“Abraza fuerte a papá”
Existen muchas formas de matar a una persona, incluso sin ensuciarse las manos con sangre. Por ejemplo, el abuso de poder en el ámbito laboral por el empleador es una de ellas. También pueden cometer abuso de poder el personal jerárquico, en quien se delegó la función de mando, un tercero vinculado directa o indirectamente a él o quien tenga influencia de cualquier tipo de superioridad. La violencia laboral se manifiesta por medio de agresión física, acoso sexual, moral o psicológico e inequidad salarial. Las víctimas pueden ser hombres y mujeres que se encuentran en una situación desfavorable dentro del ámbito laboral que los hace más vulnerables. Cualquiera de nosotros puede ser víctima de ella. Quienes la padecen viven esa situación en silencio, sin decírselo a nadie. Primero por vergüenza, porque si el hombre muestra sufrimiento a causa de violencia laboral, socialmente se lo considera sinónimo de debilidad. Y segundo, no cuenta nada por temor a las represalias. El hostigamiento psicológico es terrible en las personas, pero es mucho peor cuando se lo sufre a manera de complot sobre un subordinado. Las consecuencias que provoca la violencia laboral en el trabajador pueden manifestarse a través de estrés, tensión nerviosa, depresión, baja autoestima, insomnio, fobias, jaquecas, problemas digestivos, aislamiento, culpabilidad, temor o pérdida de empleo. Todo esto padeció el padre de mi hijo. Jamás imaginé ver al hombre con el cual tuve un hijo hace 13 años en el estado de salud en que lo veo hoy. Recuerdo que muchas veces cuando le decía “Jorge, vos sos ingeniero y estás con una pala”, se lo decía gastándolo. A lo que él me respondía que “hay que ayudar a la gente, hay que sacarse el título de la frente y ser más humilde en la vida”. Y seguía con la pala, ayudando la cuadrilla que estaba a cargo de él. Y eso fue lo que me enamoró del padre de mi hijo, su humildad. A él no le importaba si la persona que tenía enfrente tenía un título universitario o era un simple peón al cual debía controlar, se arremangaba y trabajaba a la par. Era uno más. Y muchas veces pensaba “está loco”. Con el tiempo aprendí que él tenía razón, a las personas no había que medirlas por un título sino por cómo son. Y para él había que tratar bien a la gente, sin importar su condición social porque eran simples trabajadores que se ganaban el pan. Aprendí mucho a su lado y parte de lo que hoy soy se lo agradezco a él, que siempre me alentó. Con el tiempo la vida quiso que él tomara su camino y yo el mío, jamás pudimos pelearnos, nos sentamos a conversar como dos adultos y así nos separamos. Sin juicios y sin abogados. Así prevaleció una sana amistad y criamos a nuestro hijo, que hoy tiene 13 años. No es porque sea mi hijo, pero es el nene que toda mamá desea tener, respetuoso, amoroso y aplicado en el colegio. Hoy veo mal a ese hombre que hizo un tramo de su vida junto a la mía, está mal de salud. Mucha gente lo conoce, de verdad, y no pueden creer lo que le está sucediendo. Yo tampoco, y mi hijo menos. Mi hijo abraza mucho a su papá como devolviéndole de algún modo el amor que él le dio. Él no entendía nada de violencia laboral, hasta que vio cómo ésta enfermó a su papá. Me pregunto ¿cómo hace una madre para mirar a un hijo de 13 años a la cara y pedirle que abrace fuerte a papá, porque está muy enfermo a causa de maltrato laboral? ¿Cómo le explico lo que es la humillación y que es muy difícil salir de ahí? ¿Cómo se hace para no reaccionar cuando es el gobierno y sus funcionarios de turno los que matan lentamente a sus empleados? Si hago silencio soy cómplice, si digo lo que siento me dirán gorila. No puedo hacer silencio, así que el que desee llamarme gorila puede hacerlo, está autorizado. Jamás he visto tantos empleados públicos y de empresas estatales en Río Negro padeciendo, desganados, muriendo, muriendo lentamente. Hoy, en el 2013, la gestión Weretilneck le quita las ganas de vivir y trabajar a cualquier persona honesta porque son sus funcionarios los que cobran más de 2.000 pesos por día. Roxana Gallego DNI 25.402.139 – Viedma
