Advertencias presidenciales que no ayudan al respeto reclamado

No ayudan las palabras del presidente Alberto Fernández a transmitir respeto por la división de poderes en el país. Ruboriza oír expresiones que contienen mensajes de tono intimidante: “Si no me dejan esta opción (intervención estatal por vía del concurso), no tengo otro camino más que la expropiación”. “El juez es un juez concursal; yo soy el Presidente de la Nación”.

Estas desafiantes construcciones presidenciales revelan el malhumor de Fernández por la decisión de la Justicia de reponer a los directores de Vicentin, pero sobre todo orgullo herido ante la interpretación de que tal decisión judicial es un duro revés para el Gobierno.

El problema es que sus palabras están ratificando un rumbo repudiado por no pocos dirigentes y ciudadanos argentinos (nótese si no el impacto en todo el país del banderazo de ayer) y dan por sentado que un mandatario tiene potestad de intervenir por simple decreto una empresa que está en concurso de acreedores en la Justicia.

Emiten una señal en contra de la seguridad jurídica bajo el convencimiento de que se justifican manotazos sobre la propiedad privada y que es dable contrariar el derecho de cualquier empresario a dirimir en la Justicia sus problemas financieros, sea cual fuere su gravedad.

Demuestran, en definitiva, un preocupante uso excesivo de las facultades presidenciales, pero también -con una mano en el corazón- fallas elementales que cualquier respetuoso de la Constitución advertiría.


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