Las reservas urbanas naturales pelean por subsistir

Creadas para resguardar espacios frágiles, están amenazadas por la falta de presupuesto oficial y los conflictos latentes con proyectos inmobiliarios.

Las reservas urbanas naturales pelean por subsistir

Nacieron para resguardar espacios frágiles y amenazados. Generaron el entusiasmo de numerosos vecinos comprometidos con la cuestión ambiental. Hasta hoy penan con la falta de presupuesto oficial. Y entraron en conflicto con algunos proyectos inmobiliarios, que siguen latentes.

Así podría resumirse la breve y agitada historia de las reservas naturales urbanas (RNU) que creó el municipio en los últimos 12 años y que hasta hoy no encontraron un modelo de gestión ajustado al propósito inicial.

Si bien están expresamente previstas en la Carta Orgánica, la creación de las reservas naturales tuvo mucho que ver la presión social. De hecho, la propia COM lo estimula al señalar en su artículo 188 que “los vecinos podrán solicitar al gobierno municipal la declaración de un área protegida o de una reserva natural urbana”, a través de distintos mecanismos de participación.

En la génesis de la mayoría de las reservas hubo un reclamo colectivo, una movilización o la detección de un riesgo para el entorno, por ejemplo un loteo o proyecto hotelero.

La bióloga Valeria Ojeda trabajó en los estudios técnicos de varias reservas e integra también la asociación ambientalista Árbol de Pie. Admitió que si el modelo no se consolidó se debe en parte al “doble discurso” de los mismos vecinos. “Quiero la reserva donde veo verde, pero si la tengo en la puerta de casa ya no la quiero tanto”, dijo Ojeda en relación con los litigios surgidos cuando la restricción afectó patrimonios.

“No podemos armar en la ciudad 72 RNU, no es la única manera –reflexionó la profesional–. Es sólo un recurso donde hay parcelas indivisas de tamaño importante, pero es difícil de implementar donde ya está todo loteado”.

La distribución geográfica de las seis reservas existentes de ningún modo es uniforme. La mayoría se concentra en la zona oeste, donde están las mayores extensiones de bosque nativo y varios humedales impactados por el crecimiento poblacional.

Una excepción notoria es la del cerro Carbón, en plena zona de transición a la estepa, que fue creada a instancias de un grupo de estudiantes. También existió alguna vez una iniciativa para demarcar el área protegida “arroyo Bernal”, cerca del aeropuerto, pero no prosperó.

Gestión unificada

El Ejecutivo municipal reconoce que la gestión de las reservas urbanas está lejos del ideal. El subsecretario de Medio Ambiente, Carlos Beros, dijo que tienen encaminado un proyecto de ordenanza para agrupar todas las reservas y áreas protegidas del ejido bajo un mismo paraguas normativo. Tomaron como base una propuesta del arquitecto especializado en gestión de riesgos ambientales Carlos Muzzio, quien también participa del Consejo de Planeamiento y es miembro de Árbol de Pie.

Consultado por este diario, Muzzio dijo que su planteo abarca la creación de otras reservas como la de arroyo Bernal y el llamado “parque central” en las tierras del Ejército, sobre una superficie de 4.300 hectáreas. Esos espacios se sumarían a los ya existentes, como el bosque municipal Llao Llao y la isla Huemul.

El especialista dijo que las áreas protegidas y RNU “tienen una problemática que es general” y por eso deberían estar unificadas por un solo ente administrativo y no como ahora, con un ente a cargo de cada reserva.

Dijo que el salto cualitativo se daría a partir de la adhesión municipal a la ley provincial de áreas protegidas, que permitiría “elevar el estatus de las reservas”.

Financiamiento, con dinero del turismo

Otra de las ideas de Muzzio es valorizar a las RNU como recurso turístico y buscar por esa vía el presupuesto necesario, en un esquema “similar al que aplica Parques Nacionales”, con el derecho de ingreso que pagan todos los visitantes.

Ese concepto fue el que dio origen a la llamada “ecotasa”, que generó fuerte polémica cuando el intendente Gustavo Gennuso la impulsó este año para costear obras de interés turístico con fondos provenientes de un gravamen que pagan los turistas.

Muzzio dijo que es una idea que barajan “desde hace años” pero pensada para sostener las reservas naturales, que hoy no tienen recursos. Según el arquitecto, la ecotasa se justificaría porque Bariloche no puede financiar por sí sola las políticas de preservación ambiental y debería sumar recursos del turismo.

El modelo se completaría con un organismo autárquico de conformación mixta, encargado de administrar las áreas protegidas, que Muzzio se imagina similar al Emprotur. Estarían representados sectores empresarios, profesionales, ONG y las juntas vecinales.

Planes de manejo

La secuencia de conformación de las RNU en todos los casos fue parecida. Los concejales recibieron el proyecto, lo discutieron, compitieron en discursos ambientalistas y aprobaron la ordenanza, con emplazamiento (en general, 180 días) para que el Ejecutivo elabore el plan de manejo.

Allí las cosas se trabaron por la falta de presupuesto, y de decisión política, y los planes que deberían regular las actividades permitidas y prohibidas en el área, se demoraron por tiempo indefinido.

Sólo las RNU El Trébol y Morenito/Ezquerra cuentan con sus planes de manejo en regla. El resto todavía espera. Como contexto general, Muzzio admitió que las reglas de preservación siempre van a chocar con las pretensiones de los propietarios y opinó que “los indicadores del Código de Planeamiento actual son muy altos y hay que bajarlos sensiblemente”. Propuso llevar el factor de ocupación permitido del 30% de la superficie “al 10% o menos”.