Existen muchas formas de matar a una persona, incluso sin ensuciarse las manos con sangre. Por ejemplo, el abuso de poder en el ámbito laboral por el empleador es una de ellas. También pueden cometer abuso de poder el personal jerárquico, en quien se delegó la función de mando, un tercero vinculado directa o indirectamente a él o quien tenga influencia de cualquier tipo de superioridad. La violencia laboral se manifiesta por medio de agresión física, acoso sexual, moral o psicológico e inequidad salarial. Las víctimas pueden ser hombres y mujeres que se encuentran en una situación desfavorable dentro del ámbito laboral que los hace más vulnerables. Cualquiera de nosotros puede ser víctima de ella. Quienes la padecen viven esa situación en silencio, sin decírselo a nadie. Primero por vergüenza, porque si el hombre muestra sufrimiento a causa de violencia laboral, socialmente se lo considera sinónimo de debilidad. Y segundo, no cuenta nada por temor a las represalias. El hostigamiento psicológico es terrible en las personas, pero es mucho peor cuando se lo sufre a manera de complot sobre un subordinado. Las consecuencias que provoca la violencia laboral en el trabajador pueden manifestarse a través de estrés, tensión nerviosa, depresión, baja autoestima, insomnio, fobias, jaquecas, problemas digestivos, aislamiento, culpabilidad, temor o pérdida de empleo. Todo esto padeció el padre de mi hijo. Jamás imaginé ver al hombre con el cual tuve un hijo hace 13 años en el estado de salud en que lo veo hoy. Recuerdo que muchas veces cuando le decía “Jorge, vos sos ingeniero y estás con una pala”, se lo decía gastándolo. A lo que él me respondía que “hay que ayudar a la gente, hay que sacarse el título de la frente y ser más humilde en la vida”. Y seguía con la pala, ayudando la cuadrilla que estaba a cargo de él. Y eso fue lo que me enamoró del padre de mi hijo, su humildad. A él no le importaba si la persona que tenía enfrente tenía un título universitario o era un simple peón al cual debía controlar, se arremangaba y trabajaba a la par. Era uno más. Y muchas veces pensaba “está loco”. Con el tiempo aprendí que él tenía razón, a las personas no había que medirlas por un título sino por cómo son. Y para él había que tratar bien a la gente, sin importar su condición social porque eran simples trabajadores que se ganaban el pan. Aprendí mucho a su lado y parte de lo que hoy soy se lo agradezco a él, que siempre me alentó. Con el tiempo la vida quiso que él tomara su camino y yo el mío, jamás pudimos pelearnos, nos sentamos a conversar como dos adultos y así nos separamos. Sin juicios y sin abogados. Así prevaleció una sana amistad y criamos a nuestro hijo, que hoy tiene 13 años. No es porque sea mi hijo, pero es el nene que toda mamá desea tener, respetuoso, amoroso y aplicado en el colegio. Hoy veo mal a ese hombre que hizo un tramo de su vida junto a la mía, está mal de salud. Mucha gente lo conoce, de verdad, y no pueden creer lo que le está sucediendo. Yo tampoco, y mi hijo menos. Mi hijo abraza mucho a su papá como devolviéndole de algún modo el amor que él le dio. Él no entendía nada de violencia laboral, hasta que vio cómo ésta enfermó a su papá. Me pregunto ¿cómo hace una madre para mirar a un hijo de 13 años a la cara y pedirle que abrace fuerte a papá, porque está muy enfermo a causa de maltrato laboral? ¿Cómo le explico lo que es la humillación y que es muy difícil salir de ahí? ¿Cómo se hace para no reaccionar cuando es el gobierno y sus funcionarios de turno los que matan lentamente a sus empleados? Si hago silencio soy cómplice, si digo lo que siento me dirán gorila. No puedo hacer silencio, así que el que desee llamarme gorila puede hacerlo, está autorizado. Jamás he visto tantos empleados públicos y de empresas estatales en Río Negro padeciendo, desganados, muriendo, muriendo lentamente. Hoy, en el 2013, la gestión Weretilneck le quita las ganas de vivir y trabajar a cualquier persona honesta porque son sus funcionarios los que cobran más de 2.000 pesos por día. Roxana Gallego DNI 25.402.139 - Viedma
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios