Alejandro Lerner y la libertad de crear

No se duerme en los laureles. Con una carrera exitosa, el cantante sigue investigando y formándose para dar lo mejor. Hoy estará en el cierre de la Fiesta Nacional del Golfo Azul

Alejandro Lerner es un hombre que se ha construido como tal a fuerza de estudio, trabajo, perseverancia, consideración por la disciplina que abrazó, acopio de conocimiento musical y tecnológico. Que supo esperar el amor y el tiempo de ser padre, sembró emociones, cosechó aplausos.

Referente y compinche de colegas que lo convocaron y convocan para sus proyectos, como Santana, Mercedes, Pedro Aznar, Shakira, Charly García, el Negro Víctor, Pappo, Los Nocheros, Vicentico, Luciano Pereyra, Juanse, David Lebón, Fabricio Rodríguez y tantos, tantos más cree que en su historia “primero viene la vocación que va más allá de la carrera y del suceso, de las consecuencias. Vocación es reconocer y elegir lo que sos, a qué querés jugar durante la vida. Hay gente que está dispuesta a hacerlo con más sacrificio, con menor sacrificio; que tiene el placer de la información, de la investigación y de formarse siempre, de buscar, de probar… Con el hambre que da hacer lo que más te gusta”.

–¿Y las estrellita fugaces?

–Que aparezcan figuras utilizando los nuevos medios de comunicación, está bien, es parte de la naturaleza que genera la humanidad hoy. Genera programas de televisión que muestran abiertamente un concurso que define, hasta ese momento, si una persona va a tener una trascendencia por lo menos momentánea.

La vocación y la carrera van por otro lado, no tienen que ver con ello. Porque en esos concursos puede que aparezca gente talentosa, yo la he visto, pero no es el talento lo que determinará su continuidad. No es eso.

Hay gente talentosa, pésima para trabajar, que son malos profesionales. Los hay muy buenos en la profesión pero sin talento. Hay una serie de estrellas que aportan para que las cosas funcionen como uno siente, cuando uno quiere que el destino juegue a favor. La idoneidad aporta, la capacidad de sacrificio, el agradecimiento, la capacidad de dar lo que uno tiene para ofrecer a los demás. Para compartirlo. Hay talentosos que se quedan en su casa y no sienten la necesidad de prodigar.

–Hace poco hablaba con el armoniquista, guitarrista y compositor Fabricio Rodríguez…

–Recién lo estuve escuchando, casualmente.

–Y se refirió al respeto que tiene por tu labor, tu avidez por estudiar. Hablaba de vos como un modelo a seguir.

–En este momento estamos en mi estudio de grabación (El Pie) y yo sigo investigando… Estoy investigando, últimamente, cuestiones relacionadas con ingeniería de grabación, mezcla. Hoy día la información es tan accesible que no hay excusa. Querés saber algo, lo bajás por Internet o lo comprás, pero la info está. Continúo estudiando mucho piano, jazz, sigo componiendo, preparando material para mi nuevo disco. Y todo eso que hago va mucho más allá de la consecuencia que genere. Hay una gratificación en el instante mismo que me llena el corazón de felicidad.

De alguna manera, no sé por qué, quizás por la educación que recibí, eso no me hace sentir… (Piensa unos segundos. Silencio). Estoy más cerca de los cuarenta años de músico. Este 2011 se cumplen treinta de mi primer disco “Alejandro Lerner y la magia”, y la verdad, miro para adelante porque siempre hay más por aprender, hay canciones que van a salir, conciertos por hacer. Cada recital, para mí, es un lujo, sabiendo lo difícil que es para tantos chicos -algunos con talento real- darse a conocer. Está sobrecargada la red de información… Estamos viendo los estertores del formato disco. Cada vez se producen menos. Por un lado hay fácil acceso a grabarlo, se puede hacer en casa con una laptop. Pero, por otra parte, lo único que da la moral, la fuerza, es la vocación y darle para adelante.

–De hecho, las discográficas se han transformado en empresas organizadoras de conciertos y giras.

–Es que el disco ya no es el principal productor de sus beneficios, entonces necesitan que el artista le dé mucho más de su mundo comerciable, para explotar. Yo, te digo la verdad, gracias a Dios me siento con la libertad de hacer lo que quiero con quien quiera, de sacar el disco que a mí me gusta. Tengo el apoyo del público, de mi gente, de los medios, de la prensa. Así que la lucha valió la pena, ¿sabés? Lo que más rescato es la libertad de crear, de no tener preconcepto alguno, ninguna imposición en lo que hago para que sea sólo un hecho comercial.

–¿Cómo es el encuentro con el público?

–¡Es celebración! Es un ida y vuelta. Le das a la gente lo que proponés, pero te devuelve una avalancha de amor, de aprobación, de energía… Y eso se siente en el cuerpo, cuando termino de tocar, durante el concierto. Hay un momento muy lindo cuando aparece una canción nueva y la gente decide que se va a quedar. Como digo siempre, yo no manejo esas cosas, el público lo hace. Somos miles de millones de personas, cada una con sus decisiones, y es imposible determinar qué va a decidir… Se puede empujar, apoyar más una cosa que otra, pero finalmente la gente determina esto sí, esto no, con este artista me quedo yo… Lo voy a acompañar y él me acompañará. Es una decisión tan personal como las que vos tenés con tus artistas o tus libros preferidos, y yo con los míos. Por más que alguien me quiera vender algo que no quiero, no me lo voy a comer.

Eduardo Rouillet


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