Los que se ocupan de que el turista tenga su mejor postal

Algunos llevan más de 20 años trabajando en el Centro Cívico. Un día con los fotógrafos que, junto a sus perros San Bernardo, se convirtieron en otra atracción turística.

Los que se ocupan de que el turista tenga su mejor postal

“Familia, ¿una foto típica de Bariloche?, ¿de dónde nos visitan?”, les pregunta Cristina Ganim, con dulzura. La pareja accede a tomarse la foto mientras su hija de unos 14 años se acerca a acariciar a Brenda, de 5 años que pesa 80 kilos.

No importan los 3 grados bajo cero de sensación térmica. La perra San Bernardo descansa al costado de un banco de la plaza del Centro Cívico. Rápidamente, Cristina la llama y la ubica junto a los turistas, con el fondo del lago Nahuel Huapi.

“Brenda, ¡mirame! Vení, tomá”. La frase basta para que la perra mire hacia adelante donde su dueña los apunta con la cámara. Suena los dos disparos y termina la operación. “¡Espectacular! Vengan, miren a ver si les gusta”, invita a la gente.

Llevan años retratando a los turistas en la postal de Bariloche, en el Centro Cívico con otro símbolo de la ciudad: los perros San Bernardo. Sin importar el frío, que llueva, nieve o que haya apenas un puñado de gente como sucede al término de cada temporada.

Cada uno de los 10 fotógrafos que trabajan en la plaza Expedicionarios al Desierto tiene asignado un sector de la plaza que recorren de punta a punta ofreciendo “la postal de la ciudad” ante cada turista que se arrima al lugar.

Más que fotógrafos son guías turísticos y asesores de información. Informan sobre las paradas y horarios de los colectivos, las excursiones imperdibles en la ciudad, dónde comer y alojarse. Y, hasta son asesores en materia climática.

“La foto con el San Bernardo es la foto obligada de Bariloche así como en Mar del Plata es la del lobo marino de la playa Bristol. Nuestro trabajo de por sí es especial porque sabés que le regalás al turista la postal de la ciudad y encima nos buscan para preguntarnos cualquier cosa. Vivimos contándoles cómo moverse en Bariloche. Confían en nosotros”, resume Alfredo Costilla que lleva 23 años en el Centro Cívico.

Cristina también lleva 22 años realizando la misma actividad: “Sin pensarlo, continué el trabajo que hizo mi padre toda su vida. Habitualmente, yo lo acompañaba de chica, junto a los perros”.

“No tengas miedo. Es mimosa. Agachate y abrazala”, le indica una fotógrafa a una nena brasileña antes de tomar la foto. A unos metros, un turista de Misiones le cuenta a un fotógrafo que “visitó Bariloche por primera vez hace ya tantos años que en esta ocasión, se perdió al intentar volver al hotel”. “Cruzando por esta calle, le señaló el fotógrafo, tiene la Secretaría de Turismo: ¿por qué no pide un folleto ahí?”.

La mayoría coincide en que son muy pocos los turistas que tienen un “trato despectivo”. “Son pocos pero hay”, aclaran. Por lo general, las rispideces surgen cuando algún turista intenta tomar una foto de los perros sin pedir permiso. “Muchos amagan a robar una foto. Entonces, amablemente le tenés que explicar que uno vive de esto y pedirle por favor, que no lo haga”, añade Alfredo.

Cristina no lo duda. “Lo que más disfruto de este trabajo es el contacto con la gente. Hacés amistades. Hace 15 años, le saqué una foto a una pareja que estaba en su viaje de egresados. Volvieron para su luna de miel. Quedamos conectados, me han invitado a que los visite. Y ahora regresan todos los años con sus tres hijos. Ese mismo contacto lo tengo con otras 4 familias”, relata la mujer, sin dejar de observar por un momento el flujo de turistas que ingresa constantemente al Centro Cívico. Simplemente, busca detectar a quienes aun no les ha ofrecido el servicio fotográfico.

No dudan al caracterizar el perfil de los turistas. “El argentino es el mejor”, comparten los fotógrafos aunque aclaran que “el porteño es el más soberbio pero gastador”. Definen como humildes a los argentinos del norte, los brasileños “son los más simpáticos, agradecidos y divertidos” y los centroamericanos son “sumamente amables o ni siquiera te contestan”.

Los protagonistas

Día a día, los “fotógrafos de San Bernardo” comparten hasta 6 horas con sus perros. “Convivimos mucho tiempo, dice Alfredo, más que mi mascota es mi compañera”.

Estos perros pesan alrededor de 80 kilos y comen aproximadamente un kilo de alimento balanceado por día.

Cristina explica que el cuidado es igual al de cualquier mascota aunque “algo más intensivo”. “Para las fotos, cepillo la perra continuamente, la baño dos o tres veces por mes y hacemos visitas periódicas al veterinario”, explica.

Algunos prefieren trabajar con cachorros porque “atraen mucho más a los turistas”; otros sostienen que demandan “un excesivo cuidado, como un bebé”.

“Me gusta saber de dónde es la gente. Los turistas tienen ansias de hablar. Por lo general, entramos en confianza y me terminan preguntando desde cosas de mi vida hasta del lago y el parque nacional”

Alfredo Costilla, fotoógrafo

“Lo que más disfruto es tener diálogo con gente de tantos lugares que no hubiera conocido trabajando de otra cosa. Vuelvo con miles de anécdotas que cuento en mi casa”

Cristina Ganim, fotógrafa

Cámara en mano

Datos

“Me gusta saber de dónde es la gente. Los turistas tienen ansias de hablar. Por lo general, entramos en confianza y me terminan preguntando desde cosas de mi vida hasta del lago y el parque nacional”
“Lo que más disfruto es tener diálogo con gente de tantos lugares que no hubiera conocido trabajando de otra cosa. Vuelvo con miles de anécdotas que cuento en mi casa”
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fotógrafos en el Centro Cívico. La mayoría trabaja desde hace años, otros han ido rotando.

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