Pero los parámetros no son el único problema. Según Valeria Ojeda, la expansión constructiva también se favoreció por las excepciones. “Si se cumpliera la normativa municipal sin las excepciones que se dan, también se hubiera conservado mucho más” opinó.

Otro déficit que señaló Ojeda fue la demora en aplicar la ley de bosques protectores, dado que “los años pasan y el mapa todavía no está aprobado”. Consideró que “hay mucha voluntad, pero siempre alguien mete palos en la rueda por intereses particulares”.

Maite Vaccareza consideró que la reservas naturales son “una herramienta espectacular”, pero la implementación tropezó con la falta de presupuesto. Como dirigente vecinal de El Trébol trabajó activamente en la creación de la RNU que abarca ese barrio y otros lindantes. Dijo que tienen diseñado por ejemplo un sendero de interpretación en el cerro Campanario, pidieron al municipio los 12 carteles necesarios y luego de larga gestión sólo les entregaron cuatro. “Se lo dije a Beros: era casi ofensivo. Así los esfuerzos se diluyen”, aseguró Vaccareza.

Sobre la colisión de intereses con los propietarios que quieren sacar mayor provecho a sus inmuebles, la dirigente vecinal dijo que las RNU también los favorecen “porque no recortan derechos. Se trata de cuidar de un patrimonio frágil, como bosques y humedales, que son de todos, y no de unos pocos”.

Admitió que “hay mucho dinero en juego” pero el Estado debe tener una mirada integral. “La ultrapartición de la tierra en unidades demasiado chicas es uno de los grandes problemas que tenemos, es insostenible”, apuntó.

El presidente de la comisión de Turismo y Medio Ambiente del Concejo, Daniel González, reconoció las dificultades de aplicación y entendió que las RNU “sólo tienen razón de ser si hay consenso de todos los vecinos”. Dijo que “no sirven cuando el área ya tiene gente y ya está toda impactada”.

Cronología: fechas

de creación

15/12/2005: El Trébol

2/7/2010: Lago Morenito/ Laguna Ezquerra

15/10/2010: Bosque de la Ermita

2/12/2011: Las Cartas

7/7/2012: Isla Desembocadura del Arroyo Casa de Piedra

2/10/2014: cerro Carbón

Además existen otras áreas protegidas municipales como el bosque Llao Llao, la isla Huemul y la laguna Fantasma.

Las Cartas, en el centro
de la disputa

La RNU Morenito/Ezquerra surgió a mediados de 2010 como reacción a un proyecto hotelero del empresario Alan Faena. Cuando fue aprobada la ordenanza, el entonces intendente Marcelo Cascón la vetó y el Concejo la ratificó con mayoría especial, incluso con votos del oficialismo.

Pero la mayor confrontación entre el propósito conservacionista y los intereses inmobiliarios se dio en Las Cartas, un barrio ubicado en Circuito Chico, cerca de Colonia Suiza. Allí también fue conformada una RNU en 2011, pero nadie le prestó mayor atención hasta que tres años se comenzó a evaluar el plan de manejo. Un grupo de vecinos manifestó su rechazo directo a la reserva natural y pidió su anulación. Argumentaron que significaba “un avasallamiento flagrante del derecho de propiedad”.

La rebeldía se canalizó en una reunión de parcelarios en la que “había 51 personas y 42 se pronunciaron en contra” de la reserva urbana, según dijeron los organizadores. Señalaron que el plan de manejo de la RNU los perjudicaba porque “les impediría lotear”.

Otros vecinos dijeron que debía prevalecer el bien común y cuestionaron el principio de que la legislación ambiental deba contar necesariamente con la aprobación expresa de los presuntamente afectados. Para saldar la cuestión el municipio hizo lo esperable: dejó pasar el tiempo, sin tocar nada. La ordenanza de RNU Las Cartas sigue vigente, pero el plan de manejo nunca fue aprobado.

El caso cerro Carbón

En números

La mayoría se concentra en la zona oeste, donde están las mayores extensiones de bosque nativo y varios humedales impactados por el crecimiento poblacional.

Datos

La reserva que protege unas diez hectáreas al pie del cerro Carbón tuvo un origen singular. Nació por impulso de un grupo de alumnos de cuarto año del CEM 44, quienes elaboraron el proyecto y lo presentaron en el programa “concejales por un día”, en 2014, acompañados por el profesor René Barriga.
La concejal Irma Haneck consideró que se trataba de una idea valiosa, que debía ir más allá del ejercicio de práctica ciudadana, y lo asumió como propio para generar una ordenanza “en serio”. Haneck dijo en su momento que la primera vez que tomó contacto con la propuesta de los escolares le pareció “apabullante y ambiciosa”. Valoró que los chicos hayan puesto el interés “en un área que no se mira si no es para seguir agregándole viviendas”.
El espacio protegido del Cerro Carbón comprende humedales en situación de “fragilidad ecológica” y alberga especies vegetales autóctonas como ciprés, lenga, amancay, laura, reina mora, coihue, frutillas silvestres y también hierbas con propiedades medicinales y comestibles.
De todos modos la idea inicial quedó desdibujada porque el municipio nunca avanzó con el plan de manejo. En esa misma zona del ejido surgió otra iniciativa hace tres años para crear la reserva natural urbana Cuenca del Ñireco, pero nunca prosperó.
9
zonas naturales a resguardo hay en Bariloche: seis reservas urbanas y tres áreas protegidas municipales.
4.300
hectáreas tiene el llamado Parque Central, en las tierras del Ejército. Es el proyecto más ambicioso para la creación de una reserva natural urbana.
La mayoría se concentra en la zona oeste, donde están las mayores extensiones de bosque nativo y varios humedales impactados por el crecimiento poblacional.

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