Alberdi, la antítesis del socialismo del siglo XXI


Ya advertía sobre el peligro de la institucionalización de la barbarie en la política, el caso de Venezuela, un camino que muchos aquí idealizan recorrer.


Si tomamos una serie de hechos violentos que se han venido sucediendo en los últimos meses en la Argentina, asistimos a un gobierno que marcadamente va adhiriendo a las ideas expresadas por el foro de San Pablo, usina ideológica del socialismo del siglo XXI. La tolerancia a la violencia y usurpaciones sobre la propiedad privada como en Villa Mascardi o el respaldo al accionar de Grabois, el intento de confiscar la empresa Vicentin al mejor estilo chavista, la pasividad ante el ataque a los silobolsas, la liberación brutal de presos de alta peligrosidad y la intención confiscatoria del mal llamado “impuesto a la riqueza” son advertencias claras.

Juan Bautista Alberdi a lo largo de sus escritos advirtió sobre una serie de obstáculos y peligros a erradicar para que la naciente República Argentina alcance una organización política económica que le permitiese salir de su situación de desierto, atraso material y violencia política. ¿Cómo describía Alberdi al sistema político de la Argentina de por aquel entonces? Podríamos señalar que el ambiente político de esos tiempos marcaba que la relación entre personas de pensamiento diferente era violenta, ya que identificaban a su circunstancial opositor como a alguien al que hay que negarle todo trato; a menos que piense como el partido gobernante, será visto como a un enemigo permanente.

Para el sistema político del socialismo del siglo XXI, al adversario político también se lo identifica como a una persona a la que hay que negarle todo trato. La desnaturalización del otro es moneda corriente: se llama “gorila” al individuo o a la prensa que piensa políticamente diferente, se les llamó “caranchos” a los jubilados que reclamaban por sus juicios “cajoneados”, “buitres” al reclamo de deudas, ya sean acreedores externos o internos. La reducción a la escala zoológica en las apreciaciones no es inocente. Una vez hecho esto, se sentirán habilitados a tratar a los seres humanos como se les plazca.

Alberdi advertía sobre el peligro de la institucionalización de la barbarie en la política, que sería exactamente el caso de Venezuela, un camino que muchos aquí idealizan recorrer. Al respecto, expresaba: “Destrozar el derecho es su propósito común. El camino de ese fin para la una es la violencia brutal, para la otra es la mentira del respeto al derecho”.

Los gobiernos que cometen acciones violentas son bárbaros “salvajes” y los que incurren en robos y calumnias son bárbaros “letrados”. Uno y otro arquetipo pueden, desde luego, coexistir en un mismo gobernante.

A su vez, remarcaba el alto cinismo por parte de la barbarie para generar confusión, ya que disfrazan su discurso con palabras de adhesión a la república, bajo un falso manto de “ropaje de cultural”, lo que sería hoy el respaldo de sus “intelectuales”.

Advertía que: “Las resistencias son servidas por la pluma más atrozmente que por las lanzas de los caudillos, y las capitales de nuestros desiertos contienen caudillejos de tinta y papel, mazorqueros literarios. Esos enemigos perfumados de toda cultura piden la libertad de la prensa y asesinan al que la ejercita contra ellos. Gritan contra la barbarie, y su arma favorita de discusión es el fango. Claman por garantías, y aplauden frenéticos la degollación violenta de sus adversarios políticos. Reclaman el orden, y su evangelio es la rebelión”.

En los últimos tiempos en América Latina se han desarrollado formas de autoritarismo. Las mismas se legitiman a través de un proceso electoral inicialmente limpio que respeta reglas preestablecidas en una Constitución y luego, una vez en el poder, busca incrementar sus tentáculos a través de la deformación y perversión de las instituciones republicanas, el manejo sin control de los recursos fiscales y las trampas que todo ello permite introducir en procesos electorales. Esta era la estrategia del Foro de San Pablo poscaída del Muro de Berlín.

No hay ningún ejemplo en toda la historia de la humanidad donde una nación haya progresado en base a esas ideas y su desprecio por la propiedad privada. Sobre esto último nuevamente Alberdi advertía: “Pero no bastaba reconocer la propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser respetada en su principio y desconocida y atacada en lo que tiene de más precioso, en el uso y disponibilidad de sus ventajas. Los tiranos más de una vez han empleado esta distinción sofística para embargar la propiedad, que no se atrevían a desconocer’’.

Remata su oposición a esta ideología. “El socialismo hipócrita y tímido, que no ha osado desconocer el derecho de propiedad, ha empleado el mismo sofisma, atacando el uso y disponibilidad de la propiedad en nombre de la organización del trabajo. El Art. 14 es un “cerrojo de fierro a los avances del socialismo”.

* Magister en Economía Política, Fundación Progreso Y Libertad


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