A pico y pala el camino llegó al fin a la casa de don Irineo, solitario campesino rionegrino

Vecinos solidarios construyeron el acceso de 10 km hasta la casa en el campo de don Irineo Laciar, el sueño de toda su vida en la inhóspita zona de Blancura Centro, a 60 km de Mencué, noroeste de Río Negro, en el límite con Neuquén. Debía hacer ese tramo a caballo, con lluvia, nieve y ante cualquier emergencia.

Irineo Laciar no pude ocultar su alegría. Varias generaciones tuvieron que pasar para que un camino permita que los vehículos puedan ingresar hasta su campo ubicado en la inhóspita zona de Blancura Centro. Hace unos 20 días un grupo de voluntarios construyó “a pico, pala y barreta” un camino de unos 10 kilómetros por una complicada geografía donde afloran las grandes piedras y la irregularidad del terreno son obstáculos muy difíciles de sortear. Pero, la voluntad, el trabajo arduo y la solidaridad lo hicieron posible.


“Nunca tuvimos un camino que llegue hasta la casa. Yo tengo 51 años y desde la época de mi bisabuelo hubo que ingresar y salir de a caballo del campo. Íbamos a buscar la leña, los alimentos y el forraje, a caballo y con un ´pilchero´ -un caballo de tiro- para poder transportarla. Ante una emergencia también teníamos que salir de a caballo, con nieve, lluvia o viento. Ahora tengo la posibilidad de que pueda entrar un vehículo. Es un gran adelanto”, señaló este hombre que vive solo en este recóndito lugar del noroeste de la provincia de Río Negro, ubicado a 60 kilómetros de Mencué y a más de 1000 metros sobre el nivel del mar, muy cerca del límite con Neuquén.

«Fuimos en nuestra camionetas hasta donde pudimos. Y a partir de ahí abrimos camino con nuestras herramientas», dijo Carlos Vertiz, vocal en la Comisión de Fomento de Mencué.

Irineo, a quien su abuelo comenzó a llamarlo Julio desde que era pequeño sin que le explicara los motivos (con este nombre lo conoce en Mencué), señala que su familia habitó este campo desde hace más de cien años, criando ovejas, chivas y algunos yeguarizos y que siempre en épocas electorales, la promesa del camino era recurrente. Pero luego del recuento de los votos, se esfumaba una y otra vez.


“Se hace muy duro vivir en esta zona, alejado de todo e incomunicado. Uno ya está acostumbrado. Pero los inviernos acá son bravos. Esta zona es muy fría y nevadora y a veces, me quedo aislado porque, debido a la gran acumulación de nieve, no se puede salir a caballo. A partir de ahora, si bien no tengo vehículo, creo que va a ser distinto” agrega.
El hombre no ocultó su felicidad ya que la posibilidad que puedan llegar vehículos hasta su campo le permitirá poder ver más seguidos a sus hijos -viven en Mencué, El Cuy y en una estancia de Santa Cruz-, y nietos. También poder recibir visitas.

Don Irineo. Ahora su ilusión es refaccionar la casa de adobes que levantaron sus bisabuelos.


“Desde hace unos años me quedé solamente con 60 animales. Con la ceniza y la nieve se me murieron muchos. Por eso, en época de zafra, uno de mis hijos, el que vive en Mencué, viene a quedarse en el campo y yo me voy a trabajar como peón rural a la estancia de los García Crespo para poder vivir” añade.


Además del camino, entre sus anhelos también siempre estuvo la ilusión de poder refaccionar la vivienda del campo para poder recibir con más comodidades a su familia. La precaria vivienda, de adobe, fue construida por sus bisabuelos. Con el paso de los años, el deterioro es cada vez más evidente. Pero se le hace imposible poder comprar materiales de construcción debido a su situación económica. Además de poder hacerlo, el traslado a caballo también era una traba. “Voy a ver si alguien del gobierno me puede dar una mano. Necesito arreglar un poco la casa, pero no me alcanza la plata para comprar los materiales” admite.

Empuje compañero. Entre todos lo lograron.


El camino de acceso al campo era un viejo anhelo familiar. Un objetivo que hasta ahora no podía cristalizarse. Irineo siempre hacía referencia a esta necesidad a las autoridades y vecinos de Mencué. Sabía que no era tarea fácil, pero tampoco imposible. La inquietud llegó a oídos de un grupo de voluntarios que se organizaron para poder darle una mano. Fue así que, con picos, palas, barretas, voluntad y un gran espíritu solidario, comenzaron a sacar piedras para poder construir la traza a través de las laderas de los cerros y los mallines de la zona.

“No fue fácil, pero pudimos lograrlo. Cuando Laciar nos planteó esta necesidad comenzaron a organizarnos y fuimos en nuestras camionetas hasta donde pudimos ingresar y a partir de allí construir el camino con las herramientas que teníamos. Por suerte pudimos llegar hasta su casa” señaló Carlos Vertiz, quien se desempeña como vocal en la Comisión de Fomento de Mencué.

También le acercaron leña para que pueda afrontar la crudeza del invierno.


Vertiz afirmó que la tarea fue realizada por un grupo de vecinos voluntarios cuyo único interés es poder ayudar a quien lo necesita, entre los que se encontraban trabajadores de Salud, Educación, Policía y campesinos de la zona.


Además también llevaron motosierras y otras herramientas, con las que cortaron las ramas secas de una arboleda ubicada a una distancia importante de la vivienda de Laciar y le dejaron una gran cantidad de leña trozada para enfrente la crudeza del invierno.


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