Acusación y defensa usarán la versión de la menor en los alegatos

Es tan contradictoria que sirve para acusar y para defender a los imputados, según cómo se la enfoque. Declararon las psicólogas que la asistieron. Consideran que fue testigo del hecho. Y que miente deliberadamente para que no la tengan en cuenta, porque así alivia su psiquis. Los defensores no le creen y les preocupa que usen sus dichos para una condena. Cautela del fiscal.

CIPOLLETTI (AC)- La menor que dice haber presenciado la agresión a María Emilia, Paula y Verónica resultó tan contradictoria que tuvo la rara cualidad de aportarle elementos a la acusación y la defensa. Las partes que intervienen en el juicio admitieron ayer que según qué aspectos se tomen de sus varias declaraciones, pueden sumarse argumentos a favor o en contra los imputados Claudio Kielmasz y Guillermo González Pino.

En la audiencia de ayer, la última antes de los alegatos que se escucharán desde el martes próximo, declararon las psicólogas Patricia Planas y María Eugenia Abaca, quienes en los últimos días analizaron a la supuesta testigo de 15 años, cuyo nombre no puede publicarse y a la que por su edad no puede procesarse por falso testimonio.

Las psicólogas dijeron que en algunos aspectos la menor miente deliberadamente, y dieron algunas explicaciones sobre los presuntos motivos que tendría para hacerlo: «es para que se les reste credibilidad a sus dichos y así poder salir de la escena», ya que «para su psiquismo es más tranquilizador que se descalifique su versión».

Pero al mismo tiempo opinaron que «es parcialmente creíble», porque «hay conocimientos que no los podría tener si no hubiera estado» en el lugar de los hechos. Remarcaron una serie de elementos que, a su criterio, la menor mantuvo inalterables en sus varias declaraciones (ver aparte).

Planas y Abaca también estuvieron junto a ella en las dos recorridas por la zona de chacras buscando la vivienda a la que supuestamente habrían trasladado a las víctimas. En la del lunes «marcó» una casa, en la del miércoles otra: la tapera de la chacra de Feruglio, donde según una pericia habría estado Verónica Villar.

En ese lugar la joven admitió que el lunes había mentido al señalar la casa equivocada, y se puso muy nerviosa. ¿Un signo de que ahora sí decía la verdad? Desconfiado, uno de los defensores de los imputados susurró: «esto es como con las perras rastreadoras de la Policía Federal, que si no las llevaban en camioneta hasta la tapera de Sepúlveda jamás habrían llegado solas».

Sorpresa y recelo

El fiscal, los querellantes y los defensores no ocultan su sorpresa por el empeño que ha demostrado el Tribunal por ahondar en la confusa y contradictoria pista que aporta esta menor, en torno de la cual giraron las últimas audiencias. Pero todos coinciden en un punto: según cómo se lo valore, lo que dice puede utilizarse tanto en contra como a favor de los imputados. «Marcó un antes y un después en el juicio», opinó un defensor.

La chica no fue tenida en cuenta durante la instrucción de la causa, y el fiscal Alvaro Meynet ni siquiera la menciona en las 173 páginas de su requisitoria de elevación a juicio que es la base sobre la cual se debió realizar el debate oral. Pero el Tribunal la rescató, se interesó por ella y agotó la investigación para tratar de establecer si dice la verdad o miente cuando relata que presenció un tramo de la agresión a las víctimas.

«Todo esto nos obliga a revisar los alegatos», dijo ayer Gustavo Viecens. «Después que no me digan que mi defendido Kielmasz cambió muchas veces de versión», agregó.

Los defensores recelan del testimonio de la chica y creen que podría ser un buen auxilio para sostener una eventual condena. «Con todas sus contradicciones, ella aporta elementos que la fiscalía sin duda va a utilizar para acusar», razonaron en diálogo con este diario.

Pero el fiscal Eduardo Scilipotti no fue categórico. «Tengo que valorarlo en conjunto con el resto de las pruebas reunidas», explicó ayer con cautela. La parte acusadora sigue pensando que el mismo Kielmasz aportó más elementos comprometedores que la menor, a la que de todos modos dedicará un párrafo en su alegato.

Para Eves Tejeda, quien asiste a Guillermo González Pino, la declaración de la chica tiene escaso valor. «Mientras no haya una prueba independiente que confirme lo que dice, no puede tenérsela en cuenta. Es el mismo caso de Sandra González», la testigo que más compromete a su defendido.

En el fondo, Tejeda también teme que la menor sea utilizada para apuntalar una eventual condena contra González Pino. «Eso sería un error, no pueden hacerlo», afirmó.

Fernando Dalmazzo, el abogado de la familia Villar, también toma con pinzas a la testigo. «Puede ser cierto algo de lo que dice pero su versión, involucrando sólo a marginales, no explica las maniobras de encubrimiento que existieron», opinó.

Para sintetizarlo en un ejemplo, el aporte de la menor es como el de los forenses de la Corte Suprema: su principal defecto es que no encaja con casi nada de lo que hay en el expediente. Hasta la psicóloga Planas remarcó ayer la cautela con la que debe examinarse este testimonio, al señalar: «creemos que la chica fue testigo, pero lo que dice debe confrontarse con el resto de las pruebas».


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