La magia de la comunicación

“Una herramienta que intento que siempre esté adentro mío cuando hago eso es la inocencia. Seguir manteniendo la infancia, el juego. Es clave en mi trabajo”, explica en detalle Lisandro Aristimuño las claves de sus creaciones. –¿Lo estás recuperando con tu hija ahora? (Azul, que ya tiene un año y medio) –Siempre lo tuve, pero ahora encontré una cómplice, una compañera. En mi casa juego con Azul, tirados en la alfombra, le hablo en su idioma. A veces soy más niño yo y ella me mira como diciendo… –Papá no sabe hablar bien… –(Carcajadas) Claro. Me llena de amor. Por eso ahora no compongo. Mejor dicho, lo estoy haciendo sin escribir canciones. Intentaba explicarlo recién y me fui un poco por las ramas. Estoy componiendo adentro mío, no para lo demás. Hay mucha data, mucha información y en algún tiempo, quizás el quince por ciento será disco. Hay cuestiones mías que no salen, que no me gustan. –Y no pensás mostrarlas. –En absoluto. Que las vea mi hija, en mi casa, o mi mujer, mis amigos. En algún momento comenzará a salir lo que estoy tejiendo. No es canción aún pero sí semillas. Tengo para hectáreas, sí. Eso es mi hija, el contacto, la comunión con ella. –Una palabra que cuadra también para tu relación con el público. –Sí. Mucha gente me escribe pidiendo que les explique qué quise decir en una canción. Mucha. ¿Qué quisiste decir con la buena noticia sos vos? (De “La última prosa”, compacto “Ese asunto de la ventana”, del 2005). Y me cuentan qué interpretaron. Hay cosas que no puedo creer, mejores que las que yo pensé, otras son más literales. Yo contesto que si les explico, se rompe la magia de la comunicación. –Explicando el truco, no hay magia. Por otro lado, está bueno que le pongan sus contenidos. –Eso es lo más hermoso que puede pasar. –¿Y cómo es la relación con la banda? –Ya hace ocho años que toco con la misma gente y somos una familia musical. Logré formarla y es muy importante para mí. Realmente nos gusta tocar, estamos contentos el uno con el otro. No sé… hay roles y cada uno tiene el suyo, sabe qué hacer, pero a la vez somos todos iguales, comemos y hacemos lo mismo. No hay discriminación alguna. Estamos ahí trabajando, intentamos pasarla bien. Y en el escenario es realmente eso, nos reímos de verdad, cuando alguno está enojado se nota. No hay filtro. No me gusta la falsedad. Aparte no puedo. A las cinco canciones o seis, la música modifica ese estado…


“Una herramienta que intento que siempre esté adentro mío cuando hago eso es la inocencia. Seguir manteniendo la infancia, el juego. Es clave en mi trabajo”, explica en detalle Lisandro Aristimuño las claves de sus creaciones. –¿Lo estás recuperando con tu hija ahora? (Azul, que ya tiene un año y medio) –Siempre lo tuve, pero ahora encontré una cómplice, una compañera. En mi casa juego con Azul, tirados en la alfombra, le hablo en su idioma. A veces soy más niño yo y ella me mira como diciendo... –Papá no sabe hablar bien... –(Carcajadas) Claro. Me llena de amor. Por eso ahora no compongo. Mejor dicho, lo estoy haciendo sin escribir canciones. Intentaba explicarlo recién y me fui un poco por las ramas. Estoy componiendo adentro mío, no para lo demás. Hay mucha data, mucha información y en algún tiempo, quizás el quince por ciento será disco. Hay cuestiones mías que no salen, que no me gustan. –Y no pensás mostrarlas. –En absoluto. Que las vea mi hija, en mi casa, o mi mujer, mis amigos. En algún momento comenzará a salir lo que estoy tejiendo. No es canción aún pero sí semillas. Tengo para hectáreas, sí. Eso es mi hija, el contacto, la comunión con ella. –Una palabra que cuadra también para tu relación con el público. –Sí. Mucha gente me escribe pidiendo que les explique qué quise decir en una canción. Mucha. ¿Qué quisiste decir con la buena noticia sos vos? (De “La última prosa”, compacto “Ese asunto de la ventana”, del 2005). Y me cuentan qué interpretaron. Hay cosas que no puedo creer, mejores que las que yo pensé, otras son más literales. Yo contesto que si les explico, se rompe la magia de la comunicación. –Explicando el truco, no hay magia. Por otro lado, está bueno que le pongan sus contenidos. –Eso es lo más hermoso que puede pasar. –¿Y cómo es la relación con la banda? –Ya hace ocho años que toco con la misma gente y somos una familia musical. Logré formarla y es muy importante para mí. Realmente nos gusta tocar, estamos contentos el uno con el otro. No sé... hay roles y cada uno tiene el suyo, sabe qué hacer, pero a la vez somos todos iguales, comemos y hacemos lo mismo. No hay discriminación alguna. Estamos ahí trabajando, intentamos pasarla bien. Y en el escenario es realmente eso, nos reímos de verdad, cuando alguno está enojado se nota. No hay filtro. No me gusta la falsedad. Aparte no puedo. A las cinco canciones o seis, la música modifica ese estado...

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