El salto de las ballenas: la historia del buzo que quería mostrar a los turistas la magia del mar
Agustín llegó a Las Grutas desde Mercedes (provincia de Buenos Aires) y dejó su carrera de licenciado en Educación Ambiental por el buceo. Ahora, montó una estación náutica en el Puerto San Antonio Este, a 65 km, que ofrece paseos de avistaje en el golfo San Matías.
Nadie lo sabe. Pero, en algún momento de la navegación, Agustín se va. Puede ocurrir cuándo las ballenas están tan cerca que, con sus zambullidas, cubren el aire de gotitas de mar. O cuando los delfines avanzan y se ponen a la par de “Marnatal”, el semirrígido que lo acompaña desde que arrancó con esta aventura. La cosa es que, al menos por un rato, los recuerdos lo invaden. Y vuelve a la época en la que era buzo, y soñaba con acercar a los turistas a esas postales mágicas.
“Yo vengo de Mercedes, Provincia de Buenos Aires. Y cuando llegué acá y empecé a embarcarme no podía creer lo que veía. Era loquísimo que me pagaran por meterme en el agua y encontrarme con lobos, delfines, ballenas, y con toda la fauna que te sorprende cuando tu rutina es navegar en el Golfo San Matías” contó el hombre.
Hoy, ya instalado con su empresa de excursiones náuticas en el Puerto San Antonio Este, la villa pesquera que está a 65 km de Las Grutas por ruta 3, se asombra de que a sus hijos les pase lo contrario. “Ellos nacieron y están creciendo frente al mar. Los más chicos, de 3 y 5 años, ni se enganchan con un documental, porque ellos viven en la naturaleza. Y los más grandes, de 17 y 12, ya me ayudan con la empresa. Sobre todo el más grande” contó Agustín.
Su rutina, ahora, es crear experiencias para los que nunca tuvieron la oportunidad de vivir el mar “desde adentro”. En esta época, a través de paseos de avistaje embarcado, que las tienen, hasta finalizar octubre, a las ballenas como protagonistas. Y, en el verano, con opciones que incluyen recorridas en kayaks, con tablas de stand up y visitas a puntos de interés dentro de la Bahía San Antonio.
“Estamos viviendo salidas increíbles. La mejor parte de la temporada de avistaje es ésta. Porque entre la segunda quincena de agosto y la primera de este mes suelen verse muchos cetáceos. Al final del invierno empiezan a entrar en cantidad, y, por 30 días, nos acompañan en las navegaciones” contó el prestador náutico.
Tal como lo soñó, esas imágenes que a él le resultaban mágicas son las mismas que maravillan a los pasajeros de Marnatal, que suelen ser 8 como máximo. Como cuando las ballenas saltan armando un estallido de burbujas y espuma, o los lobitos marinos hacen piruetas para no perder protagonismo. O cuando el mar, abriendo su paleta de azules, logra que recorrerlo sea una experiencia única.
“Ese olor a sal y el airecito en la cara son impagables. No hay nada más lindo que andar en el agua” sonríe Agustín.
De sus comienzos, recuerda a un montón de seres entrañables, que le permitieron quedarse en el lugar que después hizo propio.
“Llegué en 1999, con 24 años, a trabajar de guardavidas. Cuándo ya estaba en viaje me enteré que la persona que me había hecho el contacto para trabajar se enfermó y quedó internado. Por eso me quedé sin esa referencia, y tuve que cambiar de planes. Como había trabajado en un restaurante de campo, ese verano me empleé en un parador, y ahí conocí también a Quinino Sáez, que me enseñó todo lo que necesitaba para convertirme en buzo marisquero” recordó.
‘Quinino’ y Alberto Hughes (el titular de ese parador en el que trabajó), lograron que el hombre empezara a echar raíces junto al agua. Y que dejara atrás su vida en Mercedes, donde quedaron sus padres, sus 3 hermanos, y una licenciatura en Educación Ambiental, que dejó en tercer año.
Después, vino su época de buzo. Pero el gran salto que logró que empezara a forjar su sueño ocurrió en 2010, cuando empezó a hacer navegaciones para turistas en su flamante semirrígido, tras fundar ‘Rupestre Patagonia’, su empresa.
Entre los recuerdos imborrables de Agustín figura la primera vez que interactuó con una ballena.
“Fue en Piedras Coloradas. Había salido a marisquear y, cuando estaba en el fondo del mar, sentí que todo se oscurecía. Miré hacia arriba y ví que había una ballena. Era como tener encima un colectivo gigante. Me dio un poco de temor porque, como son tan curiosas, las ballenas se mueven y ésta podía, si lo hacía, enredarse en las mangueras que me daban oxígeno. Por eso subí y estuve un tiempo largo en el bote, mientras ella seguía nadando cerca” contó.
Ahora, él es el que las busca, para disfrutar junto a sus pasajeros de sus zambullidas. “Las ‘francas’ son muy receptivas, y, en la mayoría de los casos, se acercan al semirrígido cada vez que navegamos” remató, sonriendo.
* Los paseos de avistaje embarcado de ballenas y otros mamíferos marinos están $6000 para los adultos, y los menores de 12 años abonan un precio diferencial.
* Hasta el mes de noviembre, habrá una promoción vigente para los trabajadores que dependan del Estado, que llevará a $4800 la actividad.
* La empresa de Agustín es una de las 4 que ofrece estos paseos. En su caso, las salidas se realizan desde el Puerto San Antonio Este, ubicado a 65 km de Las Grutas por ruta 3. Allí también funciona un parador, ‘Serena’, que ofrece cosas ricas para compartir antes y después de la navegación.
* Con las otras empresas, se puede optar por embarcarse en Las Grutas. En esos paseos también podrán disfrutar, desde el mar, del frente costero del destino.
* Las salidas de avistaje duran alrededor de dos horas. En esta época a la fauna marina que tiene su hábitat en la zona se suman las ballenas. Pero siguen bien visibles otros animalitos como los delfines, pingüinos, lobos marinos, pingüinos, y una rica avifauna.
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