Barbudo desconfiado

El libro de Isabella Cosse revela tramos de la vida de Mafalda de la que los argentinos no necesariamente tienen conocimiento. Y los revela, además, en términos sustantivos en cuanto al nivel de reflexión que la autora despliega y las fuentes que maneja como sustento. Uno de esos tramos es, por caso, la relación de la pequeña con algunas de las dictaduras que “toleraron” su publicación. Caso concreto, la España de la última media docena de años bajo el puño fascista de Francisco Franco, la Argentina del no menos fascista Jorge Videla y la Cuba del dictador Fidel Castro.

En relación a este régimen, Isabella Cosse señala que ciertas tiras de Mafalda le “habían generado malestar. Quino se encontró con que muchos cubanos le pedían explicaciones. Según sus palabras, al conocerlo le preguntaban: ‘¿Por qué dijiste tu que el comandante es un cretino?’. El dibujante explicó que esa tira había salido en ‘la época de Onganía, donde todo lo que dijera Fidel era considerado malo. Entonces Mafalda se pregunta por qué Fidel no dice que la sopa es buena así en Argentina la prohiben. Y en el último cuadro Mafalda termina gritando: “¡¿Por qué este cretino no dice que la sopa es buena?!’. También le preguntaban (en Cuba, a Quino) por el aforismo de Mafalda que definía: ‘La sopa es a la niñez lo que el comunismo es la democracia’. Esa formulación no contiene una ironía con doble sentido como la anterior. El propio Fidel le expresó su disgusto. Según el relato del dibujante: ‘Fidel, que es famoso por su memoria, cada vez que me ve, me pregunta: ¿Quién tú eres, chico? Me ignora completamente’. Quino por su parte, no eludió la confrontación. Cuando había estado de visita en Dedeté, la reconocida revista humorística cubana, los colegas le había comentado que, aunque nadie lo había prohibido, no se hacían caricaturas de Fidel. En uno de los encuentros con el líder, Quino se lo preguntó. Fidel respondió: ‘¿Yo he dicho eso? ¿Alguien me ha escuchado decir eso? Tú hazme todas las caricaturas que quieras’. Y pegándome con el dedo en el pecho, me aclaró: ‘Siempre que no me hagas contrarrevolución, porque si no, te tengo que poner preso’. Quino realizó el dibujo, pero no logró publicarlo en Cuba”.

La historiadora señala de todas maneras, que Quino siguió viajando a la tierra del barbudo dirigente en varias oportunidades e, incluso, que en 1985 fue premiado por la II Bienal Internacional de Artes Plásticas de Cuba.

(Isabella Cosse es historiadora por la Universidad de la República del Uruguay y doctora en esa especialidad por la Universidad de San Andrés. Entre su bibliografía figura “Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta”, “Peronismo y orden familiar”. Su reciente “Mafalda” fue editado por Fondo de Cultura Económica).


El libro de Isabella Cosse revela tramos de la vida de Mafalda de la que los argentinos no necesariamente tienen conocimiento. Y los revela, además, en términos sustantivos en cuanto al nivel de reflexión que la autora despliega y las fuentes que maneja como sustento. Uno de esos tramos es, por caso, la relación de la pequeña con algunas de las dictaduras que “toleraron” su publicación. Caso concreto, la España de la última media docena de años bajo el puño fascista de Francisco Franco, la Argentina del no menos fascista Jorge Videla y la Cuba del dictador Fidel Castro.

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