¿Te animás a ir a pescar centollas al fin del mundo?

Cerca de Ushuaia una comunidad de una centena de habitantes hace de la pesca artesanal una filosofía de vida e invita a los turistas a conocer y probar espectaculares frutos de mar.

Puerto Almanza es el último pueblo de América del Sur. Única y auténtica villa de pescadores, todos los vecinos se dedican a tirar las redes al mar, atender a los turistas y esconden en su geografía una postal de colores sorprendentes con un tesoro gastronómico: la centolla.

Ubicado a 75 kilómetros de Ushuaia, en Puerto Almanza suelen abrir durante el día al menos seis restaurantes. Es un pueblo solitario y lindo. Más allá, solo hay frío y la inminencia del mundo antártico.

El sonido de las gaviotas y las pequeñas olas rompiendo en la costa son la música del lugar, que se interrumpen con el paso de algún auto. El frío se siente en los huesos, el viento parece cortar todo lo que no lleva pluma y la casas de los pescadores parecen ser el refugio ideal.

Ofrecen caminatas para descubrir las “perlitas” naturales.

Almanza es lamida por el agua salada del Canal de Beagle y salpicada de embarcaciones de tamaño diverso. Allí, a diario los pescadores se lanzan al mar en botes semirrígidos y arrojan los canastos en busca del preciado animal.

En varios de lugares ponen en práctica un sistema que a todos los turistas atrae: los llevan hasta las trampas costeras donde las centollas aguardan su destino. Se levanta la trampa, se explica cómo funciona y así la centolla pasa del mar a la mesa.

Las recetas con centolla son tan variadas como lo son las de langosta o cangrejo.

La pesca se hace con trampa, unos conos de tejido metálico que se hunden en el mar con un sebo (puede ser carne roja o de pescado en mal estado), la centolla entra y no puede salir.

Luego, Puerto Pirata, La Mesita de Lito o la Sirena & el Capitán son sólo algunos de los comedores que participan del corredor turístico conocido como “la ruta de la centolla” y junto a los restaurantes de Ushuaia vienen protagonizando este capítulo original y creativo de la cocina argentina centrada en las riquezas del mar austral.

A lo largo de 15 kilómetros, desde Almanza hasta Punta Paraná, también se pueden recorrer los invernáculos con plantaciones de frutas como frutillas, frambuesas y las hortalizas.

Exquisita y cuidada

Pariente del cangrejo, la centolla cuando alcanza la adultez, a los siete años, puede pesar hasta seis kilos y es la vedette en el Canal de Beagle. Se sirve entera, hervida y adobada, pero también en cazuelas, sopas, como relleno de las clásicas empanadas o de ravioles.

Esta langosta, no solo es la atracción de la comarca, también fue la causa de una fuerte disputa, de las tantas que tuvo el país con Chile. En 1967, la goleta argentina Cruz del Sur estaba pescando centollas en la isla Gable (dentro del territorio argentino) y un barco patrullero chileno, el “Fuentealba”, le ordenó retirarse del lugar.

Navegar el Canal Beagle es una opción.

En el conflicto por el Canal del Beagle (tuvo una fuerte escalada en 1978), esta isla es la única que quedó para la Argentina. Hoy la habitan cuatro prefectos que permanecen allí 30 días. A unos kilómetros se ven las islas Picton, Lennox y Nueva, que están deshabitadas y minadas.

Actualmente, sobre el canal, las trampas están señaladas con boyas coloridas. Sin embargo, el recurso no se sobreexplota. La pesca de la centolla en la zona del canal de Beagle comenzó en 1930 y la sobre explotación llevó a la prohibición temporal de su pesca en 1994.

La ruta de la centolla es un circuito turístico y gastronómico.

Para proteger a las centollas, también se impulsó un proyecto para criar larvas de centolla en laboratorio y reintroducirlas al canal de manera de potenciar la capacidad reproductiva de la especie que viene decayendo y se produce sólo una vez al año, entre noviembre y diciembre.

Prácticamente toda la centolla que se atrapa en Puerto Almanza se consume en la isla de Tierra del Fuego. Ocasionalmente mandan algún par de kilos a otros destinos. Cuando hay algún evento importante, o alguna cumbre presidencial, se envía un poco y se hacen menús en Buenos Aires. Pero para comer centolla hay que ir a Ushuaia, y para aventurarse de verdad, debés pescarla con tus manos.

Ushuaia, ciudad llena de encantos

Construida casi en su totalidad por presidiarios se encuentra rodeada por los montes Martial, Olivia y Cinco Hermanos.

La ciudad de Ushuaia y el poblado más austral del planeta.

Es la capital de Tierra del Fuego y uno de los destinos de la Argentina más visitados por los turistas extranjeros que llegan atraídos por el impactante paisaje que conforma, y por ser el poblado más austral del planeta.

Si bien en verano más de la mitad del día tiene luz natural, durante el invierno apenas llega a las siete horas. Esa característica no representa en modo alguno un impedimento para la aventura y la diversión.


Para volar a Ushuaia desde Neuquén, hay que hacer una escala en Buenos Aires y se puede tardar entre 7 a 12 horas. El precio de los pasajes, en promoción sale 8.000 pesos.

Desde Buenos Aires hay varios vuelos diarios, los directos de tres horas.

En caso de arribar vía terrestre, la principal ruta es la 3, por la cual deberá cruzar en ferry el estrecho de Magallanes y transitar por Chile.

La ciudad está exenta de impuesto de valor agregado (IVA), se puede acceder a locales libres de impuestos en la avenida San Martín.


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