Betty la fea, un símbolo nacional colombiano

Se acerca el final de una novela que enciende debates en Latinoamérica.

BOGOTA (Reuters).- Sus anteojos ordinarios, frenillos en los dientes y vello facial la convirtieron en una de las mujeres más famosas y admiradas de América Latina. Pero el final de «Yo soy Betty, la fea», la telenovela más famosa de la historia de Colombia, se acerca y los colombianos se preparan para despedirse de un personaje al que muchos ven como un símbolo nacional.

Desde su estreno en octubre de 1999 en la cadena de televisión local RCN, Betty se convirtió en un fenómeno sociológico sin precedentes en Colombia, un país desgarrado por un brutal conflicto interno de casi cuatro décadas.

Sus episodios, de apenas media hora cada uno, provocaron encendidos debates nacionales sobre la corrupción, la honestidad, la belleza e incluso la virginidad de la mujer.

El programa se ha vendido en 22 países en América Latina y en Europa, y es visto en los Estados Unidos a través de la cadena de televisión de habla hispana Telemundo.

La clave del éxito de Betty, afirman sus creadores, reside en la fealdad de su protagonista, lo que supuso toda una innovación en un país obsesionado con los concursos de belleza y los implantes de silicona.

Betty ofrece también un respiro de la dosis cotidiana de masacres, viudas desconsoladas, procesiones fúnebres, secuestros y tomas guerrilleras que brindan los noticieros. Colombia está sumida en un conflicto interno de 37 años en el que han muerto casi 40.000 civiles en los últimos 10 años, pero en el mundo de Betty no existe la guerra.

La historia transcurre en una empresa de diseño de modas de Bogotá. Betty, una mujer de origen humilde, es una secretaria honesta y sacrifificada, pero su fealdad, andar desgarbado y voz chillona la hacen el hazmerreír de Eco Moda, dirigida por jefes frívolos y superficiales y por donde pululan modelos de despampanante belleza.

Betty se enamora de su jefe, Armado Mendoza, un mujeriego y miembro de las clases adineradas del país, quien seduce a la heroína con la intención secreta de convencerla para que cometa un fraude y salve así a la empresa de la bancarrota. Cuando la inocente Betty descubre las verdaderas intenciones de Armando, ella se sume en la depresión.

Pero tras unas vacaciones en el mar, Betty, interpretada por la bella Ana María Orozco, reaparece transformada en cisne. De la noche a la mañana se deshace de sus gafas ordinarias, cambia de peinado, se depila las cejas y se afeita el bigote. Eco Moda, a la deriva por los excesos de Armando, nombra presidenta a Betty, quien introduce una línea de vestidos para mujeres normales.

Durante los más de 300 capítulos de la telenovela, Betty fue materia interminable de editoriales de prensa, columnas de opinión y debates públicos. Su rostro ha aparecido en revistas nacionales con la misma frecuencia que la de los jefes guerrilleros o líderes de los escuadrones de la muerte.

Cuando Colombia descubrió asombrada que Betty no era virgen, el diario «El Tiempo», el de mayor circulación en el país, exclamó en primera página: «¡Betty la fea no es virgen!». La decisión de Betty de rechazar un soborno encendió un airado debate sobre la corrupción en Colombia.

Los miembros del elenco dicen recibir toneladas de correspondencia de admiradores de todo el mundo, en las que les piden consejo o les confían adulterios furtivos o desavenencias conyugales.

El final de Betty, programado para esta semana, se ha convertido en el secreto mejor guardado de la televisión colombiana. Hay rumores de boda, se dice incluso que Betty se irá a vivir a París con un galán francés, pero los productores han preferido guardar el secreto hasta el final.

«La Colombia que perdimos»

«Betty es la Colombia que perdimos», comentó Fernando Gaitán, guionista del programa. «Yo quería enseñar un mundo donde los colombianos van a trabajar, luchan por salir adelante en la recesión, escuchan música, se enamoran, se desenamoran y tienen hijos», afirmó.

El programa es también motivo de orgullo para los miles de colombianos que han emigrado del país debido a la violencia.

«Nuestros héroes han sido asesinados y los colombianos buscamos héroes de ficción», dijo Mario Ribero, director del programa.

Colombia, cultivador de uno de los mejores cafés del mundo, bendecido por espectaculares cordilleras andinas y cuna de artistas como el escritor Gabriel García Márquez o el pintor Fernando Botero, es conocido por muchos en el extranjero por ser el productor mundial de cocaína.

«Los colombianos somos la «Betty la Fea» del mundo. Cuando viajamos nos miran mal, nos piden visados, nos acusan de ser traficantes o guerrilleros,» dijo Jorge Enrique Abello, quien hace de Armando, el jefe de Betty.

«Cuando salgo al extranjero los colombianos me abrazan y me dicen: «Gracias por enseñar la otra cara de Colombia», agregó.


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