidad de incendios afectaron viviendas en Bariloche. Según las estadísticas de los Bomberos Cuartel Centro, entre mayo de 2024 y abril de este año, se registraron 128 emergencias por incendios de casas. La frecuencia de incidentes se incrementó en junio y julio. “La mayoría de las intervenciones son en casas de madera. O bien en viviendas modernas que tienen aislaciones con celulosa, entonces, cuando entra en combustión arde por dentro y no lo apagás más”, indicaron desde la institución de Bomberos, al tiempo que advirtieron que la mayoría de los incendios se produce a partir de la calefacción o por inconvenientes eléctricos.

«Con las calefacciones precarias, la llama siempre queda en contacto con el tiraje y si combustiona mal, se acumula un material llamado creosota (una mezcla compleja de compuestos químicos tóxicos que se forma por la combustión incompleta de materiales como la madera y el alquitrán). Es un material que tiene la leña que no se quema, pero se libera. Se va pegando a la zinguería y se van dando todas las condiciones para que eso se encienda«, advirtió María al tiempo que aclaró que «con nuestra estufa, la llama nunca toca la zinguería. No hay posibilidades de que se prenda fuego».

Unas 30 personas participan en el proyecto Estufas de La Tercera. Foto: gentileza

En ambos casos, las estufas que se construyen quedan funcionando el mismo día. «Otro punto positivo de no usar cemento es que la estufa se puede desarmar sin romper los ladrillos y reutilizar esos materiales», expresó María.

Por su parte, Nano enfatizó que «la organización prioriza las madres solteras con infancias. En muchas casas, detectamos chicos con problemas respiratorios porque las estufas queman mal y respiran gases nocivos«. Además, se puso en marcha «un subproyecto» llamado Chau Chiflete: «Muchas veces, sabemos que la estufa no va a tener impacto porque hay más agujeros que paredes. En un caso, intervenimos en una casa que se llovía por todos lados. Conseguimos chapa y le cambiamos el techo. En otro caso, tuvimos que levantar una pared nueva atrás de la que ya estaba, de 6 metros y luego, se desmontó la otra», comentó Nano.

Organización

En La Tercera intervienen más de 80 personas en diversos proyectos, pero en la iniciativa de construcción de estufas participan más de 30. «Somos personas autoconvocadas con distintos perfiles y cada uno ve de qué manera puede aportar. Es un grupo humano super bonito y es lindo formar parte de eso«, comentó María al tiempo que resaltó la necesidad de conseguir un espacio para trabajar.

¿Cómo se dividió el trabajo? Aseguró que a partir de la identificación de las distintas necesidades, se fueron dividiendo en grupos. Una cuadrilla de logística organiza las capacitaciones, releva los materiales acopiados y lo que hay que comprar, lleva los materiales al sitio. Otro grupo se encarga del financiamiento y busca fondos o capacitaciones técnicas; otro realiza el contacto con las familias y releva las necesidades en los barrios y otro equipo llevan adelante la comunicación para que el trabajo social sea cada vez más visible.

El grupo fue seleccionado, junto a otros 9 proyectos de todo el país, en la convocatoria «Emprendé Conciencia«, de Fundación Invap que ofrece acompañamiento técnico y de gestión del proyecto.

Unas 30 personas participan en el proyecto Estufas de La Tercera. Foto: gentileza

Después de la pandemia, Albano "Nano" Geliberti se quedó sin trabajo. Y sin casa. Con su pareja y su pequeño hijo, la familia terminó habitando un colectivo que les prestó una amiga. Lograron adaptarse como pudieron a la situación, hasta la llegada del invierno cuando empezaron a padecer las bajas temperaturas de Bariloche.

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