Autora y única dueña del escenario

Por Walter Curia


Todos estos meses la vicepresidenta ha ido ganando espacio en el debate público y sobre la gestión de Fernández. Ha impuesto y ha impugnado. Nada la detuvo.


En filosofía política, el consenso sobre lo que significa el término democracia se mantuvo hasta la aparición en el siglo XVII, con Hobbes, de la teoría de la representación, un concepto moderno, proveniente del arte dramático y totalmente extraño a la política. Para lo que más tarde conoceremos como democracia representativa, Hobbes distinguió entre las figuras de actor y autor: básicamente, el primero, el representante, actúa aquello que promueve el segundo, el representado, que es al mismo tiempo su fuente de poder. El autor es, como resulta evidente, el pueblo.

Podríamos decir que el viernes asistimos a una singular interpretación de la teoría de la representación. En el acto que encabezaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el estadio Único de la ciudad de La Plata, el actor, que para nosotros viene a ser el presidente, se hizo presente junto al verdadero autor, quien le ha dado vida política. Es incuestionable que Fernández ha obtenido su legitimidad del voto popular. Pero también que hay otro elector a quien el presidente debe y ofrece sus acciones.

Nunca antes habíamos visto expresar en escena y con tanta claridad la mecánica de la relación entre el presidente y la vicepresidenta. Cristina Kirchner le advirtió a Fernández, mirándolo y dirigiéndose a él por su nombre, que en breve ella será llamada a juicio oral junto a otros exfuncionarios de su gobierno. “Tu vicepresidenta, Alberto”. Un recordatorio acerca de las obligaciones incumplidas del presidente. De paso acusó de cobardes a aquellos de sus ministros que se intimidan con la Justicia y los mandó a que “se busquen otro laburo”. Hacía mucho tiempo que no se veía a una Cristina Kirchner desinhibida, haciendo pleno ejercicio de su liderazgo. La respuesta puede estar seguramente en que todos estos meses ha ido ganando espacio en el debate público y sobre la gestión de Fernández. Ha impuesto y ha impugnado. Nada la detuvo.

Estos mensajes, ya expresados en una serie de cartas públicas, fueron respondidos por Fernández en el mismo escenario en tiempo real. También él participó de la dramatización, tan propia por otra parte del peronismo en todas sus épocas. El presidente se dirigió entonces a la Corte, convertida otra vez en némesis para la doctora Kirchner, y cuestionó el papel del máximo tribunal ante la comprometida situación judicial de la expresidenta, que calificó como de “gravedad institucional”. “Nos quedan temas pendientes”, dijo Fernández a modo de impensada autocrítica sobre su año de gestión. “Nos queda hacer que uno de los tres poderes funcione como tiene que funcionar”. Ayer anticipó que habrá nuevos proyectos de reforma judicial.


Cristina Kirchner atendió a sus cuestiones personales en la Justicia, pero además volvió a marcar cuál es el rumbo estratégico de la coalición de gobierno.


El diálogo que mantuvieron públicamente la vicepresidenta y su presidente revela también cuál es el verdadero orden interno en el oficialismo. Cristina Kirchner atendió a sus cuestiones personales, pero volvió a marcar además el rumbo estratégico de la coalición. Habló de los desafíos que presentan la pandemia y la economía: propuso rediseñar integralmente el sistema de salud y “alinear” salarios, precios y tarifas. Ninguna de estas iniciativas, hasta donde se sabe, han estado o están en estudio en el Gobierno ni forman parte de las negociaciones del equipo económico con el FMI.

El acto fue pensado como un lanzamiento de campaña y un mensaje de unidad al frente interno. Fue también un acto autocelebratorio del poder, al que, como dijo la vicepresidenta, se llegó no solo por obra de la unidad del peronismo, sino además por la “memoria” que han dejado los doce años de gobierno del matrimonio Kirchner. Es a ella finalmente a quien se eligió. Era el mensaje que se buscaba transmitir.

Todo esto ocurrió tras la nueva y elocuente muestra de déficit en la gestión que dejó la semana. No son claras las razones que llevaron al Gobierno a descartar la vacuna de Pfizer, parte de cuyos ensayos se hicieron en la Argentina. El episodio en torno a la vacuna rusa Sputnik V es igualmente inexplicable. ¿Ignoraba o no el gobierno que no estaba siendo aplicada a mayores de 60 años, como reveló Putin? ¿Qué es peor?


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