Anoche tuve un sueño…

CIPOLLETTI

Soñé que un grupo de argentinos inteligentes decidían crear un detector de covid. Se ponían a trabajar, con pasión, con fe, con urgencia. Tenían tanta confianza en lograr su propósito que discutían cómo iba a ser el detector y cuáles serían los pasos siguientes a la detección del virus. Alguien dijo: “Será un casco de uso obligatorio y permanente. El casco tendrá sensores detectores del virus. En su parte superior tendrá una luz roja que indicará la presencia de un contagiado”. Otro del grupo agregó: “De inmediato, la Unidad de Intervención Rápida lo aislará y evaluará para decidir su destino.

El enfermo irá a atención domiciliaria, a terapia intermedia o a terapia intensiva. De acuerdo con el destino asignado, la Unidad solicitará ambulancia o helicóptero. De este modo, todos los contagiados serán aislados y tratados rápidamente y todos los sanos seguirán con su vida normal: trabajo, estudio, servicios o lo que fuere”. El pesimista, que nunca falta, dijo: “Para eso se necesita mucha plata. Y, como escasea, tendrán que recortar el presupuesto de otras áreas. Y ahí vendrá el pataleo: de los perjudicados por los recortes, de los políticos que necesitan caja para ganar elecciones, etc., etc.”. “Cierto, dijo otro. Pero el uso del casco permitirá una reducción mínima de la actividad económica. Por tanto, no disminuirá la recaudación de impuestos, ni se necesitará ayuda a las empresas, a desocupados y hambrientos, ni habrá gente angustiada por el encierro…”.

El líder, que tampoco nunca falta, dio por terminadas las disquisiciones: “Bueno, a trabajar muchachos. Nosotros aportamos el detector y los responsables de la salud, la economía y el funcionamiento regular de todas las instituciones decidirán si lo usan o no”.

El más callado del grupo se animó a opinar tímidamente: “¿Y no es más barato hacer más PCR?”. Lo miraron con furia y siguieron trabajando.
Cuando desperté, me acordé de Pedro Calderón de la Barca: “(…) Y los sueños, sueños son”.

Joaquín E. Yáñez
DNI 7.302.833