Bariloche, un test para la política

La elección del futuro intendente se plantea como un desafío para los partidos. El desgaste de la política, la existencia de un electorado de perfiles muy particulares y la complejidad de los problemas que aquejan a las finanzas comunales, reclaman ideas y propuestas ajenas a los posicionamientos tradicionales.

Un test para el desencanto con la dirigencia política que existe en la sociedad.

Esta es la caracterización que el grueso de los partidos políticos rionegrinos les otorga a las elecciones para intendente de Bariloche, que se realizarán el 28 de abril.

La caracterización tiene sólida lógica.

Por un lado encuentra su razón en el acelerado desplome de la imagen y el poder del conjunto de las instituciones constitucionales del país.

Este argumento se refuerza además con la extendida convicción que anida en la opinión pública de que la política se transformó en sinónimo de corrupción y es ajena a aportar soluciones a los problemas nacionales.

– Justo o no, éste es el marco que tienen las elecciones de Bariloche cuando se las mira desde la gente- dijo anoche a este diario uno de los aspirantes a intendente.

A este entorno de alcance nacional se suman características muy propias, que definen a aquella ciudad a la hora del voto.

Es, por lo pronto, el único electorado de la provincia que contiene un elevado porcentaje de ciudadanos que se siente dueño de su voto. En ese sentido, la historia de la transición señala que la mayor parte de las elecciones municipales, provinciales y nacionales transcurridas hasta ahora, no menos de un promedio del 30% de los electores, jamás se dejó seducir por los partidos mayoritarios: PJ y UCR.

Así, con una importante franja de electores dispuestos a manejarse con autonomía de criterio a la hora de votar, Bariloche expresa un rango de cultura política ajeno al resto de Río Negro.

Además, la elección de abril se concreta debido a la durísima crisis fiscal que jaquea al municipio y que hace tres semanas provocó la renuncia como intendente del radical Atilio Feudal.

La crisis le pone escenario y marquesina al proceso electoral.

En medios políticos existe un extendido consenso sobre las exigencias que esa situación les pondrá a la campaña y al discurso de los candidatos.

La crisis no deja el más mínimo margen para la política sustentada en la generación de expectativas alentadas desde la promesa fácil destinada sólo a cosechar votos.

– O sea, el que hace demagogia no va a juntar a nadie-, comentó a este diario el presidente del PJ rionegrino Carlos Larreguy.

Siguiendo este razonamiento se desprenden dos conclusiones:

Uno: ante un electorado en el que existe una significativa franja de ciudadanos dueños de sus votos, y dada la magnitud de la crisis fiscal de la comuna, todo candidato con aspiraciones de ganar tienen un único camino para instrumentar su discurso: hablar de propuestas concretas destinadas a rescatar las finanzas del municipio.

Dos: en esa instrumentación los candidatos deberán computar que la política, en tanto legítima lucha por el poder, está desjerarquizada y que a la gente sólo le interesa en cuanto la política puede ayudarla a mejorar su condición de vida.

Y siempre en tren de reflexionar sobre las exigencias que marca este proceso eleccionario, en medios políticos se señala que la campaña se hará bajo la presión de una palabra: ajuste.

– Acá no habrá que disimular nada…no podremos hablar livianamente de «racionalizar el gasto» ni tampoco de «proceder a una prolija revisión de las cuentas y ver cuáles son los problemas»…Los problemas ya los conocemos…desde un estatuto del SOYEM hecho para tiempos del Estado de bienestar, a una recaudación que anda por el suelo y sin descartar que con media docena de cargos políticos el municipio funciona perfectamente… Ni el Concejo se puede hacer el distraído en este proceso- comentó horas atrás a «Río Negro» un peronista con ganas de llegar a la comuna.

En otros términos, hay que hablar de ajuste. Y sin eufemismos.

En ese sentido en el peronismo -entusiasmado con la posibilidad de alzarse con el triunfo- se señala por estos días que la implementación del ajuste debe ser drástica y veloz.

– Con respaldo popular galvanizado en las urnas, no hay que dejarse seducir por los famosos 100 días para intentar cambiar la historia. Sino meter guadaña en horas, nada que en horas- reflexionó el entusiasmado peronista.

Y es así: si no hay guadaña, no hay futuro para la comuna en cuestión.


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